Es un flamenco singular porque también es pelícano. Puede ser jondo como un pozo en un pantano, pero también coplero y dulce, que su voz tiene duende y se ensancha y encoge como la masa madre. Es, claro, cantaor y guitarrista, una rareza que se agradece en estos tiempos de linealidad y sabe igual de melismas que de arpegios. Ama lo que quiere hasta la ilustración y en esas está ahora, explicando por los teatros de España el arte universal de Silverio Franconetti. Fue mirlo blanco y hoy es candidato, muy bien situado en las encuestas, para hacerse con la deseada llave del cante. Trae este jueves al ciclo flamenco del Teatro Principal "+ que flamenco" un espectáculo único, muy didáctico, con cante, toque y baile, donde explica con su voz privilegiada y su guitarra mágica la evolución de esta manifestación del alma, patrimonio de la humanidad. Junto a él actuarán la bailaora Ofelia Márquez y Rafa Guerrero. En esta entrevista habla de la necesaria evolución del cante grande, del no flamenco de Rosalía y de la necesidad de romper barreras territoriales que en el jondo, desgraciadamente, también existen.

-¿Qué es "+ que flamenco"?

-Un espectáculo donde cantamos y contamos la evolución del flamenco en todas sus vertientes. Desde los cantes más primitivos donde aún no había aparecido la guitarra hasta la actualidad. Hacemos pedagogía del jondo.

-¿Habrá entonces también baile?

-Claro, claro. El baile siempre ha sido muy importante y un elemento imprescindible en este arte. Ofelia Márquez se encargará de mostrar la fuerza de esta manifestación que tiene la frescura de la creatividad natural. Y habrá también palmas y patadita; queremos que el espectáculo tenga un contenido global.

-Un espectáculo, por lo que usted explica, muy didáctico y que está dirigido a un público muy amplio.

-Sí, por supuesto. Creo que va a ser muy interesante incluso para aquellos espectadores que no siendo aficionados al flamenco, quieran aprender y bucear en una manifestación popular que ha tenido mucho recorrido a lo largo de la historia y que ha creado un universo con muchas aristas, muy interesante.

-¿Cómo acaba el recorrido?

-Terminará con la fusión con otras músicas, con canciones de música popular, con otras manifestaciones artísticas que aportan mucho a este arte universal.

-¿El flamenco necesita abrirse a los jóvenes?

-Sí. Tenemos la obligación de facilitar la llegada de nuevos aficionados. Como le pasa a la tauromaquia, el flamenco necesita rejuvenecer su público, tiene que buscar la fórmula para llegar a otros públicos. Hay que respetar el pasado, beber en él, pero no podemos olvidarnos del futuro

-¿La irrupción de fenómenos como el de Rosalía pueden beneficiar al jondo?

-No, no. Lo que hace Rosalía, de la que no pongo en duda su calidad que la tiene y mucha, no es flamenco, es otra cosa. Que no nos quieran vender lo que no es. Están engañando al público. Se está mezclando todo y eso no es bueno, crea confusión. Es una gran artista, pero no es flamenca, es otra cosa.

-Pero el flamenco siempre ha sido evolución, lo fue Camarón, lo fue Morente. También ellos estuvieron cuestionados un tiempo por parte de los puristas.

-No es igual, no tiene nada que ver. El flamenco está vivo y por tanto evoluciona, es una necesidad. Pero ese avance tiene que llegar desde una base. Camarón y Morente supusieron una revolución, claro, pero desde la raíz. Ellos conocían e interpretaban los distintos palos del flamenco y desde ese conocimiento supieron evolucionar. Ese debe ser el camino y eso solo está al alcance de unos pocos.

-Usted también es un rompedor: cantaor y guitarrista. No parece fácil salir al escenario y desdoblarse, obligarse a partirse en dos sin que ninguna de las dos almas artísticas se resientan.

-No es fácil, claro que no, pero lo hago. Empecé como guitarrista y después me puse a cantar. Ha habido algún caso en la historia del flamenco, pero no, no es lo normal. Lo hizo el Planeta y algún otro. Es una singularidad. Hay quien dice "no puede ser, no se puede tocar y cantar una seguiriya a la vez". Pues se puede, aunque cuesta. Algunos palos es más cómodo, otros desgastan más. Resulta curioso porque cuando toco la guitarra no puedo hablar; hablar no, pero cantar sí.

-Después de ganar la Lámpara Minera y otros cinco premios más en el Festival Internacional del Cante de las Minas de 2012 ya adelantó que no descartaba cantar con el acompañamiento de otro guitarrista. ¿Ha llegado ya ese momento?

