Mujeres. Madres, hijas, abuelas, nietas, primas, sobrinas, tías, hermanas. Amigas, vecinas, conocidas, novias. Mujeres. Las mujeres de Zamora y la Virgen de la Soledad caminando junto a todas ellas. Hermanas de Jesús Nazareno, hermanas de la Virgen de la Soledad. Cofrades de capa y cofrades de acera. Todas ellas postrándose ante el dolor de una madre que camina de luto riguroso por las calles de Zamora. Con un raso pobre como la provincia y la ciudad que la vela y la adora.

Madre zamorana que llora la partida de sus hijos a otras provincias o a otros países. Exiliados zamoranos en busca del pan pero con el corazón siempre en Zamora, soñando con la resurrección de su provincia. La muerte lenta de la ciudad que hemos conocido y que revive cada Semana Santa.

22

Procesión de la Virgen de la Soledad

Mujeres de Zamora. No todas pero sí muchas de ellas en las filas y en las aceras llenando de luz y de calor la noche zamorana del Sábado Santo. Tristes pero serenas, con el recuerdo siempre presente de los que este año se marcharon y ya no están. De los que se fueron antes que ellos y no se olvidan. Con la pasión por los que vendrán y a los que hay que legar la tradición.

Los acordes de David Rivas interpretados por una banda zamorana cansada en el final de la Pasión. En tus manos Soledad. Cantera de músicas excepcionales, banda sonora de nuestras vidas, marchas fúnebres de fuera que ya son nuestras: Thalberg, Mater Mea. Marchas de Zamora que exportamos fuera: Perdónalos, En tus manos Soledad, Nuestra Madre.

Camina lenta la Soledad, Señora de Zamora. Madre de oración en la iglesia de San Juan a donde se acercan sus zamoranos a verla, a saludarla, a contarle sus penas y sus alegrías. Camina apesadumbrada por la muerte de su hijo, por la muerte de sus hijos y de sus hijas, por todos los que ya no pueden bajar a acompañarla.

Camina entre un mar de tulipas que es la luz a la que se agarran los zamoranos para soñar con la resurrección. La de Jesús, que vencerá a la muerte y vestirá Zamora de rojo. La de la ciudad y la provincia, la de esos pueblos vacíos que apenas reverdecen de verde Esperanza en primavera y verano.

Bendita fila de pequeñas cofrades tras la eliminación de las listas de espera. Con la emoción y la pasión que siempre se tiene cuando se debuta. Con la pasión que mantienen las que año tras año se acercan puntuales a las 20.00 horas hasta San Juan para acompañar en el dolor a una madre.

Se queda pequeña la Plaza Mayor de Zamora. Se llena de los que todavía no se han ido pero lo harán en las próximas horas. Se llena de los que se quedan y la miran desde lejos porque sólo le hacen falta miradas a la Soledad. Dios te salve, reina y madre.

Y al final, cuando se ha apagado el día y ha llegado la noche, cuando el dolor es tan fuerte que la Soledad busca refugio en su templo, un mar de tulipas y los acordes de la Marcha Real como señal de respeto a la madre que lo ha perdido todo pero a la que siempre le queda amor para los que quedan.

Mujeres de Zamora. No procesionan todas pero sí muchas de ellas en las filas, en las aceras y en las bandas de música. Ya no podrán hacerlo nunca Laura Luelmo ni Leticia Rosino. Nunca una madre debería enterrar a su hija. En tus manos, Soledad.