Su único "propósito" fue violarla y la mató para ocultar el delito. Leticia Rosino Andrés no pudo defenderse de su asesino de 16 años el 3 de mayo. Al verla pasar a su altura, cuando estaba cuidando las ovejas de su padre en "La Pedrerina", se fue hacia la joven por la espalda, la agarró por sorpresa del cuello, le tapó la boca para sacarla del paseo junto al río Esla por el que ella caminaba hacia las 18.00 horas. Y la arrastró hasta el parque de Castrogonzalo, a un lugar más apartado, "con la intención de satisfacer sus deseos sexuales", dice textualmente la sentencia del Juzgado de Menores. En ella, se condena al asesino, de iniciales D.A.A., que actuó con "dolo, con intención de matar" y "con alevosía", a 8 años de internamiento en régimen cerrado y 5 de libertad vigilada, máxima pena que permite la Ley del Menor.

El condenado, una vez en el parque, a salvo de ser descubierto, cogió una piedra y golpeó en la base de la cabeza a Leticia, una primera agresión que ejecuta "de forma rápida e inesperada", con la que "la deja semiinconsciente e indefensa" al causarle una fractura del opcipital, según el informe forense. La joven cayó de rodillas al suelo, momento en el que D.A.A. la coloca boca arriba, trata de "sofocarla y estrangularla con las manos" antes de agredirla sexualmente por vía anal y vaginal. Los forenses destacan la "ausencia de lesiones de defensa y signos de contención de la víctima", lo que corrobora que no pudo huir, ni luchar contra su agresor, circunstancias que agravan la pena impuesta.

Después de la violación, el asesino decide "acabar con su vida", añade el juez, para que "no se descubran los hechos". El adolescente, aún sobre el cuerpo de la joven de 32 años, agarró otra piedra y le golpeó en la parte derecha de la frente, pero, "al observar que aún estaba viva", se hizo con una piedra más grande, "golpeándola brutalmente en la parte frontal izquierda y produciéndole la muerte".

El menor provocó el fallecimiento de Leticia por el "traumatismo cráneoencefálico abierto de gran intensidad con destrucción de centros nerviosos vitales" que le causó, según recoge la sentencia el juez de Menores. Esta agresión fue "brutal", reiterarían los médicos forenses durante el juicio celebrado en el Juzgado de Menores el 29 de noviembre, casi siete meses después del crimen.

Sin embargo, el magistrado subraya que la víctima, "a consecuencia del primer golpe craneal sufrido y el intento de sofocación y estrangulamiento, que provocó su estado de semiinsconsciencia e indefensión", perdió "su capacidad de reacción para repeler la agresión sexual sufrida", lo que implica que se perpetró el delito de violación. El juez justifica la imposición de la medida de máxima duración, la mayor de las condenas posibles a un menor de edad, por "las circunstancias y extrema gravedad de los hechos por la forma violenta en que se produjeron, la importancia de los bienes atacados, la libertad sexual y la vida, y el desvalor de las acciones llevadas a cabo" por el asesino.

El asesino volvió a confesar en el juicio que había acabado con la vida de la joven tras violarla y tomó la última palabra, a la que tienen derecho todos los juzgados, para pedir perdón y mostrarse arrepentido, recoge la propia sentencia que le condena por la agresión sexual y el asesinato de Leticia Rosino Andrés y puntualiza que su abogado, la defensa de oficio, "no se opuso" a la petición de la pena máxima que efectuaron la fiscal de Menores y el abogado de la familia de la joven tabaresa asesinada.

El adolescente, recluido en el centro especial de Zambrana desde el 5 de mayo, cuando confesó el crimen (no así la violación), tendrá que cumplir cinco años de alejamiento (simultáneos con la libertad vigilada) de la familia y de la pareja de la víctima, medida que solicitó su abogado, a la que no se opusieron ni la fiscal ni el letrado del menor. De modo que, D. A. A. no podrá acercarse aTábara, donde reside la familia de la joven, ni a Castrogonzalo, donde viven sus suegros y ella residía con su pareja en una casa recién rehabilitada

La confesión del acusado se produjo cuando la Guardia Civil había ya encontrado pruebas que le señalaban como sospechoso, como ropas que llevaba en el momento del crimen, con restos de sangre que no pudo eliminar a pesar de haber lavado las prendas; los restos de semen, que al ser analizados con posterioridad coincidirían con su ADN, y otros indicios que exculpaban a su padre, al que no dudó en acusar de la muerte de Leticia. Será, precisamente, el progenitor quien afronte el pago de 229.646,85 euros de indemnización a la familia de Leticia, cantidad con la que estuvieron de acuerdo tanto la fiscal como el abogado de la defensa.