Milagros Morata Galarza es la nueva presidenta de Manos Unidas, colectivo al que está vinculada desde hace nueve años.

-¿Qué le hace implicarse más activamente en Manos Unidas?

-Pilar Gutiérrez ya llegaba seis años como presidenta, me lo propusieron mis compañeras y me pareció justo porque podía. Hasta ahora me encargaba de los boletines, de llamar a los medios de comunicación, entre otras funciones. En mi directiva, además, me voy a rodear de compañeras que tienen mucha experiencia.

-En esta nueva etapa ¿qué desea llevar a cabo?

-Mi ilusión es que Manos Unidas aumente su presencia y sea más conocida.

-Llevan muchos años trabajando en la diócesis, pero realmente ¿sabemos en qué consiste su trabajo?

-La gente todavía piensa que somos como una especie de Cáritas, pero que trabaja para el extranjero. Ese desconocimiento es muy grande. A nuestra sede ha venido gente interesada en traernos ropa e incluso comida para que fueran enviadas a los países en los que trabajamos. Suena Manos Unidas, pero no se sabe en qué consiste nuestra labor. Además, se ve muy lejana

-¿Por qué?

-Porque no trabajamos para España. La gente no se da cuenta de que los pobres de esos países están mucho peor que los de aquí y que con un euro se logran muchas cosas.

-¿Uno de sus objetivos sería poder apoyar a más proyectos económicamente?

-Sin duda. Querríamos ampliar nuestras actividades porque si aumentamos el dinero que tenemos podemos apoyar más proyectos. Continuaremos con la Operación Bocata y con el rastrillo solidario. Si saliera más actividades estaríamos encantadas, pues nosotros respaldamos nuevos proyectos en función del dinero que vamos recaudando.

-De capital humano ¿cómo están?

-Estamos un poco escasos de voluntarias, pues la mayoría somos mujeres. Es verdad que para el Bocata se vuelca la gente al igual que para el rastrillo. Para esas dos actividades contamos con muchas colaboradoras. También tenemos presencia en las parroquias, a donde llevamos por ejemplo nuestros boletines, pero hay algunas en las que no tenemos voluntarios como en la de San Benito. Además, nos gustaría contar con gente más joven porque siempre tienen más ideas.

-¿Por qué no se da el paso de hacerse voluntario?

-La gente es un poco reacia porque se piensa que hay que venir todos los días. Vienes cuando tú puedes, pero con una constancia. Si te comprometes a ir todos los lunes, hay que ir salvo que no se pueda ¡claro está! Recientemente, vino un profesor con unos alumnos y los muchachos se interesó por visitar uno de nuestros proyectos, algo que no hacemos. En Cáritas ves a la gente a la que ayudas, pero nosotros no.

-Sin embargo, usted sí ha viajado para conocer in situ algún proyecto.

-Cada cierto tiempo viaja una persona de nuestra delegación. Yo estuve el año pasado en El Salvador porque Manos Unidas todos los años inspecciona con un grupo de voluntarios durante una semana los proyectos que apoya. Otros compañeros fueron a Etiopía y otros a La India.

-¿Qué supuso para usted el viaje?

-Fue impresionante a todos los niveles (hace una pausa). Tuve la suerte de ir a un lugar donde se habla español. Conversé con la gente que me contó sus vidas y te das cuenta de lo que supone tu ayuda porque es un país tremendamente pobre. Los proyectos que auxiliamos pasan por muchos filtros para comprobar que quienes demandan el dinero son responsables. En El Salvador se trabaja con ONG's locales que funcionan desde hace años y que son muy serias. En los proyectos que apoyamos la población local tiene que involucrarse y tienen que responsabilizarse de la continuidad. Además, no entregamos el dinero de una sola vez, sino poco a poco.