En la entrada de Fresno de Sayago hay una pequeña nave, situada a mano izquierda en la carretera según se mira hacia Almeida. Allí detiene sus pasos el candidato de Unidas Podemos, Alejandro Rodríguez, feliz al ver, por fin, a dos personas. Han pasado diez minutos y el paseo por el pueblo ha sido infructuoso. Nadie. Y ahora tampoco habrá suerte. El aspirante al Congreso se presenta: "¿De Podemos?", pregunta uno. "Yo es que soy el alcalde y creo que no tenemos nada de lo que hablar", añade. Su compañero sí apostilla algo, pero el inicio de la frase deja pocas dudas al descubierto: "Sin ánimo de ofender...". El resto es fácil imaginarlo.

La visita comienza torcida, pero Rodríguez hallará pronto a sayagueses con los que charlar. El primero, Modestín. Así se presenta un hombre mayor, con ropa de trabajo, boina y dos perros como escolta. Anda cojo y habla bastante, pero también escucha. Eso sí, supedita la conversación a realizar un viaje en dirección a Almeida. Antes de llegar a esa localidad vecina quiere que el fotógrafo tome una imagen de una señal situada al lado de donde sufrió un accidente.

Así, fotógrafo, periodista, político y Modestín suben al coche. Conduce el sayagués. "Esta tierra tiene fama de mala y Aliste también, pero no lo son", advierte. El hombre habla de concentración parcelaria, de ganadería, del bar que hubo y se fue, de la vida que bullía y ahora languidece.

Modestín se ha dedicado toda su vida a la tierra y a la ganadería. Habla de ello con pasión y humildad. Alejandro Rodríguez pregunta y se interesa por una realidad que solo cambia en verano, cuando los descendientes del pueblo acuden a llenar unas casas que, mientras tanto, sobreviven prácticamente vacías al invierno.

Tras veinte minutos de viaje, Modestín vuelve a casa y el candidato de Unidas Podemos se acerca a una pareja de personas mayores. Los dos rozan los 90 y echan el rato al sol, apoyados sobre el muro de piedra de su casa. "¿Qué tal las pensiones?", pregunta Alejandro Rodríguez. "Debieran de subirlas, pero un matrimonio sin hijos, como nosotros, aquí vive bien", señala el hombre, que se presenta como Domingo. "Ojo, sin lujos", se apresura a matizar.

"Nosotros estamos aquí desde que nacimos y no hemos tenido que pedir. Ahora hay casas cerradas, que venga la gente", sugiere Domingo, que explica que, ante la ausencia de bar, el pueblo ha habilitado un local municipal que abre un par de horas al día. "Nos entretenemos", indica.

Alejandro Rodríguez pregunta por las cosas cotidianas: el médico, que va tres veces por semana, o el autobús, que pasa una vez al día: "No nos podemos quejar", repite la pareja junto a cada respuesta. "Si sales y miras por la zona de Sayago está todo igual", le explica Domingo al candidato, que revela sus raíces de Pereruela y desvía la conversación hacia ferias de antaño: "Ahora es distinto. Aquí estaremos todos los días 50 o 55", apunta el hombre mirando a su mujer. Ella asiente.

Tras esta conversación, Alejandro Rodríguez concluye que "es necesario revitalizar estos pueblos para que no se mueran". "Aquí vive gente mayor, que quiere estar en su casa y que huye de mareos y dolores de cabeza", señala el candidato de Unidas Podemos, que apela a la necesidad de "habilitar viviendas para que la gente pueda quedarse y ofrecer una buena conexión a Internet". "Lo que hay ahora es insuficiente para asentar un proyecto de vida", lamenta.

Antes de subir de nuevo al coche, Alejandro Rodríguez celebra que el problema de la despoblación se esté poniendo en la agenda de los políticos. Para él, la pelea es "personal" y prioritaria: "Luchar por los pueblos es el motivo por el que me metí en política", asegura. La batalla continuará. Primero, en la campaña electoral y, más tarde, en las instituciones con los representantes que elija Zamora.