El pintor José Antonio Quintana (Santander 1976) combina la docencia en un centro de montaña con la pintura, algunas de sus creaciones pueden descubrirse hasta el viernes en la interesante muestra "La luz del paisaje" en la galería de arte Espacio 36-Ángel Almeida.

-Usted vive en el medio rural, pero en su pintura tiene mucha importancia la parte industrial de las ciudades de costa.

-Estoy acostumbrado a no ver ningún tipo de edificación a mi alrededor. Yo todos los días veo un puerto de montaña y probablemente de ahí la no presencia de la figura humana en mis cuadros. Me gusta la huella que deja el ser humano en los distintos medios, ya sea en la naturaleza, ya sea en el agua o el mar, de ahí la fijación por los puertos. Me atraen las siluetas de estos hierros.

-En esta nueva exposición el collage tiene más fuerza.

-Siempre ha sido importante en mi obra. En Puente Viesgo hay una cueva prehistórica, en cuyo interior hay unos puntos rojos, que me llamado mucho la atención, que formaban triángulos. La mayor parte de los papeles que utilizo los parto en tres para formar un triángulo y siempre hay o tres puntos rojos o tres empastes naranjas quizá como mi personal homenaje al rojo de esa cueva. Un triángulo distribuye pesos y fuerzas y creo que hace más firme los edificios y en cierta medida yo busco hacer más firme mis obras al incluirlos.

-La paleta que emplea oscila hacia tonos más ácidos, unos colores arriesgados que confieren una magia adicional en sus atmósferas.

-En mis obras busco también nuevas formas de llamar la atención del espectador. Empleo una paleta muy reducida. Los colores ácidos anuncian un nuevo proyecto en el que estoy trabajando que versa sobre la evolución de mi tiempo y que se verá dentro de unos años. No me gusta utilizar más de tres o cuatro colores porque las composiciones no me lo exigen. He pasado de ser muy figurativo a casi esquemático. He dejado de lado los colores más fríos frente a los más ácidos y ahora quiero transmitir con muy poco todo lo posible.

-¿Y qué quiere transmitir con estas obras?

-Trato de reivindicar espacios olvidados. Por un lado, el medio rural, pues voy mucho a andar al monte y soy de las personas que sube con una mochila vacía y baja con ella llena de botellas... estos espacios debemos preservarlos preocupándonos todos un poco. En los puertos, trato de reivindicar esos elementos que pasan desapercibidos en las ciudades. Cuando la gente viene a Santander se fija en que la ciudad está preciosa, pero nadie se da cuenta de la belleza del puerto. Los paisajes que más he vivido desde pequeño son los que trato de reivindicar.

-En algunos cuadros también ha optado por los empastes.

-Probablemente por la influencia de la cueva prehistórica de Puente Viesgo. Los volúmenes de esas cuevas me han llamado siempre la atención y que en unas obras tan planas destaque unos volúmenes me rememora a esas paredes que son prácticamente planas por la erosión del agua, pero los hombres que las habitaron aprovecharon los volúmenes naturales para pintarlos con puntos rojos. Esas visitas me han marcado mucho al igual que algunos pintores como Kiefer que destaca por sus volúmenes de una forma extraordinaria. Me llamó la atención cómo este pintor hacía los óxidos y opté con mis propios medios hacerlos.

-¿Cómo los hace?

-Tomo una pieza grande y con una máquina voy sacando el polvo de óxido de la pieza, con agua de mar voy oxidando y obteniendo. Cuando los utilizo son un pigmento más.

-Pese a que presenta dos series logra un perfecto diálogo en la muestra.

-Busco un sentido y una armonía a todas las obras en unas series tan diferentes como las que abordo. Los volúmenes, el óxido, la paleta reducida de colores y la no presencia humana son el nexo de unión y creo que el público lo ha entendido.

-En el nuevo proyecto del que nos ha hablado ¿tiene cabida la figura humana?

-Sigue sin tener presencia. Desde que nació mi hija todos los años pongo un bastidor en la cocina y todos los días pintamos algo hasta cubrirlo por completo. Ver cómo ella escribía, como podía su nombre y cómo lo hace ahora, ver cómo hacía un dibujo y cómo pinta ahora me llevó a reflexionar sobre el paso del tiempo. Yo guardo los recortes de los bastidores y lo estoy fechando y estoy uniendo e incorporando a las obras. Todavía me queda mucho por delante en este proyecto.

-De sus palabras se desprende que en sus obras nada es el azar.

-Nada absolutamente. Puede parecer una pintura muy fácil, pero se trata de una pintura muy meditada. Aunque recurra solo a tres colores está muy pensado qué tonos en concreto uso. Los negros no son todos iguales y los colores ácidos no es pintura al uso sino que es un pigmento que mando embotar. A base de barnices fijo esos pigmentos de ahí que cuando se raspen las obras en la mano quede el pigmento. Todos los cuadros pequeños suelen ser pequeños bocetos o esbozos para futuras obras grandes. De cada 20 ó 25 pequeños llevo a tamaño únicamente uno.