El ensayo general no pudo con los nervios. Y es que, si el nombre del escenario, sala de lo criminal, sobrecoge, cruzar la gran puerta de madera que cierra la principal sala de vistas de la Audiencia Provincial deja fuera de juego al más templado, con un "atrezzo" que remite más a tribunales inquisitoriales que a los propios de la modernidad. La sobriedad de su mobiliario y su impresionante decoración dejó boquiabiertos a los trece alumnos de 4º de la ESO de la Universidad Laboral.

Los adolescentes fueron tomando asiento en la magnífica sala con más de un siglo de historia y durante una hora asumieron los papeles de juez, fiscal, abogado de la defensa, acusados y testigos. Fueron cada uno de los protagonistas de un juicio simulado en el que dos de los alumnos interpretaban a escolares que habían amenazado, insultado y agredido a una profesora dentro y fuera del aula.

Los imputados por los tres delitos de faltas, menores de entre 15 y 16 años, declararon en el hemiciclo, presidido por dos grandes murales, uno recuerda el pecado más grave de la humanidad, el asesinato entre hermanos: Caín matando a Abel. Al otro lado, la Justicia luchando contra el mal. La curiosidad de los alumnos sobre la obras de Daniel Bedate, artista zamorano y profesor de la Escuela de San Ildefonso, fue saciada por el decano de los jueces, Manuel García Sanz, que, junto al presidente de la Audiencia, Jesús Pérez Serna, acompañó ayer a los inusuales visitantes.

Por el estrado fueron pasando los testigos, ajustados a un guión que terminó con la intervención de la fiscal para exigir 120 horas de trabajos en beneficio de la comunidad para reeducar a dos adolescentes con comportamiento conflictivo. La abogada de la defensa pedía su absolución por falta de pruebas, como en los juicios reales.

Concluida la vista oral, García Sanz, abrió un tiempo para explicar la estructura de los juzgados, cómo funcionan, y qué materias dictan sentencias los jueces. Después fue el momento de las preguntas, "¿por qué el acusado puede mentir y el testigo no?". El decano aclaró que la Constitución concede el derecho al imputado a no declarar contra sí mismo, "por eso pueden mentir". Los testigos, por contra, están obligados a decir la verdad, salvo si son familia del acusado, para evitar una denuncia por falso testimonio. "¿Se puede entrar en los juicios?", otra duda habitual de quienes acompañan a imputados y testigos: "Sí, salvo si el delito afecta a la intimidad de la persona", apuntó el decano. "¿Y si condenan a una inocente?". Esta vez respondió Pérez Serna: "el tiempo perdido en prisión no puede devolverse, pero sí indemnizar". La jornada "Educar en Justicia" terminó en el despacho del presidente, en los calabozos donde los presos aguardan para declarar y en la oficina de un juzgado. Una "experiencia que impresiona", que los alumnos aseguraron no olvidarán.