No solo sus riberas están plenamente incorporadas a la vida de los zamoranos, las islas comienzan ser objeto de incursiones en el río Duero. Improvisados puentes, construidos de forma rudimentaria en la margen derecha, establecen "rutas" que cruzan aceñas, especialmente en dirección a la isla de los Conejos. Un "uso aislado" que se identifica con la población más joven, apunta Romualdo Fernández Fernández, el concejal de Medio Ambiente de IU en el Ayuntamiento de Zamora, quien resta importancia a una conducta que podría explicarse por el deseo de buscar la intimidad que ofrece un lugar apartado de la mirada de la ciudad.

Por el momento, No resulta preocupante para el equilibrio de la rica biodiversidad de estos pequeños bosques, se trata de "expediciones" pequeñas y puntuales que apenas perturban la vida apacible y reservada de las distintas especies que buscan ese aislamiento para anidar. No obstante, la institución local irá retirando esos pasos que han proliferado desde el Puente de Hierro hasta la sede de la Escuela de Piragüismo, peligrosos también para quien se atreve a utilizarlos con riesgo de caer al cauce del Duero.

La imagen que ofrecen de uno de los principales atractivos turísticos de la capital zamorana tampoco es la más deseable. En la mayoría de los casos, los artífices de estas precarias construcciones de pequeña longitud, de seis o siete metros, han aprovechando árboles caídos entre la ribera y un azud o la orilla de un islote, en ocasiones, sujetas provisionalmente a somieres y ramajes, para darles estabilidad. Incluso han llegado a "coser" con ramas tablas a modo de paso y barandilla para facilitar el cruce del caudal.

La presencia humana es contraproducente en estos espacios del Duero, "refugios de la fauna, de anidación de garzas, cigüeñas, garzas, milanos y águilas calzadas, entre otras aves; de galápagos y mamíferos como nutrias", explica José Alfredo Hernández, integrante de la Asociación Ciencias Naturales de Zamora. La elección del lugar no es casual, "buscan la tranquilidad", los emplazamientos "no accesibles o de accesibilidad muy limitada" para el hombre.

La isla más castigada por esas "visitas" es la más próxima a Tres Árboles, a la que se entra a través de la repesa. En todo caso, "no es recomendable" que se permitan la entrada. Los restos de residuos orgánicos aparecieron el verano pasado en estas zonas, cuando el Duero perdió caudal y dejó al descubierto todas las azudes, por las que se podía observar a los zamoranos entrando en el río, lo que "supone un problema", indica Hernández. Las islas del Duero no intervenidas urbanísticamente, en el tramo de Entrepuentes y Tres Árboles, "tienen una vegetación de bosque de ribera natural muy interesante, que no se da en el resto del curso fluvial de la provincia".