El románico de Zamora no ha entrado nunca en los planes de las instituciones para convertirse en Patrimonio de la Humanidad. La capital jamás ha contado con un proyecto propio, a pesar de los múltiples cantos de sirena que se han sucedido desde hace más de veinte años en diferentes vertientes. La catedral, las iglesias, el casco histórico, el conjunto artístico... Muchos nombres y ninguna idea concreta. Contar con un documento estudiado, trabajado y debidamente razonado es la primera piedra para conseguir un sello como el que ofrece la Unesco. Sin embargo, empezar la casa por el tejado en las sedes parlamentarias con peticiones que enuncian la intención de "contemplar como objetivo para ser propuesto" es poco menos que eso: una simple declaración de intenciones.

En el año 1998, la Lista Indicativa, que es el inventario de los bienes susceptibles de ser declarados Patrimonio Mundial, incluía entre sus futuribles declaraciones la candidatura "Románico Norte", un enclave cultural que aglutina monumentos de este estilo arquitectónico en ambas vertientes de la Cordillera Cantábrica centrado exclusivamente en las provincias de Palencia y Cantabria. El románico zamorano pasó entonces de largo, en un año 1998 que fue nefasto para los intereses de la provincia en este ámbito.

Y es que, durante ese curso, Zamora vio pasar muy de cerca el tren de la Unesco hasta en tres ocasiones. Al margen del románico palentino, entró en la Lista Indicativa la candidatura de la Vía de la Plata, aunque se centró principalmente en su discurrir por Extremadura hasta llegar a Salamanca, dejando al margen los tramos andaluces y los del norte. Y también lo hizo la propuesta de Fortalezas Abaluartadas de la Frontera, que comprende conjuntos defensivos de Castilla y León, Extremadura, Navarra, Aragón y Cataluña, pero tampoco aparece ninguno en territorio zamorano.

El desencuentro de Zamora con el Patrimonio Mundial de la Unesco continuó años después con un proyecto transfronterizo que buscaba la declaración para el conjunto natural y vitícola del río Duero a ambos lados de La Raya. El fiasco fue absoluto cuando el organismo de las Naciones Unidas dio el visto bueno a la parte lusa y no hizo lo propio con la española.

Al margen de esta última intentona, la realidad es que nunca Zamora ha tenido un proyecto propio, sólido y consistente que presentar ante la Unesco, por más compromisos que se anuncien por parte de las instituciones y de los partidos políticos. Por eso, tampoco ha tenido la oportunidad en estos más de veinte años de existencia de la Lista Indicativa de incorporarse a ella. No hay nada que presentar, por lo que tampoco hay nada que incorporar.

El camino para llegar a ser Patrimonio de la Humanidad es lento, dado que España solo puede hacer una propuesta cada año debido a su gran volumen de patrimonio ya declarado. Por ello, Burgos y León tienen buena parte del camino andado con sus propuestas en exclusiva, mientras que Zamora tiene que buscarlo. El Ayuntamiento de Zamora ha asegurado a este diario que su objetivo es la declaración de Paisaje Cultural Mundial y que se seguirá trabajando en esa línea. El procurador socialista José Ignacio Martín Benito, por su parte, ha reconocido en la jornada de ayer que el compromiso del PSOE es total, "porque si hay dos ciudades acreedoras de los méritos necesarios para ser Patrimonio de la Humanidad en Castilla y León, esas son Ciudad Rodrigo y Zamora".

Por el momento, según ha explicado el concejal Christoph Strieder, se está trabajando en un proyecto que llevará un tiempo concretar en materia de documentación. "Tenemos que trazar una estrategia para elaborar el estudio, acreditar los requisitos y presentarlo debidamente. Hay que contar con muchos profesionales de muchos ámbitos y solo entonces podremos presentarlo. Será una carrera larga", ha indicado. Al menos, será.