El joven detenido por la agresión sexual a una joven de 23 años en la calle Benavente de la capital, a la que intimidó con un cuchillo el 15 de octubre pasado, utilizó una pistola simulada para tratar de abusar de una mujer de 49 años en 2007, arma que la Policía Nacional localizó en el registro del domicilio del acusado, de iniciales J. T. J., de 32 años, quien podría infrentarse a un delito de violación.

El presunto agresor sexual -que colaboró con la Policía Nacional cuando se le detuvo y no negó los hechos, aunque ha mantenido un absoluto hermetismo sobre lo ocurrido la noche del 15 de octubre- sorprendió hacia las 20.00 horas de un viernes a la mujer cuando esta se encontraba trabajando en la calle en la entrega de publicidad de un negocio, en la avenida de Príncipe de Asturias, donde el acusado vivía en un piso de alquiler.

Esta víctima relató ante la juez que instruye la agresión sexual a la joven que se le cruzó de forma sorpresiva para colocarse frente a ella y apuntarla con la pistola en la zona próxima al pecho, mientras la amenazaba para que no se moviera, aprevechando que era ya noche cerrada y que no había gente en la calle. La suerte quiso que la mujer estuviera a mayor altura que el presunto agresor sexual, de modo que pudo zafarse de él y echar a correr.

La magistrada investiga también ese intento de agresión sexual, que tuvo lugar en noviembre de 2017 y que la presunta víctima denunció en la Comisaría de Policía, a donde volvería cuando se difundió en las redes sociales la fotografía del presunto violador de la calle de Benavente al que identificó como quien la había tratado de agredir sexualmente casi un año antes.

Este suceso ha sido una de las circunstancias que la juez ha tenido en cuenta para mantener en prisión al joven, divorciado y con tres hijos. Asimismo, ha valorado la gravedad de los hechos que se le imputan, con el intento de violación y la agresión sexual a la joven de 23 años; la alarma social que ha causado con su comportamiento violento hacia las mujeres; y la existencia de pruebas de calado en su contra, que conformarían el ataque sexual por el que la Policía Nacional le detuvo el 16 de octubre. La rápida difusión por las redes sociales de las características físicas del agresor de la joven, la ropa que vestía y fotografías facilitaron la labor policial para su localización y arresto, al tratarse de un joven de sobra conocido en la capital por su profesión de camarero en locales de gran afluencia de público.

Cuando fue localizado por los agentes en la casa de sus padres, donde se refugió la noche del día 15 de octubre para tratar de pasar desapercibido, la Policía halló pruebas, como la ropa que vestía y el arma que utilizó, de las que se había desecho, localizadas gracias a la actitud colaboradora que mostró en todo momento. No así cuando compareció ante la juez al día siguiente, cuando ya no quiso manifestar nada sobre las graves acusaciones que pesaban sobre él, actitud que ha mantenido hasta el momento.

Las pruebas incriminatorias que se incautaron los agentes parecen ser tan incontestables que confirmarían la versión ofrecida por la joven de 23 años a la que agredió sexualmente e intentó violar en el portal de la calle de Benavente, relato que es coherente y constante en el tiempo, lo que le concede total credibilidad.