Laura Luelmo Hernández seguía con vida cuando su familia la buscaba desesperadamente. Por concretar queda si su asesino la mantuvo retenida en algún lugar o si la arrojó malherida al terraplén oculto por una vasta vegetación a cuatro kilómetros de la localidad onubense de El Campillo, junto a la carretera. La autopsia preliminar desvela que murió la madrugada del viernes al sábado, entre el 14 de diciembre -cuando su familia denuncia la desaparición en el Juzgado de Zamora- y el día 15, jornada en la que más de 200 voluntarios y efectivos policiales rastreaban la zona.

La joven profesora, que apareció maniatada, permaneció entre dos y tres días con vida tras su desaparición el 12 de diciembre pasado, según desvela la autopsia, que fija el día de la muerte entre el 14 y el 15 de diciembre, indican fuentes de la investigación, que no han podido aclarar si el asesino la retuvo antes de matarla o si pudo quedar malherida por la brutal agresión y fallecer con posterioridad. El examen forense no arrojará más luz hasta que no se analicen las pruebas de ADN que se remitirán al Instituto Toxicológico y concretarán cómo actuó su asesino, ante el que se defendió, dadas las heridas que presenta el cuerpo de la joven.

El detenido y principal sospechoso, Bernardo Montoya,con antecedentes penales y vecino de la localidad onubense de El Campillo a donde se trasladó la joven profesora zamorana, será trasladado en las próximas horas a la Comandancia de la Guardia Civil de Huelva.

Corpulento, de mirada dura e intimidatoria, el vecino y principal sospechoso del crimen de la zamorana de 26 años Laura Luelmo Hernández había conseguido inquietarla en los apenas dos días que la joven profesora llevaba instalada en la casa de El Campillo (Huelva), en la calle de Córdoba, a escasos metros de la vivienda de la familia del único detenido hasta el momento, quien permanece en dependencias de la Guardia Civil para ser interrogado por la juez. Laura, cuyo cuerpo sin vida apareció hacia las 11.30 horas del lunes con signos de estrangulamiento y un golpe en la cabeza, confesó a su novio la desconfianza que le infundía este hombre, de 50 años Bernardo Montoya, detenido ayer por la Guardia Civil que venía haciéndole un seguimiento desde que desapareció la joven, el 12 de diciembre. Ese mismo día se esfumó del pueblo en su Alfa Romeo negro. Su arresto se produjo a primera hora de la mañana de ayer, cuando el sospechoso se percató de que los agentes le seguían cuando conducía su coche, que paró de forma sorpresiva para intentar huir a pie campo a través, según las informaciones difundidas.

Las pesquisas se centraron enseguida en este delincuente, conocido de sobra en el propio pueblo por su amplio historial delictivo, condenado en 2005 por el asesinato a machetazos de una anciana de 82 años en Cortagena (Badajoz), una localidad próxima a El Campillo, y había regresado en octubre tras cumplir dos años y 10 meses de cárcel por un robo con violencia. En ese municipio pacense le tenía localizado la Guardia Civil.

Los vecinos del municipio onubense apuntaron al inquilino del número 13 de la calle de Córdoba que vivía enfrente de Laura como responsable de su desaparición desde un principio y con seguridad aplastante. Solo erraban en su verdadera identidad: no era su hermano gemelo, como creían, L.M.N., al que la Guardia Civil descartó rápidamente y que cumple condena en la prisión de Toledo por asesinar en el año 2000 a un joven a puñaladas. Allí permanecía el día 12, cuando se echa de menos a la joven tras hablar con su novio por teléfono.

La juez que investiga el crimen de la joven zamorana, la titular del Juzgado número 1 de Valverde del Camino (Huelva) que decretó el lunes secreto de sumario, se desplazó hacia las 11.30 horas de ayer a El Campillo para el registro de la casa que la joven zamorana tenía arrendada a una compañera del Instituto Vázquez Díaz de Nerva y la del presunto agresor para recoger pruebas que puedan arrojar luz sobre el suceso. Al parecer, la vivienda de Bernardo Montoya presentaba un aspecto desordenado que podría indicar una precipitada partida. Cuatro horas permanecieron en el lugar los expertos de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil y la policía judicial y científica de este Cuerpo en Huelva, pesquisas de las que no ha trascendido ningún dato.

La localización del teléfono móvil de Laura centra también la investigación, clave para rastrear el recorrido que pudo hacer la joven, sola o acompañada por quien la arrebató la vida; arrojar datos que puedan indicar por qué la última conexión a la red se produce a nueve kilómetros al norte de El Campillo y el cadáver se localiza a 4 kilómetros al noroeste del municipio, próxima a la carretera Nacional 435, en un terraplén, rodeada de una masa de vegetación que dificulta su acceso a pie. Los restos de ropas de mujer interceptados a 200 metros de la víctima dieron la pista a un voluntario de Cruz Roja que batía de nuevo la zona.