El próximo sábado, la cantante y percusionista Vanesa Muela visitará el Teatro Principal (20.30 horas, 10 euros) junto con la formación gallega Odaiko para presentar el disco Camino de vuelta. Un espectáculo "diferente" con el que la artista de Laguna de Duero busca "una vuelta de tuerca".

-Actúa por primera vez en el Teatro Principal de Zamora este sábado, pero no viene sola, ¿cuál es su relación con Odaiko?

-En realidad, se trata de nuestro nuevo disco conjunto, que se llama Camino de vuelta. Odaiko es una formación diferente a lo que llevo haciendo durante 35 años: nos basamos en las raíces, pero el estilo es muy vanguardista. Tocamos con marimbas, xilófonos o vibráfonos, con arreglos realizados por Adrián Saavedra. Queríamos dar una vuelta de tuerca a la música tradicional que tanto respetamos, presentándola de la manera más moderna. Juan Collazo, el líder de Odaiko, contactó conmigo hace varios años y me convenció: "No buscamos una cantante para el grupo, te queremos a ti", me dijo.

-Como para decir que no?

-Con esa vehemencia? les dije que sí. Llevamos dos o tres años juntos y la experiencia es muy positiva.

-Pero usted es una de las grandes defensoras de la vertiente tradicional, ¿no es cierto?

-Yo vengo de la música tradicional, es lo que he mamado desde los cuatro años. Como cantante, después de 35 años de carrera, necesito crecer, experimentar, evolucionar. Esto no es una fábrica de tornillos, hace falta ilusión. Necesito reciclarme, seguir creciendo como cantante, como lo hago con Hexacorde o con Odaiko.

-¿Este nuevo disco es para usted un antes y un después? o no tanto?

-Digamos que es una rama más de este árbol que soy como cantante. Una experiencia para aprender, gracias a los chicos de Odaiko, que vienen del estilo clásico y del conservatorio. Más que un antes y un después, este disco es un paso más.

-Además de tocar y cantar, ofrecen un espectáculo que, al final, es lo que busca la gente, ¿verdad?

-La sonoridad del concierto es muy distinta a la habitual: todo lo que tocamos son láminas, es un recital de percusión. Pero es cierto, el público se sorprende cuando nos ve porque no saben muy bien a lo que vienen. Incluso la gente a la que no le gusta el folklore, Odaiko les gusta.

-Tiene 35 años de carrera, pero usted es muy joven? ¿Cómo lo hace?

-(Ríe)?Pues tengo cuarenta. En realidad, empecé bailando en casa con cuatro años, en Laguna de Duero. Al poco, comencé a cantar en el grupo local de coros. Con ocho, grabé mi primer disco con un grupo que se llamó Ágora, donde estaban algunos de los miembros de Celtas Cortos. Uno de ellos sigue hoy en activo en el grupo, Goyo Yeves. Pero fue muy especial, porque estuvimos de gira por toda España con batería, guitarras eléctricas?

-Es decir, toda una niña prodigio?

-No me gusta mucho esa palabra, pero sí, empecé muy joven. Me considero muy luchadora y aventurera. Después aprendí a tocar instrumentos, hice trabajo de campo y me decanté por la vertiente más tradicional. Es decir, un aprendizaje continuo que me ha servido para publicar ya once discos. Aunque soy historiadora de carrera, mi vida profesional es la música.

-Pero ha tenido que luchar mucho para convertir su pasión en su trabajo, ¿verdad?

-Mucho. Como todo el mundo que quiere conseguir algo. Sobre todo, en un mundo donde no había niños, ni mujeres. Era un ámbito de hombres y de gente mayor.

-Se considera muy luchadora, pero también es muy crítica con el apoyo institucional a la música, al arte, ¿por qué?

-Porque yo creo que lo primero que deben hacer es respetar y divulgar lo nuestro, apoyar a todas las personas que nos dedicamos a cualquier tipo de arte. En Zamora, por ejemplo, sí veo ese apoyo, veo que el folklore está muy vivo. Siempre me quejo porque, en resumidas cuentas, actúo una vez cada cuatro años. Porque diga la verdad, no me quitan mucho de comer.

-Al margen de las instituciones, ¿existe un compromiso de la gente, del público, con la música tradicional?

-Tenemos el apoyo de la gente, yo lo veo. La gente joven viene a los conciertos y a los talleres. Y luego están quienes te siguen a todos los lados, auténticos "followers". Nos falta el apoyo de otras comunidades como Galicia, donde la Xunta te paga el disco. O el País Vasco, o Cataluña. Es decir, que depende de donde nazcas tendrás unas oportunidades u otras. Recuerdo una crítica muy dura que hice a la Junta de Castilla y León por llevar a México a las tunas, que consideraba la música de la tierra. No creo que sean la música representativa de aquí.

-Y sin embargo, el folklore de Castilla y León sí es de los más ricos.

-Cuando vamos a cantar a Europa, se quedan muy sorprendidos de lo que hay.

-En una coyuntura complicada, con la despoblación y el envejecimiento de la comunidad, ¿cree que asistimos a un renacer de la música tradicional?

Vivimos en un mundo globalizado, donde comemos lo mismo y vestimos igual, sí que aprecio una preocupación por volver a lo nuestro, por buscar la identidad. Para mí, que he vivido muchas etapas, también puede ser una moda. No me quiero hacer ilusiones y pensar que será así siempre, ya me ha pasado otras veces. Es como una montaña rusa.

-Y en la faceta más negativa, aquellas formaciones que interpretan mal la renovación musical y hacen auténticos disparates, ¿no cree?

-Barbaridades se hacen en todas partes. Pero sí es verdad que los mayores enemigos los tenemos dentro del sector. Hay quien no se prepara adecuadamente o, directamente, no vale para cantar o tocar.

-Habla muy bien de Zamora, pero no le hemos visto mucho por aquí?

-En la capital, solo cuatro veces, pero en la provincia sí que me he prodigado. Aprendí, por ejemplo, a tocar las conchas de la señora Dominica Lorenzo. Siempre he tenido como referentes a la Escuela de Folklore de Zamora, con Pablo Madrid y Alberto Jambrina, que son amigos míos. Y sobre todo, lo que hay en vuestra provincia sería inconcebible en Valladolid, esa cantidad de grupos.