Daniel Muriel interpreta el papel de Nerón en la obra homónima que recala mañana viernes en el Teatro Principal.

-Usted da vida al personaje del polifacético Nerón.

-Es uno de los papeles más complejos y a la vez uno de los mayores desafíos que he tenido hasta ahora en mi carrera. Es un personaje que está muy desnudo tanto físicamente como espiritualmente sobre la escena. Es un personaje descarnado en cuanto a sus sentimientos y es una maravilla darle vida cada noche ante los espectadores. Raúl Arévalo estrenó la obra en el Festival de Mérida, pero cuando este actor, por problemas de agenda, no pudo continuar en el elenco me lo propone porque, entre otras cosas, el productor ya había trabajado conmigo en "La importancia de llamarse Ernesto". Tuve tres semanas para prepararme el personaje, pero hay algo de Nerón que entronca conmigo y lo entiendo bien, aunque es un personaje al que no se puede justificar porque fue un tirano.

-Nerón fue un hombre poliédrico del que ¿tenemos todos algo de él?

-Desearía que no (risas), pero tiene tantas aristas que siempre algo de él todos tenemos dentro. Empatizamos con el personaje, no lo justificamos ni pensamos que esté actuando bien. Es un ser del que han abusado mucho, al que obligan a ser emperador cuando él solo quería ser artista. Tiene un lado muy humanista que creo que es bastante desconocido porque estamos acostumbrados a la imagen de Peter Ustinov de un Nerón que quema Roma mientras que toca la lira, lo que es cierto, pero también es verdad que intentó crear una nueva Roma con hombres civilizados. Intentó materializar una utopía, quería poner en marcha una Roma con teatros, circos y teatros y para lograrlo dejó que se quemara. En este planteamiento se alinea con todos los tiranos que pueden tener una idea que al final sea positiva, pero el fin nunca justifica los medios.

-El texto de Eduardo Galán ¿qué aporta de distinto sobre otras versiones del emperador romano?

-Le da una modernidad porque se simultanean temas. Hay flashbacks y un gran ritmo. El lenguaje a mayores es muy contemporáneo y totalmente comprensible lo que acerca mucho al espectador. Además, hay mucha comedia por lo extrovertido del personaje. Hay escenas en donde el público puede reírse mucho, pero es una risa que luego acaba congelándose cuando entramos en todo el drama de este hombre y esa época, que era realmente complicada. Para mí lo más complicado ha sido enfrentarme a todo el viaje que hace el personaje, desde una juventud más naif y loca hasta un final en el que tiene que hacer frente a la soledad y a su propia muerte y yo pretendo enfrentarlo con toda la verdad que puedo.

-El elenco lo completa actores muy conocidos como Francisco Vidal, Diana Palzón o Javier Lago, entre otros.

-Todos los compañeros y el equipo se volcaron conmigo y con Chiqui Fernández, que interpreta a Agripina mi madre, que nos incorporamos en una segunda hornada. Actuamos intérpretes que hemos hecho mucha televisión, ya que a veces las productoras buscan caras que el público quiera conocer cómo trabajan en directo, actores de los que tienen referencias a través de series de televisión.

-Desde su punto de vista ¿el punto fuerte del montaje?

-La historia en sí. Hay algo de la historia de Nerón que nunca se ha contado tan profundamente. Nerón es un personaje del que tenemos pequeñas muestras de quién fue a través de trabajos como "Quo vadis", pero en esta obra teatral conocemos por qué actuó como actuó. Es un personaje que se asemeja a personajes como Hamlet. Es muy bonito entender una cabeza de esa complejidad y tan enferma.

-Sobre la puesta en escena ¿qué puede adelantar?

-Es muy sencilla, pero funciona de una manera muy impactante. Creo que Alberto Castrillo ha sido muy inteligente a la hora de abordar ciertas formas como el incendio o el circo romano logrando una credibilidad sin tener que verlo. También hay música en directo, canto como lo hacía Nerón. Y se explora la parte sexual de Nerón con su madre Agripina, que abusaba de él desde que era pequeño una de las cosas que le vuelven loco, y la diversidad sexual de la época donde hombres y mujeres tenían parejas de todo tipo. Este aspecto se aborda de una manera muy natural y muy moderna.