Aunque al patriarcado aún le queda vida por delante, lo cierto es que el cambio social que lidera el feminismo para colocar a la mujer en una situación igualitaria respecto del hombre es una realidad, aunque "el proceso es complejo porque se trata de mover las estructuras sociales", abunda la politóloga Lina María Cabezas Rincón en un amplio análisis de 8M, su importancia y su génesis.

-¿Diría que estamos en la cuarta ola feminista como se sostiene desde parte de este movimiento?

-El feminismo vive un momento muy especial, de revisión de la agenda feminista, hay cuestiones que empiezan a tomar fuerza. Creo que no puede hablarse tanto de momentos diferenciados tan rígidos, estamos hablando de un proceso de cambio social y la agenda feminista se adapta y pone sobre la mesa problemas que inciden en la igualdad entre hombres y mujeres. El cuidado dentro de la familia, por ejemplo, es una cuestión que cada vez tiene más fuerza, ya que la población en Europa, en España está cada vez más envejecida y a la mujer se le asigna un papel fundamental, el rol de cuidadora. Podríamos hablar de cambios sociales fuertes, en los que la agenda feminista tiene un papel muy importante.

-Hemos visto como en otras fases del feminismo, tras la eclosión y algunos logros, se retrocedía socialmente, se volvía a confinar a las mujeres con recortes de esos derechos, ¿se puede decir que en este momento está consolidado?

-Cabe preguntarse, tras las dos grandes movilizaciones de 2018 y 2019, en las que había también hombres, si es moda o tendencia. Creo que solo se explica si se mira hacia atrás y se observa el trabajo hecho por el movimiento feminista, que ha logrado una sensibilización social sobre el papel de la mujer y su posición en la sociedad. Es el resultado de todo un trabajo que se ha venido haciendo, también de una tendencia internacional..

-Como dice, no en todo el mundo se han dado pasos.

-Pero es un movimiento internacional, a nivel mundial también ha habido movilizaciones en torno a la mujer, ahí está el "me too"; o en países donde las mujeres salen a la calle a pesar de no haber un feminismo estructurado. Esa dimensión internacional del feminismo es importante. Hay mucho más por hacer aún, que el esfuerzo no decaiga, es un mensaje que se lanzó el viernes.

-¿Estamos ante el fin del patriarcado, se ha avanzado tanto como para que sea imparable el camino hacia la igualdad?

-No estamos ante el fin del patriarcado, esta es una cuestión mucho más compleja, más profunda, estamos hablando de una estructura social, cuya modificación comporta un proceso complicado. Queda mucho todavía para llegar a configurar una sociedad más igualitaria, aunque hemos dado grandes pasos. Se ha avanzado muchísimo, si nos retrotraemos a la historia de nuestras abuelas, de nuestras madres y observamos a los jóvenes actuales, en la manifestación del 8M había cantidad de jóvenes, se ve un cambio grande. Se ha avanzado hacia sociedades más igualitarias en Europa, inclusivas, donde la mujer tiene más peso, pero queda mucho camino y los datos lo avalan, hay diferencias sociales, ahí está la dedicación de tiempo al cuidado frente al trabajo principal. En Latinoamérica, como otros países del mundo, la situación es muy diferente todavía.

-¿Hay una conciencia clara de lo que es feminismo entre las propias mujeres?

-El universo de la mujer es tan diverso, no hay un sentido único del ser mujer, aquí juega su papel la ideología, la percepción cambia. El feminismo es tener conciencia de ser mujer en un contexto social. No vamos a encontrar una visión única y no creo que el movimiento feminista aspire a esto. Una encuesta de esta semana indica que solo un 48,5% de las mujeres se consideran feministas, con lo que faltaría esa concienciación, algo pasa, puesto que vemos que la desigualdad existe. Creo que el debate sobre ser feminista se está dando más en términos de categorizaciones gruesas, lo que impide que se comparta un principio o unos principios básicos. El feminismo conlleva cambios de mentalidad gradual, culturales, que son mucho más lentos.

-¿Esa categorización está estudiada para desmovilizar el feminismo?

