Zamora también se manifiesta en la Revuelta de la España Vaciada. Cientos de personas procedentes de la provincia han acudido este domingo a la jornada convocada en Madrid para exigir soluciones en los territorios despoblados del país, que ven cómo sus pueblos y ciudades merman mientras la clase política mira hacia otro lado.

"Zamora también existe", "Pedimos justicia" o "Ser pocos no nos resta derechos" han sido algunos de los eslóganes utilizados por los representantes de la provincia en una manifestación que ha llenado una parte del centro de Madrid hasta primera hora de la tarde.

Más de 100.000 personas según los colectivos organizadores Soria Ya y Teruel Existe, y 50.000 según la Delegación del Gobierno, invadieron la capital para secundar la manifestación de la Revuelta de la España Vaciada, una protesta contra la despoblación que tristemente abanderan provincias como Zamora.

Si bien es cierto que tan solo dos autobuses partieron desde la capital del Duero, gracias a asociaciones como Zamora 10 o la plataforma Viriatos, la seña bermeja ondeó en una multitudinaria marcha que partió desde la plaza de Colón pasadas las doce del mediodía tras un simbólico minuto de silencio y la posterior “rompida” de los tambores aragoneses.

Al margen del emblema zamorano rojo y verde, las banderas de las formaciones políticas y sindicales desaparecieron de la masiva movilización. De acuerdo a la solicitud exigida por los movimientos convocantes, los numerosos representantes políticos participantes dejaron atrás señas y siglas para participar en la movilización apartidista a título particular. De hecho, tal y como recordaban los organizadores, la revuelta de la España Vaciada “nace como consecuencia de la omisión o inacción de la clase política” en la defensa de derechos reconocidos constitucionalmente como la igualdad, la vertebración, la cohesión o el equilibrio territorial de este país que, “en muchos casos, ha provocado la despoblación de sus tierras”. De ahí el matiz de España “Vaciada” en lugar de “vacía” en alusión a un desierto demográfico provocado paradójicamente por el ser humano.