Con el aliento en la nuca. Los traficantes de drogas de la capital se sienten cada vez más cercados por el equipo de policías nacionales de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (UDYCO) que ha logrado detener el año pasado a 62 integrantes de las redes que operan en la capital e incautarse de 41 kilos de sustancias de todo tipo, de los que casi cuatro son cocaína (416 gramos), speed (3,460 kilos), éxtasis (60 gramos y 383 pastillas) y heroína (500 gramos), las que causan un mayor daño a la salud.

El cannabis decomisado ha sumado 37,3 kilos, una cantidad que se explica porque su consumo se ha extendido en la capital de forma asombrosa, especialmente entre los adolescentes y jóvenes, quienes no son conscientes de que suele ser la puerta para filtrear con drogas más duras.

Con los cabecillas principales de la red más importante de la capital entre rejas (del clan familiar "Los Chinche") que operaba desde Las Llamas y que ha sabido diversificarse en pisos de varios barrios de la capital, para evitar la acción policial, los Udyco mantienen una estrechísima vigilancia al grupo, sin dejar de lado a otros traficantes de la ciudad, también sometidos a un control exhaustivo. En los últimos doce meses se efectuaron 40 registros, más de la mitad dentro de la "operación Primos", en dos fases, en las que se arrestó a 36 miembros de la misma red de distribución de droga al menudeo cuando se irrumpía simultáneamente y de forma totalmente coordinada en 28 pisos de la capital. Fue precisa la ayuda de efectivos desplazados desde otras provincias para entrar de madrugada e implicar a los letrados de los 17 juzgados de la capital.

Intervención de la policía en un narcopiso

Intervención de la policía en un narcopiso

Conscientes de que terminar con el tráfico de estupefacientes es muy difícil "mientras haya demanda", las ganas de perseguir y combatir este delito siguen intactas, "no podemos permitir que la sociedad crea que estos delincuentes son impunes", declaran desde la Udyco.

Con conexiones en provincias limítrofes, de donde se nutre, la red vinculada a Las Llamas, considerada por la Policía Nacional como una organización criminal perfectamente estructurada, de venta de cocaína y hachís fundamente, se ha visto obligada a modificar su sistema de abastecimiento de drogas en los últimos años. Se saben con la policía pisándoles los talones, por lo que "ya no no se arriesgan a transportar hasta Zamora grandes cantidades", ni hacen "pedidos" abultados, compran de 50 en 50 gramos. Esto explica que los policías se incauten de pequeñas dosis, 200 gramos, como cuando detectaron dos vehículos en agosto pasado, uno de lanzadera y el que le seguía con una menor que llevaba ocultos entre sus ropas 200 gramos de cocaína. Los delincuentes van variando los sistemas para ocultar los estupefacientes cuando llegan cargas a la capital. De hecho, se llegan acondicionar habitáculos en los que esconder la mercancía para impedir que se detecte en un control o cuando se les para tras realizar un seguimiento. Es un eterno juego al gato y el ratón. Los agentes evolucionan en sus métodos de investigación para acotar al máximo al delincuente. El hostigamiento es continuo en Zamora, tal es así que la vigilancia permanente en el poblado de las Llamas llevó a los traficantes a trasladarse a pisos: La Udyco desmanteló en 2018 una veintena de puntos de venta en la capital, muchos de esa red.

Con un buen precio y calidad, los traficantes de Zamora se han asegurado el mercado no solo de provincias próximas, como Benavente, Valladolid o Palencia, sino también de la vecina Portugal. Los traficantes que llegan de esos puntos limítrofes a Zamora para abastecerse también han aprendido a sortear a los dispositivos de vigilancia de los agentes de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco).

"Todos los días se identifica a personas procedentes de esas poblaciones que han comprado drogas en Las Llamas y en la capital", indican desde la Unidad especializada de la Comisaría de Zamora. Y es que estos delincuentes, normalmente "machacas" de la red o consumidores que venden al menudeo para pagarse sus dosis, distancian sus viajes para llevarse dosis más pequeñas, como máximo cinco gramos. Es decir, lo justo para poder justificar ante la Policía Nacional que la droga que llevan encima es para el consumo propio.

Pueden llegar a desplazarse a Zamora hasta tres veces por semana. El sistema sirve para sortear una imputación y un procesamiento judicial que puede conducirles a la cárcel, especialmente en Zamora, donde la Audiencia Provincial tiene fama de mano dura con el delito de tráfico de drogas.

Si se intercepta a esos "machacas" en esos distintos viajes, terminarán detenidos por venta de drogas al menudeo, ya que es difícil justificar ante un juez una cadencia de visitas tan continuada. En caso contrario, tendrán que enfrentarse solo a quede una sanción administrativa.

El principal grupo que opera en Zamora, con conexión familiar, integra en torno a unas 60 personas. Su capacidad de recomponer puntos de venta tras una operación policial sorprende. Y es que en pocos días, tras la detención e ingreso en prisión de un integrante de la red, su esposa se hacía con otro piso del mismo barrio de la capital desde el que poder operar bajo su mando. La constancia del equipo de la Udyco permitió arrestar a la mujer. Las intervenciones policiales continuas, intensificadas en los últimos tres años, han servido para evitar el efecto llamada, "están intranquilos, saben que nos tienen encima", subrayan fuentes de la Udyco. El número de actuaciones policiales se ha incrementado considerablemente, de hecho en el último año se duplicaron los detenidos por este tipo de delitos.

Aunque la venta se ha trasladado en su gran parte del poblado de Las Llamas a otros barrios de la capital, la policía mantiene en su agenda como prioridad el terminar con ese asentamiento, en el que se sabe que ya apenas viven los integrantes de la red de tráfico más importante de la capital. Allí quedan algunas casas, en las que suelen estar los "aguadores", quienes vigilan día y noche el punto de venta, en la puerta, y avisan de la presencia policial al grito de "¡agua!". Se trata de yonquis -siempre payos si la red es de etnia gitana-, que se encuentran en un estado de salud muy precario, a los que la red paga facilitándoles las dosis de drogas que necesitan en función de su dependencia.

La colaboración ciudadana es cada vez más frecuente, la garantía de que la denuncia será totalmente anónima ha animado a muchos zamoranos a ponerse en contacto con la Comisaría de Zamora para denunciar el sospechoso trasiego de personas a un determinado piso. Para facilitar ese tipo de comunicaciones se ha puesto en marcha un correo, zamora.udyco@policia.es, en lal que se puede enviar información. Las otras fuentes de la Udyco son sus propias investigaciones y los datos aportados otros policías.