Durante la Edad Media, Zamora llegó a albergar más de setenta iglesias románicas. La conocida repoblación y el interés de determinadas órdenes de tener representación en la ciudad ayudó a la proliferación de estos templos. Cuando se habla de románico en la ciudad, aparece siempre el célebre término "tardorrománico". Es la fase terminal del primer arte internacional, cuando el incipiente estilo gótico comienza a erigir las más increíbles catedrales en el norte de Francia.

No se trataba en la segunda jornada del décimo cuarto curso Arte en Zamora de la UNED de redundar en el tópico. Sino de viajar al panorama arquitectónico intemediatamente anterior a esa realidad tardorrománica tan profusa en la ciudad. El arquitecto Marco Antonio Martín asumió el reto de dar marcha atrás a la máquina del tiempo para conocer qué hubo antes. "Cuando hablamos del siglo XI y de las primeras décadas del XII, surgen aspectos como el Campo de la Verdad, la Puerta de Doña Urraca o la iglesia de Santiago el Viejo, pero es importante conocer que también existen vestigios materiales de este periodo", precisa.

Dichas evidencias materiales "no son iglesias completas ni catedrales", como las que vemos y disfrutamos cada día. Sino de "pequeñas partes" de la arquitectura conservada, acaso algunas piedras en alguno de los edificios que han sobrevivido. "Para hablar de estos vestigios, hay que tener una panorámica general, leer, investigar y, luego, extraer aquello que nos interesa", expone Marco Antonio Martín. Y ese interés descansa en la identificación de las "diferentes fases constructivas" de nuestros viejos inmuebles.

Pero, ¿cuáles son esos vestigios más evidentes? El arquitecto, que trabajó de lleno en el extenso programa Zamora Románica, responde al instante. "San Cipriano y Santa María la Nueva". En efecto, son dos de los edificios más interesantes del románico zamorano en cuyas entrañas descansa parte de la historia de la ciudad. "Siempre hemos sabido que contienen algunos de los vestigios más antiguos de la ciudad por detalles como el estilo de la decoración de los capiteles o los canecillos. Pero además queda claro que ambos ejemplos comparten una historia común, prácticamente desde el origen, porque se trata de solares de la ciudad de muy antigua ocupación", analiza.

Hubo otro objetivo más: comprobar que las antiguas inscripciones de San Cipriano prueban, en efecto, su primer origen en el año 1094. "Si finalmente todo encaja, se puede hablar de una serie de características arquitectónicas propias del siglo XI", añade Martín, uno de los dos conferenciantes de las jornadas Arte en Zamora. El solar de Zamora como "laboratorio" donde extraer el verdadero conocimiento sobre su arquitectura.

En efecto, San Cipriano y Santa María la nueva fueron dos de los edificios más estudiados en el programa de restauraciones. En concreto, este último se benefició de una intervención integral que ayudó a conocer el subsuelo y las diferentes fases constructivas, así como elementos desconocidos como la existencia de los restos de un artesonado mudéjar, hoy restaurados y musealizados en el interior de la torre. Por su parte, los trabajos en San Cipriano se centraron en corregir las humedades de la cubierta y en consolidar algunos elementos, como relieves, que corrían el riesgo de desaparecer.

La iniciativa de la UNED continúa hoy con la tercera sesión. La profesora de Historia Ana Suárez González pronunciará la conferencia "Entre escritos de monjes blancos". Por su parte, el también historiador y ex director del Archivo Histórico Provincial Florián Ferrero hablará de la "Estructura urbana de Zamora en el siglo XI". La sesión comienza a las 19.00 horas. El curso finaliza el viernes con las intervenciones de la científica Therese Martín y de la arqueóloga territorial Hortensia Larrén.