Un concejal en Roales. Ese es el muy escaso botín que Vox se lleva de un ciclo electoral que comenzó a finales del mes de abril y en el que aspiraba a mucho más. Los representantes de la formación apuntaban a "diputado y senador" en las Generales y se quedaron sin lo uno y sin lo otro. En Castilla y León las encuestas publicadas hace dos meses abrían la puerta de las Cortes de Castilla y León a Javier Alcina, cabeza de lista en los comicios al parlamento regional, pero los electores tampoco le han dado su apoyo. Por lo demás, Carlos Pérez no entra al Ayuntamiento y Vox se queda sin representación en Benavente.

Algo similar pasa con Podemos. El descalabro en las autonómicas es de órdago. Aunque la formación morada consiguió procurador ha sido incapaz de defenderlo y en esta ocasión ha perdido dos de cada tres apoyos. A nivel municipal los resultados de Podemos son sonrojantes. Menos de un uno por ciento de apoyos en unas elecciones en las que Guarido prácticamente ha monopolizado el voto de la izquierda. Podemos no ha sido ni siquiera capaz de igualar los resultados de Ganemos Zamora hace cuatro años. Aquella formación logró 1.183 votos en las municipales. Fernando Martos ha cosechado 302.

Para Vox y para Podemos se abre ahora un ciclo muy complicado. Sin prácticamente ningún representante en ayuntamientos (Podemos no tiene ni un solo concejal), sin nada que decir en las Cortes regionales y con las Elecciones Generales ya casi olvidadas, las dos formaciones tienen ante sí un periodo de cuatro años en los que no les queda más que dedicarse a ser fuerzas políticas sin representación, con todo lo que ello supone. El panorama no es halagüeño para formaciones que no tienen una gran estructura y carecen de unas bases sólidas.