Las máquinas entraron ayer en el número dos de la Bajada de San Martín para derribar un nuevo inmueble dentro del plan de liberación de la muralla, iniciativa que se ha cobrado ya siete edificios. Una excavadora de grandes dimensiones echó abajo esta nave después de que operarios especializados retiraran a lo largo de las últimas semanas los techos de amianto que aún permanecían en la cubierta. Los bomberos participaron también en la operación para mitigar los efectos del polvo en suspensión generados por el derribo y el movimiento de los escombros. Con esta operación, ya solo restaría por derruir el número 11 de la avenida de la Feria para cumplir con los objetivos que a principios de este mandato se propuso el bipartito formado por Izquierda Unida y Partido Socialista.

Las obras para echar abajo el edificio número dos de la Bajada de San Martín han costado 32.000 euros y han consistido, primero, en la retirada del amianto presente en el techo y, posteriormente, en el derribo de facto del inmueble. Se trata del penúltimo de los compromisos adquiridos por el bipartito dentro del plan de liberación de la muralla y dejará despejada una zona de fortificación medieval hasta ahora invisible para los zamoranos. En esta calle, ahora mismo, tan solo queda en pie un taller entre dos espacios diáfanos; edificio que quedará pendiente para el futuro.

La actuación en este punto de la muralla medieval viene a completar la hoja de ruta marcada hace ahora cuatro años. Durante todo este tiempo han caído ya siete edificios: los números 17, 19 y 31 de la Feria, los 9 y 11 de Mesones y este de Bajada de San Martín, además de Ciclos Piti. A todos ellos se les habrá de sumar, en próximas semanas, el derribo del número 11 de la avenida de la Feria. La gran dimensión del inmueble supondrá una dilatación en el tiempo; no en vano, el plazo de ejecución de este derribo será de tres meses y su coste de unos 170.000 euros.

Una vez se materialice este último derribo, el objetivo del Ayuntamiento de Zamora es crear un ambiente propicio para la observación de este entorno de muralla, que quedará despejada por aproximadamente 200 metros diáfanos. Según han comentado en anteriores ocasiones miembros del equipo de Gobierno, se trataría de materializar un proyecto de ajardinamiento "especial" que no se circunscriba exclusivamente a la plantación de césped, sino que consiga que la muralla y el ornamento se fundan en un único elemento que sirva de acicate para el turismo.

Las previsiones más benévolas para este derribo sitúan el comienzo de las obras prácticamente después de las elecciones municipales del 26 de mayo, por lo que este trabajo quedaría pendiente para el próximo equipo de Gobierno. El actual, conformado por el bipartito IU-PSOE, no ha querido correr riesgos con prisas innecesarias dada la compleja operación que hay que realizar debido a las importantes dimensiones del inmueble, que cuenta con cuatro plantas. Esta actuación, afirman, debe ser de lo más minucioso.