Hace más de una década, un joven Jesús Colmenar visitó su Zamora natal para estrenar el cortometraje Déjàvu, trabajo que le abrió las puertas de la televisión. En la actualidad, aquel director en ciernes puede presumir de haber traído a España el primer premio Emmy de televisión, gracias al imparable éxito de la serie La casa de papel.

-¿En qué consiste su función en La casa de papel?

-En La casa de papel hay dos productores ejecutivos: Alex Pina es el guionista jefe, que se encarga del contenido; yo soy llevo la parte de la estética, narrativa o dirección de actores y, en definitiva, quien supervisa la serie ya en la pantalla. Dirigí los primeros capítulos de la serie y superviso el trabajo del resto de responsables.

-Entonces, ¿la idea de los monos rojos y las caretas de Dalí es suya?

-(Ríe). Todo se pacta y se desarrolla en equipo, trabajamos codo con codo. La dirección es compartida.

-¿Cómo nació el proyecto, que ha pasado de la pantalla de televisión a Netflix, donde ha despegado definitivamente?

-El proyecto surge al tiempo que surge Vancouver Media, que a su vez nace a partir del equipo de Globo Media que hizo la serie Vis a vis. Alex Pina decidió montar una nueva empresa con este equipo de profesionales. Él me contó la loca idea de un atraco a la Casa de Moneda y Timbre, en aquel momento era algo muy grande para afrontarlo de una forma independiente, pero nos dijimos: "Vamos a por ello". Era una producción para Antena 3, trabajamos con la directora de contenidos de ficción de la cadena y comenzamos a desarrollar la serie. Fue una experiencia brutal, un trabajo agotador, pero muy bonito. Todo empezó a eclosionar, a funcionar. La casa de papel funcionó en el estreno, aunque la audiencia comenzó a bajar y a establecerse en niveles normales para el prime time. Tuvimos la suerte de que Netflix vio el capítulo piloto y la compró para su catálogo internacional. El "boom" de la serie surgió a partir de ahí, sin haberla publicitado, sin grandes carteles. Ha sido un fenómeno inaudito en Arabia Saudí, Argentina, Turquía, Italia, Francia€ Fue traducida en varios idiomas y también se ofrece con subtítulos.

-El fenómeno, salvando las distancias, es similar al de series como Merlí, que han logrado trascender en "streaming" a través de Netflix.

-Al final, cuando tú haces algo en lo que crees y te esfuerzas, los resultados llegan. En España, venimos de una época de cierto complejo sobre nuestras producciones, pensando que las mejores eran las que se hacían en Estados Unidos. Cuando rodamos La casa de papel, no teníamos en mente al público español, sino espectadores en general, con una narrativa global. Si está bien, es una historia emocionante y que toca ideas importantes, puedes llegar al mundo entero. Esto es lo que ha cambiado con las plataformas. Antes, vender una serie a otro país era un proceso bastante complejo. En la actualidad, La casa de papel está en un catálogo mundial de forma inmediata, para 190 países.

-Por lo que dice, esos valores de universalidad se reúnen a la perfección en series tan de moda como "Elite"€

-En La casa de papel, los actores son españoles y la acción tiene lugar en un edificio de aquí como es la Casa de Moneda y Timbre, pero el acontecimiento es entendible de una forma global. De esta forma, exportamos nuestra cultura como Estados Unidos lleva haciéndolo toda la vida. Nosotros entendíamos las historias americanas, porque estábamos acostumbrados a relatos en Nueva York o Los Ángeles. De repente, la policía española en un atraco en Madrid es algo tan vigente e interesante como lo que ocurre en Norteamérica.

-¿Este fenómeno ha tenido alguna repercusión más allá de la propia audiencia?

-Nos hemos dado cuenta, por ejemplo, cómo la serie ha revolucionado el turismo. El exterior de la Casa de Moneda y Timbre lo rodamos en un edificio del CSIC de Madrid. Hoy por hoy, si buscas este edificio en Google Maps, aparece "La casa de papel", no CSIC. Todos los días, decenas de personas visitan el entorno para hacerse fotos. Estamos haciendo que la gente venga a estas localizaciones, que ya son míticas como siempre lo han sido, por ejemplo, los escenarios de películas americanas.

-Han tenido la suerte de contar y de hacer crecer a una nueva generación de actores españoles, que llegan a todo el público, y en particular, a los jóvenes.

-Igual que cuando hicimos "Vis a vis", lo más importante no era contar con actores conocidos, sino con el que mejor se adaptara a cada papel del guion. Con ese único criterio, hicimos el casting. Descubrimos grandes actores que estaban ya en otras series, como Jaime Lorente o Álvaro Morte. También contamos con Paco Tous, pero no porque fuera popular, sino porque era el que mejor se adaptaba a su papel. De repente, se han convertido en estrellas internacionales. En España, es donde llevan una vida más normal. Como anécdota, cuando acudimos al Festival de Cannes, todo el mundo se abalanzaba sobre Álvaro Morte y le preguntaba por su papel como "el profesor", en la serie. Era como caminar con Tom Cruise.

-¿Les decepciona un poco que el éxito internacional haya sido mayor que aquí, en casa?

