Sus épicas travesías son tan extensas como su palmarés y su amable sonrisa. David Meca ha hecho el Camino de Santiago a nado del tirón. Ha completado la distancia que separa la Península de las Islas Baleares. Ha cruzado el Estrecho de Gibraltar no una ni dos sino tres veces de forma consecutiva. Ha logrado "fugarse" de la isla de Alcatraz incluso con grilletes en los pies hasta alcanzar la bahía de San Francisco. Ha remontado el curso del Guadalquivir. Ha cruzado el Canal de la Mancha en dos ocasiones. Ha recorrido a nado los 110 kilómetros que separan Tenerife con Las Palmas de Gran Canaria en menos de 24 horas. Etcétera, etcétera, etcétera. En resumen, ha sido imparable. Ni las medusas, ni los tiburones ni las falsas acusaciones han logrado frenarle.

Ahora, se desenvuelve como pez en el agua en auditorios dando charlas motivacionales relatando su ejemplo de superación. Una historia de vida que comenzó entre berrinches cuando los médicos le obligaron a nadar desde pequeño para corregir sus problemas físicos. Como él mismo reconoce, era un "cromo" de chaval. Tenía desviada la columna, llevaba hierros en las piernas, calzaba botas ortopédicas, padecía asma y tenía problemas de oídos y anginas. Nadie creía en él y ahora todos se rinden ante él. Sin ir más lejos, el pasado jueves logró levantar de sus butacas a los seiscientos espectadores que abarrotaron el Teatro Ramos Carrión con motivo de la gala de los premios Talento, organizados por la Diputación de Zamora con el apoyo de Caja Rural y la colaboración de Cruz Roja.

-Ha abandonado la alta competición pero no la motivación que ahora intenta contagiar al resto del mundo.

-Sí, intento motivar a la gente emprendedora. No hay nada más bonito que la gente que se pone retos y objetivos en la vida. Admiro a esa gente talentosa y motivada. En mis conferencias, transmito los valores de trabajo, esfuerzo, ilusión para conseguir cualquier reto en la vida.

-¿Hay muchas semejanzas entre el deporte y el ámbito empresarial?

-Sí, no deja de ser una empresa. Durante mi carrera he creado varias empresas, unas han ido mejor, otras peor, pero de la que estoy más orgulloso es la empresa de mi vida deportiva. Ha sido muy bonita y tras muchos años de esfuerzo, llegamos a alcanzar el éxito de ser campeón del mundo de natación, que era el sueño que siempre había tenido.

-Y eso que era un "cromo"...

-Sí, era un chaval con muchos problemas físicos, llevaba botas ortopédicas, hierros en las piernas... Nadie apostaba por mí, pero al final alguien sí lo hizo y me entrenó con mucha constancia. Era un niño al que obligaban a nadar y lloraba cada día que le llevaban a la piscina.

-¿Dónde encontraba la motivación durante tantísimas horas nadando?

-Con pequeñas o grandes cosas. Soy una persona que se pone objetivos constantemente e intenta superarse, me motivo con medallas en campeonatos del mundo, con conseguir retos o con intentar hacer historia en cada brazada que doy.

-Pero la rutina cansa.

-Sí, por más enamorado que estés de tu trabajo, hacer cada día lo mismo durante ocho o diez horas, cansa. Todos nos venimos abajo en algún momento. Es complicado, pero al final hay que motivarse para seguir adelante luchando.

-¿Ganar también se convirtió en rutina?

-No, nunca lo es porque al final, conseguir el éxito cuesta. Y el éxito no llama a tu puerta, el éxito es para quien lo busca. Si amas lo que haces, al final acabarás triunfando, pero hay que estar ahí trabajando y sacrificándose, teniendo mucha pasión por lo que haces.

-¿La pasión también es la clave para el éxito empresarial?

-Sí, junto a la ilusión, la constancia, la lucha y el sacrificio. Al final, el éxito no depende del talento, sino de la actitud que le ponemos a las cosas de la vida.

-¿Echa de menos competir?

-No, me retiré como campeón del mundo y estoy feliz de haber tomado esa decisión en ese momento, el más bonito de mi carrera.

-¿Cómo es su día a día en la actualidad?

-Sigo entrenando y nadando en cosas benéficas. Continúo en activo, feliz y manteniendo mi cuerpo más o menos atlético. Además, soy arquitecto, monté empresitas y tener ilusiones es lo que me hace despertarme todavía con más ganas.

-Para licenciarse como arquitecto tuvo que marcharse a Estados Unidos porque a los 18 años le dieron a elegir entre estudios y deporte de élite y usted quería compaginar las dos cosas pero en aquel momento, España no le ofrecía esa posibilidad.

-Sí, en España no se ayuda al deportista para que compagine estudios universitarios con el deporte de élite, por eso la gente se va. Aplaudo a toda esa gente que se va y busca seguir con el deporte y tener una carrera universitaria porque el fallo más grande que se puede cometer es dejar los estudios por el deporte.

-Medusas, tiburones, oscuridad... se ha enfrentado a un montón de adversidades, ¿Cuál ha sido la peor?

-La oscuridad. Y los tiburones, no del agua sino los que están en nuestras mentes, que son mucho más peligrosos.

-¿Qué quiere decir?

-Que el bicho más peligroso somos nosotros mismos en el sentido de que si te falla la cabeza, te falla todo. Puedes estar preparado para cruzar el Atlántico o el Mediterráneo, pero si al final te falla la cabeza, por más que hayas nadado, entrenado o trabajado, no conseguirás tu meta.

-¿Qué pasaba por su mente durante todas esas horas braceando?

-Casi todo malo, pero siempre hay algo que es más poderoso como hacer historia, no fracasar o no decepcionar. Son cosas más poderosas que el dolor, la soledad y la oscuridad de la noche.

-Imagino que uno de esos momentos de oscuridad vendría motivada por la sanción por dopaje, ¿no?

-Sí, fue el momento más doloroso de mi carrera. Fue algo que te viene, que no mereces y que no te esperas, pero al final para mí significó el principio de mi éxito. A partir de ahí me puse a entrenar como nunca lo había hecho hasta el punto de conseguir 28 títulos mundiales. Al final las adversidades te pueden destruir o hacer más fuerte y en este caso, gracias a Dios, nos hizo más fuertes.

-Lo lógico hubiera sido tirar la toalla...

-Sí, hubiera sido lo más normal. En ese momento es lo primero que quieres hacer.

-Es una pena que no descubramos nuestros límites hasta vivir una situación así.

-Sí, la vida es así de maravillosa y de injusta.

-¿Cuál es el mejor recuerdo que guarda de su carrera?

-Cuando volví a la alta competición después de esos casi tres años de sanción y me convertí en el primer y único nadador de la historia en ganar cuatro medallas en el mismo campeonato del mundo de natación en Hawaii, fue el retorno por todo lo alto.

-¿Aprecia diferencias en la actitud entre la sociedad de Estados Unidos y la de España?

-Allí igual se admira al que triunfa y aquí a veces se le ponen trabas, sobre todo a los empresarios. El éxito es algo admirable, no es algo para cuestionar las formas de cómo habrá llegado allí. Tener ambición no es nada malo y aquí no nos gusta esa palabra.

-¿Sus próximos retos?

-Disfrutar cada segundo de la vida.

-Tenemos el Duero aquí al lado...

-No estaría mal, pero cuando esté más calentito.