-A veces me ronda por la cabeza. Seguramente acabaré haciéndolo. De hecho ya ha tocado conmigo algún otro guitarrista en conciertos determinados. Pasó hace nada en el Teatro Real de Madrid.

-Por cierto, ¿qué se siente al actuar en el Teatro Real de Madrid?

-Ha sido una experiencia maravillosa. El marco, el público, todo. Yo ya había actuado otra vez, pero en aquella ocasión fue conjuntamente con otros cantaores y guitarristas, pero lo de hace quince días fue inolvidable.

-Se ha convertido usted en unos de los cantaores que más actúa en nuestro país y también en el extranjero, sin embargo ahí sigue con su trabajo de técnico de Electrónica, ¿no se ha planteado dedicarse en exclusiva al flamenco?

-Sí y cada vez me lo planteo más. Lo que ocurre es que, hasta el momento, mi trabajo diario me ha permitido desplazamientos y actuaciones. En esto soy un privilegiado. Pero sí que es verdad que a veces lo pienso.

-Ha actuado también en Japón, ¿cómo fue la experiencia?, ¿hay tanta afición al cante y al baile flamenco como se dice?

-Japón es un mundo aparte. Te sientes como en casa. Es una cultura muy respetuosa con el flamenco y con todo lo que representa. Te quedas sorprendido de cómo viven los japoneses todo este mundo. En Tokio hay más de 700 escuelas de baile. Es increíble. Pero lo que más sorprende es cómo sienten el cante, la guitarra, el baile. No es "postureo", lo sienten y te das cuenta de la importancia de nuestro arte, de su declaración como patrimonio de la humanidad. Es increíble. Allí actúas y estás como en casa. El público siente, notas como se emociona, para un artista eso es maravilloso.

-El flamenco como arte cada vez se valora más, ¿pero pasa lo mismo con el profesional que lo interpreta?

-Hay de todo. Hay gestores de cultura que sí te tienen en cuenta y te respetan, pero hay otros que parecen gestores de incultura. No reconocen tu labor y en algunos casos te encuentras ciertos vetos.

-¿Vetos?

-Sí, a mí me está ocurriendo. En la Red de Teatros Andaluces no actúo porque me dicen que no puedo hacerlo al no ser andaluz. No es justo. ¿Qué tiene que ver el sitio dónde has nacido para que puedas actuar en un teatro? ¿No somos todos españoles? ¿No somos todos artistas? Hay que tener más sensibilidad. En comunidades autónomas como Aragón, Castilla y León no hay problemas, pero en Andalucía sí. No tiene sentido.

-¿Y qué se puede hacer?

-Luchar todos juntos contra este tipo de vetos. El flamenco, el arte, es patrimonio de todos, no puede haber por ahí quien fije quién puede actuar y quién no. Estamos para romper barreras no para crearlas entre nosotros. Si queremos ayudar a los artistas, que estos puedan manifestarse como son, no podemos ir poniendo puertas al campo.

-Han pasado varios años desde que editó "Yo solo", ¿para cuándo un nuevo trabajo?

-Estoy en ello. Para hacer las cosas muy bien hay que ir despacio. Antes la temporada se limitaba al verano, pero ahora no, dura todo el año. No tenemos mucho tiempo libre entre actuación y actuación, pero estoy en ello. Ocurre, además, que uno es cada vez más exigente y quiero hacer algo que trascienda, que me guste a mí el primero.

-"Quijote y olé", misas flamencas, ahora Semana Santa flamenca, ¿le motivan los retos?

-Por supuesto. Las experiencias novedosas siempre son enriquecedoras, "Quijote y olé" me sirvió para aprender, para entender la facultad que tienes para emocionar. Porque eso, no lo olvidemos, es el arte, la capacidad de transmitir, de emocionar, que el artista saque su alma a relucir y haga que los espectadores también la saquen al aire. La misa flamenca me parece un gran logro, llegas a mucha gente que seguramente nunca iría a un espectáculo en un escenario. Y lo mismo, seguramente, va a ocurrir con la experiencia de la Semana Santa flamenca que vamos a poner en marcha este año en varias ciudades, coincidiendo con la Pasión.

-¿Cuándo oye hablar de Zamora, qué piensa?

-En mi segunda casa. Esta ciudad me ha dado mucho, tengo grandes amigos en ella y siento un cariño muy especial por los zamoranos. Sé, además, que en la ciudad y la provincia hay una gran afición al flamenco. Me encuentro muy a gusto. Soy de Daimiel. Soy manchego, pero también soy un poco zamorano y estoy muy orgulloso de ello, lo mismo que de la peña flamenca Amigos del Cante, un colectivo que ha hecho y hace mucho por el cante jondo.