Susana Arizaga

¿Es mejor pagar por alimentos de origen ecológico o un tratamiento de cáncer o enfermedades graves? La ética animal, que "se ha convertido en un asunto de salud pública", es la clave a este interrogante, al reivindicar una alimentación ecológica para bajar el gasto sanitario. Esta correinte denuncia que "se nos está incorporando elementos tóxicos al organismo a través de la ingesta de animales y plantas" contaminados, que conforman la dieta más extendida, explica Marcos de Miguel, director en España de la editorial mexicana Plaza y Valdés, tras las primeras Jornadas de Sensibilización de Ética Animal, organizadas en Zamora y pioneras en España. Expertos en la materia han reflexionado sobre los riesgos de una alimentación basada en productos industriales y procesados, que están intoxicando a la población. "No somos conscientes de que cuidando el bienestar animal cuidamos la salud del ser humano", subraya el editor, "no se trata solo de erradicar el sufrimiento animal" con explotaciones ganaderas o granjas en las que se alimente de forma natural, sino de "una cuestión de salud pública". El gasto sanitario se vería reducido, apostilla, si la población consumiera productos ecológicos.

Consciente de que detrás de este fenómeno está un sistema que prima el beneficio económico sobre la salud, De Miguel no duda en proclamar que "el consumidor tiene un poder que no imagina" para imponer esa forma de consumo saludable, que conlleva "cambiar de hábitos alimentarios" para poner fin a la intoxicación de la que es víctima. Se trata de huir o reducir el consumo de productos procesados, de las verduras industriales, sometidas a tratamientos químicos excesivos o, incluso, regadas con el agua de acequias cuya toxicidad no se controla. Esta corriente ecologista propugna evitar comer la carne de animales a los que se trata con medicamentos para acelerar su engorde e incrementar la producción, "sin un control en la forma de alimentarles, sin tener en cuenta que el animal incorpora a su carne esas toxinas y que las comemos". Ahí está el ejemplo de las bacas locas.

La propuesta no es utópica, afirma, puesto que se pueden reducir las raciones, con comer una vez a la semana esas carnes es suficiente, según los nutricionistas, abunda el director editorial. En definitiva, la ética animal propugna que se prime la calidad sobre la cantidad, reducir las dosis de carne o huevos, de alimentos que contienen productos tóxicos, y concienciarse de que "lo barato es caro', ya que si la población enferma, hay que invertir más en sanidad, apunta el director de la editorial Plaza y Valdés especializada en la publicación de títulos con visión animalista y ecologista, varios de ellos ponentes de estas Jornadas, que tendrán continuidad anual en Zamora, cuyo interés ha llevado a otras capitales de Castilla y León, como Valladolid, de Galicia y a Tenerife a solicitar estos encuentros.