-¿Está usted cansado de ser alcalde?

-Eso es lo que dicen, que el equipo de Gobierno está cansado. Yo soy un trabajador y, como todos los trabajadores, me canso en el trabajo. Es normal. El que no se cansa es el que no hace nada, quien va al Senado a levantar la mano o quien va a hacerse unas fotos aquí y un book en el otro lado.

-¿Los encontronazos desgastan?

-La verdad es que estamos creando entre todos, y aquí me incluyo, una política muy tóxica en la que priman los calificativos, las frases y a ver quién da el grito más alto. Eso distorsiona mucho la política. Hay que hacer un esfuerzo de racionalidad para que no sea así. Yo, en la oposición, pese a lo que digan ahora, tenía fama de blando. Pero lo era adrede. A mí no me gusta elevar el tono, porque gritando no lanzas más tu voz, sino que pierdes fuelle y racionalidad. Lo que ocurre si gritas es que corres el riesgo de que la gente te deje de oír.