El 20% de la miel que consumen los consumidores está adulterada, según un informe de la Unión Europea del pasado marzo tras analizar el producto en distintas muestras recogidas en los países miembros. Este problema, junto con el de los defectos del etiquetado son los frentes en los que están combatiendo muchos apicultores, con la ayuda de científicos como Jorge Cáceres Gianni, que es doctor de la Facultad de Química de la Universidad Complutense de Madrid. "El etiquetado actual permite en cierta forma que se puedan ocultar el origen de la miel y facilita que se pueda generar un fraude encubierto para los consumidores".

Precisamente Jorge Cáceres protagonizó ayer la ponencia sobre adulteración de la miel en la Feria Meliza que se está llevando a cabo en Ifeza. La principal adulteración de la miel se hace añadiendo sirope, que es un "producto muy parecido a la miel en su composición de azúcares y por lo tanto muy difícil de detectar". Actualmente hay dos técnicas certificadas para detectar la adulteración, que se basan en la resonancia magnética nuclear y la del carbono 13, ambas válidas por ejemplo en un juicio donde se dilucide si un producto es miel o está adulterado.

Precisamente Jorge Cáceres protagonizó ayer la ponencia sobre adulteración de la miel en la Feria Meliza que se está llevando a cabo en Ifeza. La principal adulteración de la miel se hace añadiendo sirope, que es un "producto muy parecido a la miel en su composición de azúcares y por lo tanto muy difícil de detectar". Actualmente hay dos técnicas certificadas para detectar la adulteración, que se basan en la resonancia magnética nuclear y la del carbono 13, ambas válidas por ejemplo en un juicio donde se dilucide si un producto es miel o está adulterado. La Universidad Complutense está desarrollando una tecnología basada en la esprectografía generada por un láser de alta potencia "y estamos obteniendo buenos resultados", aunque para lograr la certificación hace falta tiempo y dinero, sobre todo porque el método debe estar validado por una gran cantidad de muestras. El objetivo, explica Cáceres es lograr métodos lo más sencillos y baratos posible para que se puedan utilizar habitualmente. Además el doctor reclama que el etiquetado refleje el origen de la miel, para que el consumidor sepa qué mezclas lleva, y advertir si se ha sometido a pasteurización o algún método con calor.