El salón de actos de la Biblioteca Pública del Estado quedó pequeño ayer para albergar a las muchas personas que querían presenciar el homenaje a Ignacio Sardá Martín organizado por sus familiares al conmemorarse los 40 años de su fallecimiento. Entre los presentes, muchos de ellos de pie, antiguos alumnos de la academia que pusiera en marcha el honrado, integrantes del grupo poético Almena, al que perteneció su esposa la fallecida, o personas vinculas a la cultura local.

El acto arrancó con unas palabras de la hija del pensador, Aurora Amparo Sardá Pascual, que, por si alguien en el auditorio no sabía quién era el protagonista del tributo, explicó que era la persona inmortalizada en la escultura que está a la entrada del centro cultural y precisó que tras la ausencia de su madre los hijos del filósofo y pedagogo han tomado el testigo en la organización del reconocimiento y en el "tener siempre presente a Ignacio Sardá".

La Escolanía de los Niños Cantores de Zamora estrenó la versión musicada de un poema de Sardá sobre la Semana Santa de Zamora. "Son unos versos que contienen el sentimiento, casi identitario, de la Pasión de Zamora y el sentido religioso", explicó el director del colectivo coral Francisco Escudero.

Una proyección sobre la vida filósofo y prolífico escritor dio paso a una charla en la que la palabra la tomaron cuatro poetas, aunque inicialmente eran cinco los previsto, pero un percance hace unos días impidió la presencia en Zamora de Jesús Hilario Tundidor.

Ignacio Sardá "es una referencia a nivel de poesía cultura porque era un hombre muy preparado con una biblioteca muy extensa" y resulta "muy interesante que los jóvenes lo conozcan por su tratamiento poético y lingüístico", defendió Luis Ramos, quien se reconoció su nieto literario. "Yo me siento hijo de Tundidor, quien le prologó 'Sonetos de amor dolido' y que se siente a hijo creativo de Sardá", describió.

Por su parte, el escritor y docente Julio Eguaras destacó que "fue un avanzado para su tiempo en la materia pedagógica, dado que rechazaba el método memorístico y optaba más por razonar" y su fuerte relación con Zamora que plasmó "en muchos poemas dedicados a rincones de la ciudad y de la provincia". "Era un verdadero maestro haciendo sonetos y a mis alumnos les pongo ejemplos de alguno de los que escribió".

La calidad de sus sonetos y de los romances los puso de relieve Carlos Martínez Miñambres quien habló en representación del grupo Almena que ha analizado ampliamente la creación poética del Hijo Adoptivo de Zamora. Este hombre efectuó un acercamiento a su producción poética, que abarcó desde aspectos filosóficos y teológicos, el amor humano y el amor divino, los epigramas o la poesía épica, y aseveró que "su obra poética es muy variada y es muy extensa, pero quizá haya más inédito que publicado" y subrayó que "en todas las facetas tenía una maestría".

Su compañero de colectivo Martín Costilla ensalzó "su vasta cultura y su zamoranismo" para sentenciar que en sus escritos subyace "un componen religioso, sobre todo mariano, y siempre habla de Zamora. Era un zamorano enamorado de la ciudad".