El maestro Emilio Antón Rodríguez era tímido y serio, pero muy cercano en el trato; riguroso y exigente con su trabajo y, ante todo, la música "era su vida", sentencia con rotundidad su hijo Juan Emilio Antón Rueda.

El pequeño Emilio nació en el seno de una familia con gran tradición musical. Creció entre instrumentos y pentagramas y aprendió a tocar el piano y el violín. Tuvo como maestros a su progenitor, que era músico; a su tío Lorenzo, que llegó a concertino de la Orquesta Nacional de España y a Inocencio Haedo. Siendo niño tocó en solemnidades religiosas y con solo 12 años comenzó a acompañar a las compañías de zarzuela y a actuar por toda España con las figuras de la época, lo que hizo que en la provincia le llamaban "el pequeño Sarasate. Era un verdadero niño prodigio", aporta su vástago.

En plena adolescencia compuso su primera obra y con 16 años fundó el coro de jóvenes de Acción Católica. Inició la carrera de Derecho, pero la Guerra Civil truncó sus estudios, ya que, con 18 años, lo llamaron a filas. Le destinaron a Sanidad, tras varios destinos, cuando recaló en Valladolid fundó un conjunto coral y en Segovia hasta se hizo organista en la catedral.

Acabada la contienda y ya casado, regresó a su Zamora natal donde retomó su vinculación con la Real Coral Zamora, en la que entró con 11 años. En la postguerra, Antón compaginó la creación musical con la atención a la joyería que regentaba que "muchas veces era una tertulia musical por la que pasaban el fundador del Sacro Jerónimo Aguado, el director de la Banda de Zamora Felipe Blanco; el pianista Miguel Berdión o el maestro de capilla de la Catedral de Zamora Gaspar de Arabaolaza", comparte Juan Emilio Antón.

Tras el fallecimiento del maestro Haedo, en el año 1956, Emilio Antón asumió la dirección de la Real Coral Zamora. "Era un hombre al que le gustaban mucho los retos", aporta su familia. Pasados doce años bajo su batuta, este proyecto musical desaparece por falta de apoyos, pero el maestro Antón prosiguió "batallando" en el ámbito musical zamorano. Siguió impartiendo clases de música y formó un coro de voces masculinas para en el año 1979 poner en marcha la Coral Alonso de Tejeda que ofreció más de un centenar de conciertos tanto en la provincia como fuera.

La vertiente compositiva del maestro Antón, fallecido en febrero de 1993, fue prolífica. Dejó unas 80 obras muy variadas. Desde un minueto para una orquestina en la que tocaba siendo joven, habaneras o incluso un pasadoble, aunque el grueso de su producción se ciñe al ámbito religioso y coral. Este hombre de profundas convicciones católicas dedicó piezas al Cristo de la Injurias, al Cristo Yacente, a la Virgen de la Soledad o a la Virgen del Tránsito a los que sumó Ave María, a seis voces, o un Réquiem.

Otra faceta que cultivó corresponde a la música popular. Al igual que su maestro y amigo Inocencio Haedo, quien recorrió la provincia recopilando la canción tradicional, Antón tomó los sones de la capital y de los pueblos más cercanos y los materializó en títulos como "Aires Zamoranos" o "Zamora de mi amor".

Una asignatura pendiente, sin duda, la representa la grabación de piezas significativas alumbradas por Antón como la sinfonía coral "Romería de La Hiniesta", donde dotó de notas el recorrido de los romeros cada Lunes de Pentecostés. Esta obra, a seis voces, "Zamora la debería de conocer porque solo ha sonado en su estreno en la iglesia de San Vicente en diciembre de 1992 cuando la cantaron tres corales, una de Burgos, otra de Segovia y la Alonso de Tejeda", subraya Juan Emilio Antón Rueda. A mayores, el hijo del músico estima que "no se le ha reconocido que mantuvo la vida musical de Zamora durante unos años de sequía en un nivel más que aceptable, yo diría que incluso alto".

El maestro Antón, que fue candidato al Premio de las Artes de Castilla y León en 1989, ha contado con muchos homenajes, entre ellos un concierto ofrecido un año después de su muerte en el que participaron 20 corales en la parroquia de María Auxiliadora. Hoy, con motivo del centenario de su nacimiento, la Asociación de Amigos de la Ópera, capitaneada por Luis Santana quien reconoce que "me dedico a la música gracias al apoyo del maestro Antón", impulsa un tributo en el que participan el Coro Sacro Jerónimo Aguado, Aures Cantibus y los tenores Juan Antón, nieto del maestro, que estará acompañado al piano por Elisa Rapado, y Luis Santana, con Sergio Khulmann, en la iglesia del convento del Tránsito. Y es que la familia Antón residió a escasos metros del convento y el músico mantuvo toda su vida una estrecha relación con la comunidad religiosa.