Puri es junto a Carmina y María Jesús una de las socias fundadoras de la Asamblea de Mujeres de Zamora, registrada formalmente el 13 de junio de 1983 pero activa desde finales de los setenta. Entonces eran unas jóvenes veinteañeras y ahora ya peinan canas, pero el entusiasmo continúa siendo el mismo. Desde la viveza de sus ideas, el color violeta de sus gafas o el mechón morado de su pelo, las tres representan la lucha feminista de las últimas cuatro décadas en Zamora. Pasado y presente. Porque las tres están enroladas en la Asamblea Feminista actual.

Entonces casi ni sabían que eran feministas. Pero lo eran. Durante los últimos años de la dictadura, sus parejas militaban de forma clandestina en partidos de izquierdas y la igualdad de género era uno de los temas que siempre estaba sobre la mesa. "Las tres nos conocíamos de ser sus compañeras y de asistir alguna vez a las reuniones. Pese a que el proceso fue muy lento, cuando llegó la democracia tras la muerte de Franco, hubo un cambio social muy importante y vimos la posibilidad de hacer algo", recuerdan.

En 1979 comenzaron a reunirse en La Josa, en 1981 la UCD de Adolfo Suárez aprobó la Ley del Aborto y en 1982 el PSOE de Felipe González ganó las elecciones generales. Un triunfo que les motivó aun más para seguir adelante. "Cuando llegó la izquierda al poder, pensamos que era nuestra hora".

Por aquellas fechas, el partido del puño y la rosa también gobernaba en la capital zamorana con Andrés Luis Calvo. Las once integrantes de la Asamblea de Mujeres acudieron al delegado territorial de Cultural para solicitarle la cesión de un local. "Pues aquí mismo, en la delegación", les dijo Lorenzo Pedrero. "Era un tío muy majete y nos dejó un despacho, entonces, fenomenal". Allí montaron la Asesoría Jurídica para Mujeres. Una especie de gabinete que todos los martes de 17.00 a 19.00 horas -con entrada por la calle División Azul- asesoraba de forma gratuita a mujeres sobre filiación, derecho matrimonial y separaciones. Así lo indica uno de los carteles informativos que aún atesoran de su actividad.

Entre los documentos que conservan, ya aparece el puño en alto de color morado, símbolo de la lucha feminista. Sin embargo, la palabra sororidad no estaba inventada, aunque también la practicaban a través de su pequeña asesoría altruista. "Venían a preguntar mujeres que sufrían malos tratos o que querían separarse, había historias personales de todo tipo. Muchas no se atrevían a dar el paso pero simplemente con contar las cosas se sentían muchísimo mejor porque al menos veían que alguien las escuchaba y se sentían arropadas".

En 1983 se creó el Instituto de la Mujer y ese mismo año, se dieron oficialmente de alta como asociación. A su vez, formaban parte de la Coordinadora Feminista estatal y gracias a su colaboración contaban con distinto material, como pasquines, carteles y calendarios en los que se pueden leer mensajes como "Sacad vuestros rosarios de nuestros ovarios".

La Ley del Aborto no llegó hasta 1985 y solo con un par de supuestos, por lo que muchas mujeres que querían interrumpir su embarazo de forma voluntaria también pasaron por la asesoría. "Nosotras les dábamos las direcciones de las clínicas que nos había facilitado la Coordinadora. Portugal era más barato y Lyon era más caro. Londres ya era para las más pijas, quienes iban a Londres no venían a pedir información sino que iban directamente allí pese a estar en contra del aborto", comentan a modo de chascarrillo.

Durante sus años de vida, desde la Asamblea organizaron campañas navideñas contra los juguetes sexistas repartiendo octavillas a la puerta de los institutos, participaron en el décimo aniversario del movimiento feminista en Barcelona junto a otras 3.000 mujeres y celebraron mesas redondas en el Colegio Universitario con invitadas de la talla de Cristina Almeida o Empar Pineda. "Luchábamos por la igualdad en todos los ámbitos, queríamos que se cambiaran las leyes y poder participar en la nueva sociedad que todas queríamos crear".

Y sí, entonces ya eran consideradas como unas "locas", según sus palabras. "Pero íbamos con la ilusión de intentar cambiar el mundo y dejárselo mejor a las mujeres que iban a venir detrás", comenta María Jesús. Sin embargo, poco a poco la asociación se fue desintegrando, el delegado fue sustituido y el local comenzó a ser compartido por más organizaciones. "Es cierto que no éramos tan necesarias porque ya existía el apoyo de instituciones y había más recursos a los que las mujeres podían acceder, pero al final prácticamente quedamos tres y no podíamos tirar nosotras solas".

Nunca han abandonado la lucha, pero ahora vuelven a formar parte de la Asamblea de Mujeres creada recientemente. "Yo pensaba que a estas alturas estaría todo superado y que no habría ninguna necesidad de que en 2019 tuviéramos que salir a la calle para seguir reivindicando la igualdad, pensaba que la sociedad ya habría evolucionado y ya estaría conseguido. Pero no. No me entra en la cabeza, de verdad. Después de cuarenta años me parece tristísimo, parece que el ser humano no tiene remedio", lamenta Puri. "Por eso hay que seguir en la lucha", añade María Jesús, quien a sus 63 años comparte línea de combate en la nueva asamblea junto a su hija Nuria, de 34 años.