El timbre comenzó a sonar a las cuatro de la madrugada. Era el día de San Pedro, ya 30 de julio de 2017. La vivienda se sitúa en la calle de Balborraz, una de las más bulliciosas y salpicada de pequeños botellones durante las fiestas patronales de Zamora por su cercanía a la Plaza Mayor. Desde el interior de la casa, una joven les llamó la atención y, ante los insultos recibidos y la insistencia de quien colocó su dedo en el timbre, cogió un vaso de agua y arrojó el líquido desde una ventana.

Uno de los cuatro jóvenes que estaban junto a la entrada de la vivienda respondió lanzando un vaso de plástico lleno de bebida hacia la joven. La puntería fue certera, y recipiente y líquido fueron a parar al interior de la habitación. El padre de la chica decidió intervenir, pero solo pudo abrir la puerta, no hubo tiempo de más: recibió un puñetazo en la cara que le lanzó directamente al suelo.

Sin poder reaccionar, el hombre comenzó a recibir patadas y golpes hasta que uno de los agresores tomó conciencia de que "se nos está yendo de las manos". Se creyeron a salvo mientras huían, no contaron con que había un testigo. El vecino conocía a los dos implicados en la paliza. Los dos imputados, de iniciales M.G.P. y A.J.A., que tendrán que pagar solidariamente admitieron ayer minutos antes de iniciarse el juicio haberse abalanzando contra el vecino de la capital, haberle provocado la rotura de los ligamentos de un dedo pulgar y de huesos de la nariz, así como policontusiones por todo el cuerpo.

El herido se vio obligado a cambiar las funciones que tenía asignadas en su empleo y sufre secuelas en el pulgar. La movilidad del dedo no la ha recuperado, a pesar de que permaneció en rehabilitación hasta enero de 2018. Tuvo la suerte de que "los huesos de la nariz soldaron solos", explicó su abogada al concluir la vista oral. La magistrada del Juzgado de lo Penal ha condenado a los dos jóvenes por un delito grave de lesiones, por el que cada uno de ellos deberá abonar una multa de 540 euros, después de haber admitido su culpabilidad y haberse mostrado arrepentidos de su comportamiento, lo que ha permitido reducir la pena impuesta. Los otros dos intervinientes en el altercado no fueron identificados.