La historia de Jesús de la Calle se escribe entre su ingreso en el hospicio Nuestra Señora del Tránsito, siendo niño, y su fallecimiento, ayer, a los 78 años de edad en la residencia de las Hermanitas de los ancianos desamparados, donde quedó instalado el velatorio hasta el entierro, que tendrá lugar hoy, a las 16.00 horas. Entre ambos acontecimientos, al reportero le dio tiempo a convertirse en uno de los personajes más populares de Zamora, cámara y escalera al hombro, gobernando casi siempre las citas informativas. Y de entre ellas, una de sus especialidades: las visitas de los políticos, que solían hacerse como dijera Jesús de la Calle.

El abandono de su madre motivo la adopción por una familia de Viñuela de Sayago, circunstancia que condicionaría su vida. Tanto como su partida a Alemania, como la de tantos españoles, para buscar un futuro mejor. Allí, en territorio germano, experimentó sus primeros contactos con la fotografía, que, en último término, le otorgarían un oficio. A su regreso, Jesús de la Calle desarrolló su carrera como reportero, en medio de hechos clave del siglo XX en la provincia de Zamora. Como reportero de la Agencia Efe no perdió detalle de la actualidad, especialmente de los hechos más singulares que acontecían.

Pero su dedicación a la fotografía no se limitó al reporterismo. De la Calle estaba para todo: celebraciones familiares, fotografías de carné... Y en los acontecimientos públicos comenzó a forjarse una identidad, donde combinaba la gracia con la extravagancia. Todo por obtener una instantánea diferente. A menudo, desde lo alto de la escalera. Su otro gran aliado. Cuando el político de turno asistía a la inauguración de tal o cual cosa, Jesús de la Calle acababa modificando el escenario a su gusto. A tal punto, que este tipo de acontecimientos no se concretaban sin su presencia.

Su actividad profesional generó un archivo fotográfico tan vasto como anárquico, concentrado en su vivienda de la avenida de Requejo. Su amigo, el también fotógrafo Javier Alcina, pide ahora que "no se pierda", que el conjunto de negativos se remita a la Filmoteca de Castilla y León, para su conservación. Jesús de la Calle "es historia viva" de Zamora y "es importante que su legado se conserve íntegro", insiste Alcina.

Su popularidad devino en 2013 en un rocambolesco caso, que motivó que se difundiera su fallecimiento, una página más en su variopinta trayectoria. Resulta que Jesús manipulaba un armario de una de las habitaciones de su casa, cuando, con la ayuda del peso de una antigua máquina de coser, el mueble se venció y prácticamente lo sepultó. De la Calle solo tenía rasguños en realidad, pero no podía moverse y pasó la Nochebuena y la Navidad en una situación surrealista.

Su ausencia de la escena pública acabó por alimentar el rumor de su muerte en Los Bloques. Sobre todo, cuando los bomberos acudieron a su balcón -donde la seña bermeja y un gran reloj de agujas se convirtieron en un clásico- para buscarlo en el interior. Fue precisamente Javier Alcina quien hizo de avanzadilla y lo halló en la última habitación de la vivienda. Fin al rumor, aunque algún medio había precipitado una esquela que aún tendría que aguardar su momento.

La última imagen de De la Calle en este medio fue un sencillo homenaje del acordeonista ruso Valery Lagutik, con un Jesús desmejorado, un tanto ausente. Había perdido su brío personal, lejos de aquel reportero que se autoproclamaba, con un tono entre serio e irónico, "el mejor fotógrafo del mundo". Allá donde esté se habrá llevado la cámara. Pero antes, seguro que Jesús habrá subido, por última vez, los peldaños de su escalera. Esta vez, para subir al cielo.