"No pienso hablar de política", advertía el cura José María Diego Pascual, encargado del Espíritu Santo, y Olivares en la homilía del Cristo de Valderrey, aunque sí animó a los fieles, "voten ustedes" y pidió por una "función pública bien valorada en nuestra democracia". Apenas se oía la homilía del sacerdote dentro de la abarrotada ermita del Cristo de Valderrey debido al jolgorio que llegaba de la pradera, muy animada con las meriendas de grupos y familiares, de ciudadanos en animada convivencia en torno a las casetas y los bailes regionales y en general zamoranos que supieron compaginar a la perfección el ejercicio del derecho al voto con el disfrute de una estupenda jornada en la que el tiempo acompañó con un sol y una temperatura óptimas.

La jornada había empezado muy de mañana, con la procesión desde la iglesia del Espíritu Santo que atravesó el bosque de Valorio hasta el Puente Croix con la talla del Cristo y el resto de elementos (la caja con otro pequeño Cristo por ejemplo). Tras reponer fuerzas la comitiva siguió camino hasta la ermita del Cristo de Valderrey, que este año lucía espectacular debido a las últimas lluvias que reverdecieron la hierba, el buen tiempo y el magnífico aspecto de los terrenos aledaños que, llamados a ser un campo de golf, muestran ya algunas de las hechuras de lo que van a ser las instalaciones definitivas.

La carretera de acceso, completamente arreglada tras las obras del AVE, ha quedado muy curiosa, con el firme nuevo pero la estrechez de antaño, lo que facilitó el tránsito peatonal y de bicicletas y no tanto el de coches particulares, que se vieron con tantos problemas de aparcamiento como antes. El servicio de autobús se convirtió, una vez más, en la alternativa más eficaz para las personas que por unas razones u otras no podían acercarse andando.

El ambiente de la pradera, quizá a primeras horas más escaso de gente que otros años, sí adquirió el ambiente de las grandes ocasiones, con los grupos familiares y de amigos reunidos en torno a unas buenas viandas, los puestos de golosinas y rosquillas. El personal disfrutaba de su vino y su tapa en las casetas de la parte baja del recinto, con especial atención a la de los vecinos de San José Obrero, que se esfuerzan por dar un buen servicio y de paso recaudan fondos para las fiestas, que se celebran desde el 30 de abril al 5 de mayo.

Dulzaineros y tamborileros hallaban en este ambiente lugar propicio para sus piezas musicales, que encontraban sin dificultad gentes para bailarlas.

Mientras la fiesta se desarrollaba en la pradera en la ermita el sacerdote daba la misa, con dificultades para hacerse entender por el ruido ambiental, pero no por su verbo, breve y ameno. "Qué bien matáis a Cristo en Semana Santa en Zamora", dijo un José María Diego quien confesó en cambio haber tardado más en entender la forma en que la ciudad celebraba la Gloria del Cristo vivo "que no se hace un día en un templo, sino en 50 día en su temporada de romerías". Y ante la abundante pluviometría de las últimas semanas se preguntó: "Venimos a pedir que llueva o no?. Porque sois de ciudad, si fuerais de pueblo como yo o de las hidroeléctricas pedirías agua". Con estas y otras anécdotas compuso en cura una amena homilía en la que fue intercalando en mensaje cristiano y de tradición romera: "Celebramos la alegría de la salvación, no de la barriga llena, aunque también hay que comer".

Después presidió la bendición de campos que se celebra en el crucero a pocos metros de la ermita y la que acuden los más próximos a la cofradía.