Integrar las aceñas del Duero en la ruta turística ribereña aguas abajo de la ciudad como un elemento importantísimo del patrimonio turístico y monumental de la ciudad. Es la idea con la que trabaja el concejal de Turismo del Ayuntamiento de Zamora, Christoph Strieder, quien se encuentra con un primer escollo que "bloquea" los posibles pasos posteriores para llevar a la práctica la idea, el hecho de que gran parte de las aceñas del Duero sean de propiedad particular.

En estos momentos la práctica totalidad de las aceñas y los correspondientes azudes que guían el agua del río hacia ellas son de propiedad particular. Desde aguas arriba están las de Pinilla, que funcionan actualmente como establecimiento hostelero. Un poco más abajo están las de Cabañales, que son de propiedad municipal tras la expropiación realizada en su día y que acabó con el derribo de las construcciones originales para levantar en su lugar aceñas de nuevo cuño. A continuación vienen las aceñas de Olivares, que están siendo utilizadas actualmente como recurso patrimonial y turístico, ya que en ellas se reproducen los ingenios que funcionaban con las indutrias del agua (como molinos y batanes). El Ayuntamiento pudo actuar el ellas gracias a que los propietarios, entonces la comunidad de regantes de Valbueno las cedió al Consistorio para estos fines culturales, pero que se enfrentan a un incierto futuro ya que dentro de unos años, en 2028 se acaba el convenio y sus actuales dueños, una comunidad de bienes denominada Valbueno pretende reclamar salvo que se les compense económicamente. Más abajo están las aceñas de Gijón y Los Pisones, en ambos casos antiguas instalaciones de uso industrial, de propiedad particular y que llevan abandonadas muchos años. El concejal de Turismo explica que el primer paso que tiene que dar el Ayuntamiento es aclarar la verdadera propiedad de las aceñas.

Y es que, según explica textualmente la Confederación Hidrográfica del Duero en la resolución del expediente de extinción de los derechos de aprovechamiento del agua del río que desde 1872 tenía la Sociedad Isidro Rubio y Cía en las aceñas de Gijón, "al extinguirse el derecho concesional revertirán al Estado gratuitamente y libres de cargas cuantas obras hubieran sido construidas dentro del dominio público hidráulico para la explotación del aprovechamiento". Y ello independientemente de la forma en que se hubieran adquirido estas propiedades, en este caso tras la desamortización de Mendizábal, ya que se asientan en el dominio público hidráulico, protegido constitucionalmente y "sustraído al comercio de los hombres, inalienable, imprescriptible e inembargable".

Strieder entiende que es el Estado, a través de la Confederación Hidrográfica del Duero, quien debería hacerse con la propiedad de las aceñas que tengan extinguida la concesión para después cedérselas al Ayuntamiento con algún tipo de fórmula jurídica y que éste pudiera actuar aunque fuera simplemente manteniendo en buenas condiciones los azudes o el terreno desbrozado para su utilización como parte del atractivo del paseo ribereño del Duero aguas abajo de la capital.

Hay que arreglar asimismo azudes como el de las aceñas de Gijón, utilizado para la captación de agua del Canal de San Frontis, que tiene un gran boquete.