Cinco parroquias del centro de la capital, San Ildefonso, San Juan-San Vicente, San Torcuato y Santa María de La Horta se han constituido como unidad pastoral con el nombre de "El Buen Pastor" y a partir de mañana comenzarán a trabajar "como una unidad en todos los ámbitos pastorales con un único equipo al frente de ella, formado por todos los sacerdotes que hasta ahora estaban trabajando por separado en las diferentes parroquias". Fue el pasado 3 de diciembre cuando el obispo, Gregorio Martínez Sacristán firmó la constitución canónica de la unidad pastoral que ya cuenta con un equipo pastoral de laicos, algún consagrado y los sacerdotes, que forman el consejo pastoral y están trabajando en el diseño de las tareas y perspectivas de futuro de esta nueva realidad.

Según explica el Obispado, el objetivo que se busca es "optimizar recursos, alentar la vida de la comunidad y responder a las necesidades que presentan los tiempos actuales generando esperanza e ilusión desde una pastoral dinámica y comprometida, desde la fe, con los hombres y mujeres de este tiempo y en esta tierra".

Ha sido la jubilación de uno de los párrocos de esta zona pastoral el que ha llevado a dar este significativo paso adelante, si bien la creación de la unidad no es responder únicamente a la falta de sacerdotes.

Así, según relata el equipo de comunicación de la unidad pastoral "El Buen Pastor" fue el 2016, hace ya tres años cuando el obispo diocesano, Gregorio Martínez Sacristán animó a los sacerdotes de las parroquias del centro de la ciudad "a repensar la situación pastoral de estos lugares. Las razones que le movían eran múltiples: la menor participación en la vida de las parroquias; el progresivo envejecimiento de la población de ese entorno; la dificultad para encontrar agentes de pastoral en cada comunidad y, a todo ello, había que sumar la disminución paulatina del número de sacerdotes. Esta situación reclamó la necesidad de abrir caminos nuevos de evangelización y de buscar nuevas formas de presencia pastoral que respondieran mejor a las necesidades y retos del tiempo presente".

Después de un tiempo de reflexión y estudio, los equipos de estas parroquias le presentaron al Obispo un proyecto de trabajo conjunto que podría iniciarse, poco a poco, desde el siguiente curso, el 2017-2018. Al Obispo le pareció bien la propuesta y animó su puesta en práctica.

De esa manera, las cinco parroquias mencionadas comenzaron "un camino compartido, empezando la tarea por la iniciación cristiana, es decir, todo lo que la Iglesia ofrece desde que un niño se bautiza hasta que se incorpora como adulto a la comunidad eclesial. La unión entre las distintas parroquias permitió ofrecer una preparación común para los bautismos y un proceso renovado para acompañar a los niños, adolescentes y jóvenes en sus diferentes etapas de crecimiento: 6-8 años, primeras bases, 9-11 años, primera síntesis de fe, 12-15 años, primera adolescencia, 15-18 años, maduración humana y cristiana y, a partir de los 18, comunidad juvenil", explican los responsables de comunicación de la unidad pastoral.

La experiencia "fue tan enriquecedora que para el curso siguiente (el actual 2018-2019) se decidió empezar a trabajar en conjunto, también de forma unificada, toda la realidad caritativo-social de las cinco parroquias. Se diseñó, así pues, un proyecto renovado para la atención tanto personalizada como comunitaria de las personas y familias que se acompañan desde este ámbito de la vida eclesial".

Narciso Lorenzo es el párroco de San Vicente y San Juan (con respectivamente 4.097 y 1.292 fieles a su cargo), José Francisco Matías Sampedro de San Ildefonso (1.482 habitantes), Marcelino de Dios de La Horta (3.112 personas) y Luis Fernando Toribio de San Torcuato (la más grande, con 5.182 habitantes a su cargo), con José Antonio Prieto como adscrito.