Rabia e indignación en la puerta del Juzgado de Menores. En la mañana más gélida de lo que va de otoño, los amigos y familiares de Leticia Rosino tuvieron problemas para mantener la cabeza fría. Desde el centro de menores de Zambrana, el presunto asesino de la joven tabaresa viajaba para declarar en la vista oral.centro de menores de Zambrana, Han pasado casi siete meses desde el crimen y nadie olvida. Y mucho menos perdona.

En medio de la calle Regimiento de Toledo, y tras un cordón policial, medio centenar de personas exigía "justicia". Apenas eran las nueve de la mañana y, aunque la llegada del adolescente de 16 años acusado del asesinato y la violación de Leticia Rosino estaba prevista para las diez, cada movimiento, cada giro de un coche hacia la calle, cada sospecha de que D. A. A.. iba a aparecer en la escena reavivaba los gritos: "¡Asesino, la mataste!".

Muchos de los presentes portaban también pancartas, carteles. Algunos, con el rostro de Leticia; otros , con frases contra el acusado; los más, en favor del endurecimiento de la Ley del Menor. El entorno de Leticia no concibe que la persona que le quitó la vida pueda estar fuera en ocho años: "Nos quedaremos todos en casa para que él disfrute de la libertad".

Pasaron los minutos, siguieron las consignas y los lamentos: "Que pague por todo lo que ha hecho", "esto no se puede permitir", "si fue mayor para hacer lo que hizo, que ahora vaya a la cárcel". Y de repente, más allá de las nueve y media, apareció el coche y se desató la ira.

En apenas un par de segundos, D. A. A.., bajó del coche enfundado en una sudadera gris y accedió al juzgado protegido por la Policía Nacional, que intervino para evitar males mayores. Fuera, la indignación continuó: "Que no salga nunca", musitó una de las presentes. Y de fondo, un cartel: "Lety, siempre presente".