"Gracias a las donaciones, hay personas que podemos estar vivas". Y en esta historia, una donación no solo dio lugar a una vida sino a dos. Marcos, un niño precioso de casi ocho meses, es el resultado de la lucha constante de la zamorana Susana Lobato Iglesias, el apoyo de su pareja Javier de la Iglesia y la solidaridad de un donante anónimo que decidió regalar sus órganos cuando falleció.

Todo empezó a los catorce años. "Me decían que tenía los ojos amarillos. Me llevó mi madre al médico y me empezaron a hacer pruebas. Tenía una hepatitis crónica inmune", recuerda Susana. Pese a que a aún era una niña, el diagnóstico supuso "un palo", según sus palabras, ya que suponía medicación para toda la vida. "Al tiempo me dijeron que tarde o temprano acabaría con un trasplante". Estaba mentalizada de que algún día tendría que pasar por quirófano. "Lo que pasa es que fueron muchos años los que estuve con el tratamiento porque el hígado me aguantó bastante bien, además siempre los médicos intentan aguantar con el tuyo propio lo máximo posible antes de someterte a la operación", explica.

La situación comenzó a complicarse. "Empecé a tener bastantes problemas. Estaba superhinchada y cansada". Además, le salieron varices esofágicas y como consecuencia de la rotura de una de estas venas, sufrió una grave hemorragia. "Poco a poco fui empeorando y empeorando hasta que el hígado me dijo que ya no podía dar más de sí y no quedaba otro remedio que pasar por quirófano".

A finales de 2014 la intervinieron al igual que al más de medio millar de pacientes que han pasado por la Unidad de Trasplantes Hepáticos del Hospital Río Hortega de Valladolid. Desde su apertura en 2001, 509 personas han sido trasplantadas de hígado en 640 intervenciones, ya que algunos de los pacientes han tenido que ser trasplantados una segunda vez, según precisan fuentes hospitalarias.

En el caso de Susana, todo fue bien desde el principio. Tanto es así que se planteó ser madre. Y es que entre medias del diagnóstico y la operación, Susana había conocido a su pareja: Javier de la Iglesia. Desde el primer momento, Susana le habló de su enfermedad. "Sentía que tenía que saberlo, al final, no dejas de ser una persona enferma".

Como ellos mismos dicen, llevan media vida juntos ya que comenzaron a salir cuando ella solo tenía 18 años y él 20. Se casaron y se fueron a vivir a Arcenillas. Además, los dos eran muy "niñones". Y si bien los médicos nunca les arrebataron la ilusión de poder formar una familia, la realidad es que el escenario era muy complejo. "Nunca me dijeron que no me iba a poder quedar embarazada, pero ves que tu cuerpo va empeorando y cada vez es más complicado".

Sin embargo, a los dos años y medio del trasplante, Susana no desistió y preguntó sobre las posibilidades de tener un hijo a su nueva doctora, la facultativa doña Gloria Sánchez Antolín. Una galena "encantadora y supersimpática" que no le puso ninguna objeción. "En cuanto le comenté que quería quedarme embarazada me dijo que para delante". Eso sí, con calma. "Me advirtió de que durante el primer año era completamente inviable por la cantidad de medicación que tomaba y porque mi cuerpo todavía no estaba preparado para el embarazo. Los doce primeros meses son delicados sobre todo en cuanto a la alimentación y no podía arriesgarme a lo loco".

Por eso, se armó de paciencia y con la certeza de que entonces sí era viable, unos treinta meses después de la operación, Susana estaba encinta. El embarazo fue normal, con la salvedad de que las revisiones eran más periódicas que las de una persona completamente sana. "En vez de tener consulta con el ginecólogo cada dos meses, yo la tenía cada mes. Pero el resto era normal, no podía comer embutidos ni cosas crudas. Solo tenía que tener un poco más de cuidado". Como le decía la doctora Sánchez Antolín: "Es que tu embarazo es normal y corriente como el de una persona que no ha estado enferma porque tú ya no estás enferma". ¿Temores? "Ninguno. Yo siempre he estado supertranquila. El único miedo que podía tener no era por mí sino por que la medicación pudiese afectar al bebé".

Así las cosas, tras el proceso de gestación, el 8 de julio de 2018 nació Marcos. Un adorable niño de ojos azules de 51 centímetros de altura y 3 kilos 870 gramos de peso. Nació en el Hospital Virgen de la Concha en un parto por cesárea. "Pero porque coincidió así, aquí el amigo no quería salir", bromea la feliz mamá. En el momento del parto pensó: "Ya está aquí, ya soy madre". Y ahora, está encantada. "Es una experiencia única, muy emocionante. Siempre que ha habido la opción de que se podía, hemos tirado para delante", valora.

A sus 36 años, Susana Lobato Iglesias se ha convertido en la primera mujer de Castilla y León en lograr tener un hijo biológico de forma natural después de haber sido trasplantada de hígado, por eso invita a la sociedad a ser donante de órganos. "Yo lo que le puedo decir a la gente es que no tenga miedo. Cada persona es un mundo. Pero en mi caso ha ido todo fenomenal, todo son palabras buenas tanto para el trasplante como para el embarazo. Y por eso animo a la gente a donar. Un donante no solo me ha dado la vida a mí sino también a mi hijo".