-El feminismo pone en cuestión un orden social establecido y, evidentemente, hay reacciones contrarias a esa pretensión, pero no creo que todo esté tan organizado. Son procesos complejos que generan resistencias. No creo que haya orquestación para evitar que las mujeres lleguen, sino que se trata de resistencias propias que generan este tipo de movimientos que cuestionan unas estructuras y los roles establecidos para hombre y mueres.

-Frente a este movimiento social progresista se rearman las ideologías machistas, la ultraderecha y la derecha que pretenden perpetuar el patriarcado, ¿a qué obedece?

-Siempre que existe un movimiento de reforma surge la contrarreforma, es algo normal, el estatus quo se mueve, la emergencia de esta ola es un indicador para el feminismo de relativo éxito, de que estamos haciendo las cosas bien, ya que ese tipo de discursos contrarios se levantan de nuevo. También contribuye el que hay hartazgo de lo políticamente correcto, reflejo de un sector de la sociedad que se ha cansado de ese discurso feminista y es ese sector el que dice "somos una derecha sin complejos que habla las cosas como son". Es normal cuando mueves el estatus quo.

-¿Cómo se explica que haya mujeres que abanderen el discurso Vox, que busca cambiar leyes incuestionables como la de Violencia de Género o el aborto?

-No se sienten representadas con el discurso feminista, tienen ideas o visiones diferentes o experiencias diferentes, la mujer no es un sujeto uniforme, hay perfiles diferentes que viven el ser mujer de forma diferente, visiones diferentes. En los debates feministas también hay diversidad de opiniones. Es tal la complejidad del asunto que no es cuestión de hombres contra mujeres ni viceversa, ni de que el machismo lo defienden solo hombres y el feminismo solo mujeres. No se puede generalizar.

-¿El camino hacia una sociedad igualitaria es imparable?

-En sociedades como la española, la igualdad de género ha calado y se ha aceptado, es imparable. Sociedades como al española, las europeas, no de otras latitudes, tienden a ser más igualitarias, lo que no quiere decir que sea un camino progresivo lineal ascendente, puede tener marchas atrás, cuestionarse muchas cosas. Creo complicado que haya un retroceso significativo como para que se vuelva a condiciones de hace 70 años, aunque surgen nuevas formas de discriminación.

-¿A qué formas de discriminación se refiere?

-Por ejemplo, en el mercado laboral, está empezado a haber un cambio importante con las nuevas tecnologías, las mujeres comenzamos a tener un problema con la incorporación a esos trabajos, como en ingenierías, donde el porcentaje de hombres contratados es mayor que el de mujeres. Hay frente de lucha ahí, son nuevos retos frente a los que la sociedad deberá ir buscando encaje.

-La brecha salarial continúa en el eje de las reivindicaciones.

-En España, es del 24%, según UGT. Hay más hombres ocupados que mujeres y la EPA de 2017 fijaba en el 26% el porcentaje de paradas con nivel alto de formación, frente al 18% de desempleados, pese a estar igual o mejor formadas. En Castilla y León, el 23,7% de paradas tiene una educación superior frente al 10,5% de hombres. Son datos objetivos que dejan ver hasta dónde llegan esas desigualdades y lo que falta.

-¿Y el techo de cristal?

-Existe. Se ha avanzado en cuanto a la participación de mujeres en los consejos de administración. Según el Informe de Mujeres en los Consejos de las empresas cotizadas elaborado por Atrevia y el IESE, actualmente se sitúa en un 20%, pero aún falta para llegar al 30% que estableció como objetivo la CNMV en el Código de Buen Gobierno. En algunos ámbitos se ha alcanzado más que en otros, a nivel político ha aumentado en cargos de representación, más en instituciones autonómicas y nacionales, que liderando ayuntamientos. En el ámbito empresarial poco a poco se avanza.

-El sexismo es otro de los campos en los que es preciso emplearse a fondo, ¿solo cabe educar?

-El cambio político es importante para que las leyes garanticen condiciones para competir en igualdad, pero, al final, la educación es un eje de cambio importante, fundamental para el cambio cultural y de mentalidades. El cambio se percibe también en la familia, donde los roles de género van variando. Hace dos décadas se hizo un experimento con niños de dos años sobre los funciones que identificaban con el padre y la madre, resultó que estaban muy establecidas. Esa diferenciación tan rígida no lo es tanto ahora, a ello contribuye la familia, la forma de pensar de los amigos, las relaciones sociales.