-A mí no me decepciona el resultado en España. Aquí la gente ha empezado a ver la serie en Netflix. ¿Qué indica esto? Lo que ha cambiado es el consumo televisivo. La casa de papel nunca fue una serie para un prime time, a partir de las once de la noche, con veinte minutos de publicidad cada media hora. Al final, quien aguantaba todo el capítulo era la gente muy fan y la que no tenía que trabajar al día siguiente. El problema es que, si tú no veías un capítulo, perdías ya el hilo del argumento.

-Y con plataformas como Netflix, tendrán noticia de espectadores que han visto toda la temporada en un día€

-De hecho, hay una web norteamericana que nos coloca en segunda posición por detrás de Juego de Tronos en número de capítulos que la gente ve de forma seguida, de una sola sentada. Realmente, La casa de papel se hizo para disfrutarla, no para verla junto con pausas de veinte minutos de publicidad. Es el nuevo sistema de consumo.

-Todo cambió cuando Netflix puso a disposición de los espectadores la temporada completa de House of Cards, ¿verdad?

-Nosotros estamos produciendo la tercera temporada de La casa de papel con Netflix, un "global show" que se ofrecerá completa en el catálogo internacional el día del estreno, con capítulos de 50 minutos de duración. Quizá haya gente que en dos tardes hayan visto toda la temporada, aunque a nosotros nos lleve siete meses producirla.

-Este exitoso proyecto ha tenido un dulce final con un premio Emmy, algo insólito. ¿Cómo lo han vivido?

-Todo lo que ha pasado con La casa de papel ha sido increíble. Incluso que la gente haya hecho suyo el icono del mono rojo y la máscara de Dalí, como en los carnavales. Hemos visto la careta incluso en manifestaciones de Turquía. Todas estas noticias nos han ido impactando, como saber que la serie era la más vista de Netflix en lengua no inglesa. En cuestión de premios, lo mismo: galardones nacionales, internacionales como Montecarlo o Fénix en Latinoamérica y culminamos con el Emmy, el reconocimiento más importante para la industria de la televisión. Ha sido la culminación de una locura, nadie pensaba que esto iba a suceder. Ahora Netflix nos ha adquirido unos derechos para que hagamos series para ellos en exclusividad. Estamos muy contentos€ ¿qué le voy a decir?

-Usted nació en Zamora, pero los medios lo tratan como "bejarano", ¿cuáles son sus raíces?

-La verdad es que yo nací en Zamora, pero he pasado toda mi infancia en Béjar. Viví en Benavente esos años de la vida de los que apenas tienes recuerdos, pero cuando tenía cinco años me trasladé a Salamanca. Me siento, por lo tanto, bejarano, pero la realidad es que nací en Zamora.

-¿Su familia es de Benavente?

-Ellos vivían allí, pero realmente mi madre es salmantina y mi padre, extremeño. El trabajo hizo que coincidieran en Benavente. Regresé a Zamora con mi primer cortometraje, premiado en Hollywood y emitido en los cines de allí. Los zamoranos siempre me han tratado estupendamente y he sentido un abrazo cálido por parte de esta tierra.

-El cine ha sido la obsesión de su vida, ¿verdad?

-Tenía claro, desde muy jovencito, que me quería dedicar a esto. Con 16 años sabía ya que quería ser director, no veía más allá. Comencé a hacer películas con las cámaras del instituto de Béjar, con los actores de los grupos de teatro de allí€ Hice dos largometrajes, entonces no sabía que existían los cortos. Y cuando me inicié en ellos, uno fue muy premiado y me abrió las puertas. Entonces, me llamaron de la televisión y entré a rodar Los hombres de Paco, en la tercera temporada. A partir de ahí, no he dejado de trabajar en la televisión. La serie El Barco, la película Kamikaze, la primera temporada de El chiringuito de Pepe. Cuando llegó Vis a vis, cambió todo. Y después, vino Vancouver Media y La casa de papel.

-¿Y cómo se avecina el futuro?

-Por un lado, el 18 de enero se estrena en Movistar + la serie El embarcadero, con Atresmedia Estudios. Ahora estamos inmersos en el rodaje de la tercera temporada de La casa de papel y en Vancouver tenemos bastantes proyectos de nuevas series, con guiones aprobados de títulos como Sky rojo.

-¿Qué tipo de consumo de series ve en los próximos años: cada cual con su tableta y sus auriculares?

-Las series se han convertido en un tejido cultural importantísimo, el más relevante del siglo XXI. El cine sigue ahí, pero la gente ha comenzado a consumir de forma visceral el formato seriado. A la gente las películas se le hacen largas€

-Pero pueden ver la temporada completa de La casa de papel en un día€

-Exacto. Pero ocurre que cuando la gente ve una película, al llegar a los cincuenta minutos se pregunta si eso ya se acaba. Por otro lado, la serie permite desarrollar mucho más los personajes, ser más valiente a la hora de plantear ciertos relatos€ Es una nueva era audiovisual: el cine está cediendo el paso a las series y, además, las series se están rodando como si fuera cine. Yo lo comparo con el relato corto y la novela. En el segundo caso, el lector sabe que lo que se va a encontrar va a ser más largo, intenso y profundo. Por otro lado, estamos claramente en la edad de oro de las series españolas. De repente, muchas series se están exportando y ya se ve a la ficción española como una referencia. Ojalá no perdamos el rumbo, es nuestro momento y debemos seguir apostando por cosas nuevas, valientes. Tenemos una forma de vivir latina, más pasional, que está llegando mucho al resto del mundo.