Vivieron la Semana Santa con el mismo "fervor" que si pisaran suelo zamorano. Y siguen la marcha de las elecciones en España tan de cerca, con tanto interés como cualquier otro de sus compatriotas y "con mucha incertidumbre. Hace ya quince días que votamos por correo", explica el capitán Carlos Hernández Sastre, zamorano procedente de Castronuevo de los Arcos y criado en la avenida de Príncipe de Asturias. La añoranza por el terruño llega desde el corazón de Irak, donde cinco militares zamoranos coinciden en la Base de Camp Taji, en la Unidad de helicópteros española desplegada en la misión antiterrorista Operación Inherent Resolve. "Es un orgullo para todos", manifiesta otro zamorano Rubén Sastre Berrocal, piloto de los Chinook, que incide en lo peculiar de la situación, dada la singular zona de operaciones, "lo especializado de la unidad y lo reducido del personal allí destinado". Este compendio de circunstancias debe convertir en "un orgullo para la capital de Zamora y para la provincia" que cinco de sus jóvenes militares se encuentren inmersos en esta operación.

Una opinión que comparten sus compañeros de la Unidad Task Force de Toro, el capitán zamorano Hernández Sastre, piloto de los Cougar, jefe de logística, de gestión personal y encargado de abastecimiento; la teniente María Rocío López Redondo, de Villar del Buey; el teniente Manuel Fontanillo Castillejos, de Zamora; y el sargento primero Miguel Ángel Guerra Torrecilla, natural de Toro, todos ellos oficiales o suboficiales de carrera militar.

Llegaron en enero a Irak para convivir con más de 3.000 personas de 74 países, en la lucha "contra Daesh. "No se piensa en lo complicado de la zona, es la muestra del compromiso en la lucha contra el terrorismo y con la seguridad", declara Hernández Sastre. Con ese objetivo de fondo, es "altamente gratificante contribuir, más si cabe en un entorno tan crítico como es Irak, a la operatividad de la flota de helicópteros del Ejército de Tierra desplegada" para dar respuesta a las necesidades de las aeronaves españolas, apunta el ingeniero aeronáutico Fontanillo Castillejos.

A 4.450 kilómetros de España, estos zamoranos trabajan duro, los pilotos desde las cinco o las seis de la mañana para realizar vuelos a bases, informes sobre la misión que les ocupe en cada jornada y otras tareas, entre las que se encuentran las de oficina en la Unidad de Transmisiones entre el edificio, España y Estados Unidos, explica Hernández Sastre. La experiencia profesional es el principal atractivo que les ha llevado a Irak, "poder poner en práctica lo que aprendes en la academia de oficiales y en los diferentes destinos en los que has estado, en un escenario como el de Irak, en una misión internacional", es todo un reto impagable. "Y una vivencia personal también", indica.

"Prácticamente, hay un vuelo diario, se trabaja mucho", pero hay tiempo para el disfrute. Exprimen el sábado, único día libre, en el centro de ocio, el gimnasio, "aunque siempre estamos a disposición de nuestro jefe americano". No faltan "comidas de confraternización", ni el recuerdo "de los momentos más destacados de nuestra tierra, como la Semana Santa", apunta Guerra Torrecilla.