-¿El "ni un paso atrás" que reivindican las mujeres es una realidad hoy más que nunca?

-El retroceso es un peligro que siempre estará ahí, pero, si vemos toda la progresión, el saldo es positivo. Se han venido haciendo cambios que han generado reacciones, se van consiguiendo mejoras para las mujeres en términos de igualdad, puede que sí, eso está. Pero puede que eso explique la emergencia de estos discursos que cuestionan el feminismo y esa idea de que hay desigualdad .

-¿Cómo explica que los discursos de Vox contra derechos de las mujeres como el aborto que tanto han costado, contra una Ley de Violencia de Género o de LGTBI calen en una sociedad del siglo XXI?

-A nivel internacional estos discursos también existen y están cogiendo fuerza, lo vería como enmarcado en una reacción al discurso más extendido, más establecido socialmente y, puede, ser que más asentado en el imaginario cultural.

-¿Los hombres continúan mirando en su mayoría con recelo al feminismo?, ¿de esa desconfianza, de ese miedo, surgen esos calificativos despectivos como feminazi?

-Un 37,3% de hombres y un 48,5% de mujeres se definían como feministas en la última encuesta elaborada, por tanto, no podemos atribuir el término feminazi a los varones solo, ni tampoco el que sean los únicos que no quieran que la mujer avance. Hay un porcentaje de hombres que comparten la lucha feminista o, al menos, las reivindicaciones. Las etiquetas como feminazi son parte de esa lucha dialéctica que se da en torno a este movimiento social.

-¿El futuro será feminista o no será, como proclama este movimiento social?

-Ceo que las sociedades en Europa, en España, tienden a ser más inclusivas, y el feminismo está muy presente, pero son procesos sociales que no son rígidos ni unidireccionales, se mueven, avanzan mucho unas veces, otras retroceden. El discurso feminista es el de lograr una sociedad más igualitaria, busca que las mujeres no tengamos menos derechos, no es cuestión de robar derechos a otros.

-¿Ha llegado el momento de incorporar al hombre para que se sienta parte de la solución a esta desigualdad?

-Sí, y se está consiguiendo, es fundamental. En las manifestaciones del viernes, había hombres de todas las edades, esta no es una causa de mujeres sino de la sociedad. Nos irá a todos mejor si la mitad de la población no está en una posición de inferioridad, hay unos efectos sociales negativos en esta situación. Creo que los hombres están siendo más sensibles a esto.

-Sin embargo, hay una preocupación creciente por el aumento de violencia de género entre jóvenes, de agresiones sexuales, los varones reproducen roles machistas que deberían estar superados en el siglo XXI. ¿Qué mecanismos deben ponerse en marcha?

-La causa feminista está teniendo una acogida importante entre los jóvenes, pero es verdad que también algunos reproducen tipos de violencias tradicionales. Hay un trabajo muy importante que hace falta y está por hacer de educación, de pedagogía. A veces creemos que lo hemos conseguido y no es así. Creo que hay estructuras que se mantienen y son difíciles de cambiar. En las generaciones más jóvenes existe un riesgo importante de involución, que se está detectando.

-¿No cree que es un problema que debe abordarse con políticas más complejas que la mera educación desde la escuela o la familia?

-Hay que combinar distintas medidas, educativa, políticas públicas de pedagogía, trabajar en cómo hacer que los jóvenes hagan un mejor uso de los teléfonos móviles y las nuevas tecnologías, que vienen muy ligadas a ellas. Se habla de cómo ahora el varón ejerce un control sobre la mujer con el móvil, y se comienza a trabajar para atajar esos comportamientos. La educación debe dirigirse no solo al ámbito familiar y de la escuela, sino también a contextos de socialización, amigos, familia... Lo problemas se están atajando.

-¿Qué mensaje lanzaría a quienes insisten en revestir al feminismo como un movimiento de lucha de la mujer contra el hombre?

-Hay que evitar generalidades. Estamos ante un asunto muy complejo, como ya he dicho, y el debate con trazo grueso es perjudicial porque no permite ver todo lo que hay en común y llegar a un debate más sosegado.