El Tercio Viejo de Zamora finalizó la contienda con las picas en alto y la imagen de la Inmaculada Concepción comandando al ejército. No en vano, todos consideraron que su intercesión fue decisiva para helar las aguas del río Mosa y poder así atacar la escuadra enemiga al amanecer del día 8 de diciembre. Unos metros alejados de esta estampa, centenares de zamoranos pudieron ayer ver con sus propios ojos cómo se desarrolló uno de los episodios bélicos más extraños de la Historia de España. La recreación de la Batalla de Empel, mejor conocida como "El Milagro de Empel", congregó a una multitud en la playa de Los Pelambres que no quiso quitar el ojo a la sucesión de cañonazos, disparos y emboscadas que desembocaron en uno de los triunfos más sonados de la Guerra de los 80 años.

La apuesta de Zamora por las recreaciones históricas parece ser correspondida por los ciudadanos, que durante las dos sesiones de ayer abarrotaron las orillas del río Duero para seguir con detenimiento esta batalla del siglo XVI. En esta ocasión, la colaboración entre el Ayuntamiento de Zamora y la asociación Imperial Service dio como resultado la puesta en escena de la Batalla de Empel, el episodio que dio lugar a la celebración de la festividad de la Inmaculada Concepción el día 8 de diciembre. Fue en el turno de mañana, al filo del mediodía, cuando los más de sesenta figurantes representaron la primera parte de "El Milagro". Las embarcaciones holandesas consiguieron acercarse tanto a la isla de Bommel que finalmente pisaron tierra y comenzaron a combatir al Tercio Viejo de Zamora. Sin embargo, el arrojo de los españoles permitió repeler este ataque, obligando a las tropas de Flandes a retroceder y batirse en retirada.

Horas más tarde, antes de la llegada del ocaso, llegó el segundo de los episodios de la contienda. Aprovechando la debilidad del Tercio Viejo de Zamora, el almirante Filips van Hohenlohe-Neuenstein envió un emisario al Maestre de Campo Francisco Arias de Bobadilla proponiéndole una rendición honrosa, aunque no obtuvo el resultado esperado. "Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos", espetó Bobadilla. Una respuesta que enfadó a los holandeses, quienes abrieron los diques río arriba para inundar el campamento enemigo, dejando a los zamoranos refugiados en el montecillo de Empel.

Allí, al borde de la muerte y la consiguiente derrota, un soldado del Tercio encontró una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción, lo que fue interpretado como una señal divina. En la madrugada del 7 al 8 de diciembre, un frío intenso heló el río Mosa y de esta manera los zamoranos pudieron atacar por sorpresa al enemigo y cantar victoria. Un triunfo celebrado, igualmente, por los centenares de ciudadanos arremolinados en el entorno de Los Pelambres, quienes desde ayer interpretarán, con conocimiento de causa, por qué el 8 de diciembre se celebra la Inmaculada.