El final de las fiestas navideñas es más que dulce gracias a la esperada llegada de los Reyes Magos, sobre todo para los más pequeños, quienes ayer no podían dejar de mirar a Melchor, Gaspar y Baltasar quienes, sobre sus camellos, saludaban con amplias sonrisas a los niños que apenas podrían dormir horas después.

Desde hace varias ediciones, la cabalgata zamorana ha roto con el habitual desfile real y las carrozas han dado paso a una visión más acorde con la época en la que los monarcas de Oriente se acercaron a adorar al Niño Jesús.

Por ese motivo, también los trajes de los acompañantes eran los tradicionales de esos años, caracterizados por ricas telas y con peso, que, en esta ocasión, fueron más que agradecidas por los participantes en el recorrido para combatir la bajada de temperatura, que se iba haciendo más sensible a medida que avanzaba el recorrido.

Arrancaban las furgonetas de Correos con las cartas de los más rezagados para comenzar la cabalgata, junto a coches repletos de paquetes que pronto serían desenvueltos por sus ilusionados dueños. Habían esperado los reyes a que anocheciera para presentarse a los niños la noche más esperada del año y un grupo de saltimbanquis y malabaristas, de blanco impoluto, llamaban la atención del público.

A continuación, los astrólogos indicaban la dirección que llevaba la estrella que guiaría a Sus Majestades hacia la Plaza Mayor y los romanos podían orden en el recorrido con toda seriedad -aunque también repartiendo más de un caramelo y piruleta- para continuar con bailarinas y tamborileros que marcaban el paso tanto de los participantes como de los animales que se unían al recorrido, como caballos, burros, llamas y camellos.

Los menos aplaudidos fueron los carboneros, los más tocos vestidos por su profesión, que hacían gala de su carro lleno de la negra recompensa para aquellos que no han portado todo lo bien que se esperaba durante el año.

Melchor, Gaspar y Baltasar no paraban de saludar a derecha e izquierda, encantados por el buen recibimiento de los niños zamoranos.

No fue la cabalgata la única sorpresa de la que pudieron disfrutar los más pequeños durante la tarde del día previo a Reyes, puesto que las calles de la capital se llenaron de diferentes espectáculos destinados a hacer más llevadera la espera y apaciguar los nervios infantiles en puntos como la calle Santa Teresa, la plaza de Castilla y León o la plaza Fernández Duro.

Además, durante todo el recorrido la música cobró protagonismo, con la participación de la Banda de Zamora y la Asociación de Tamborileros de Zamora en dichos puntos, mientras que la Banda del Maestro Nacor Blanco acompañó al séquito real interpretando villancicos clásicos.

Por su parte, el grupo Los Patruyasos llevaron su espectáculo de teatro de calle a las plazas de Castilla y León y Zorrilla, para amenizar así la espera de la llegada del cortejo real.