El Teatro Principal festeja este mes sus tres décadas de funcionamiento desde su reapertura, 30 años de servicio a la ciudad que su director repasa en esta entrevista.

-De estos 30 años de reapertura del Teatro Principal, ¿con qué se queda su responsable?

-Con que la idea inicial ha salido adelante. Pensábamos hacer un teatro público que tuviera teatro, danza y música para todos los sectores y todos los estratos sociales. Además, se ha producido un cambio entre aquellos públicos que empezaron o retomaron la asistencia al teatro y el espectador actual.

-Concrétenos.

-Ahora asiste un público delicioso. Recuerdo que en una de las primeras representaciones vino Pepe Rubianes e hizo un sketch sobre la Biblia, donde Dios se emborrachaba. Con sus manos formó sobre su cabeza un triángulo que se movía. De las 15 personas que había le pareció mal a la mitad, que se marchó. Un teatro es un lugar de libertad porque el arte es, ante todo, libre y el espectador se tiene que enfrentar con lo que el artista hace. También cuando vino Maya Plisetskaya el público no le dedicó la ovación que una "prima ballerina" se merecía al interpretar para nosotros la muerte del cisne. El público ha progresado, asiste dispuesto a disfrutar, se levanta y aplaude con mucha facilidad.

-¿Qué espectáculo no ha podido traer?

-Ninguno porque he sido realista con lo que tenemos. Disponemos de un espacio muy bonito, muy reducido en cuanto a caja escénica y aun así hemos metido espectáculos que a veces están un poco forzados. He luchado porque compañías nacionales u orquestas que se hacen con los impuestos de todos no fueron solo de Madrid o de Valladolid. Me da coraje que esas agrupaciones se queden en las capitales. Tuve una controversia en su momento con Nacho Duato cuando dirigía la Compañía Nacional de Danza ya partir de ahí se creó una formación más pequeña que pudiera girar, pero no es lo mismo. Además, los proyectos culturales que tienen una inversión pública deben ser planteados a largo plazo.

-Lo que choca con la mentalidad del político que piensa a cuatro años.

-Pero para eso estamos los que no somos políticos, los funcionarios y técnicos. Cuando me jubile habrá otra persona que quizá deje lo que haya funcionado y lo que no, lo suprimirá porque los proyectos tienen que ir avanzando conforme cambian los intereses y gustos del momento.

-A nivel personal ¿qué supone para Daniel Pérez esta conmemoración?

-Ha supuesto tener una vida muy rica acontecimientos y vivencias. Ha supuesto compartir un tiempo con mis compañeros del teatro. Soy la cabeza visible, pero yo no habría podido hacer nada sin ellos y sin las personas que están en el Ayuntamiento que son fundamentales para que nosotros podamos trabajar.

-Además este aniversario en parte es una despedida.

-Sí, pero va a ser por etapas. En los próximos años, tres al menos, trabajaré unos meses menos. Se trata de una prejubilación con relevista, de tal forma que yo programaré y cuando empiece la temporada baja me iré y regresaré en septiembre. Poco a poco iré soltando amarras.

-Su plaza se cubre a través de una bolsa de empleo.

-Ha sido un proceso largo al que se han presentado 28 personas, pese a ser una bolsa. Una persona ha quedado la primera, pero no significa que sea quien vaya a ocupar el puesto, pues en el momento de incorporarse puede que tenga otros proyectos. Mi idea es que esa persona esté de marzo a septiembre.

-A lo largo de estas décadas ha habido distintos partidos al frente del Ayuntamiento, ¿sus propuestas han encajado mejor con unos que con otros?

-No, la verdad es que me he sentido completamente libre a la hora de trabajar con todos los alcaldes y con la alcaldesa. Si algo se ha hecho algo mal en este aspecto ha sido culpa mía.

-¿El condicionante más importante en la marcha del teatro ha sido la reducción del presupuesto al desaparecer las obras sociales de las cajas?

-El condicionante más importante que han tenido y tienen los teatros públicos, y en general las actividades públicas que no están sometidas a un ente de gestión autónomo, es la burocracia. La burocracia ha crecido mucho durante este tiempo porque es una forma de evitar los atracos a lo público lo que genera un papeleo que, con la nueva Ley de Contratación, resulta muy difícil. Además, con las autonomías se han multiplicado los trámites, lo que es un síntoma de decadencia del Estado. Un titiritero se somete a los mismos papeleos que una empresa de construcción, lo que requiere de una excepcionalidad.

-¿Un régimen económico especial?

-Sí, que se miren los distintos aspectos en los que se pueden mejorar el arte y la cultura. Hemos preparado unas jornadas de gestión propia y externalización del teatro público. El viernes y el sábado queremos debatir para que haya una normativa acorde para que el sentido público de la cultura permanezca porque está en vías de extinción. Ahora se externalizan servicios y teatro, pero habrá que ver cómo puede funcionar sin que vaya en detrimento de los fondos públicos. Es una jornada abierta al público y vendrán voces relevantes del sector escénico. Además, por los 30 años hemos montado dos exposiciones una en la Alhóndiga donde se exhiben unos 300 de carteles de espectáculos que hemos tenido estos años, mientras que en el Principal hay una muestra de textiles y escenarios de Barroco,

-Pese a la crisis, el Principal ha mantenido unos precios asequibles para el bolsillo del zamorano.

-Vivimos solo de la aportación del Ayuntamiento de Zamora y los precios siguen igual. Es un equilibrio que hace falta hacer porque no todas las funciones van a taquilla. Mantener los precios a nosotros nos importa menos de lo que nos importa que el público pueda acceder.

-Hasta hace un par de años el Principal había sido el único teatro de la ciudad. ¿Cómo ha sido la irrupción del Ramos Carrión?

-Es una sala con casi 600 localidades y por lo que estoy viendo está acogiendo actividades que importan para la ciudad y para las que no teníamos espacio nosotros, como congresos, encuentros o seminarios. Esa faceta es muy interesante y en este sentido el Teatro Ramos Carrión está cumpliendo una función importante. Cuando la Diputación decidió eliminar unas partes dedicadas al ámbito escénico, acertó.

-La primera temporada existió una contraprogramación, mientras que parece ahora que sus propuestas chocan menos.

-El consejero delegado de Smedia, Enrique Salaberría, es amigo mío desde hace años y no había una competencia, sino que él tenía un acuerdo con la Diputación. Al principio lo que él hizo es buscar su nicho de mercado, aunque estaba claro que la gestión se iba a deslizar a cumplir unas necesidades sociales que se están solventado con la utilización para congresos. Paralelamente, el Principal ha seguido haciendo una programación de música, teatro y danza para todos y él está trayendo mucho espectáculo de entretenimiento que está muy bien, pero que en el teatro municipal no hacemos por nuestra idea de servicio público.

-El modelo de gestión del Ramos es al que se tiende en estos momentos. Teatros públicos con una gestión privada.

-Ahora vivimos en una sociedad de la banalización desde la política hasta el arte, lo que es muy preocupante. En teatro y música se están haciendo reposiciones porque está costando trabajo explicarnos la sociedad desde el punto de vista artístico y más desde el punto de vista escénico. Como los cómicos tienen que seguir comiendo se recurre a lo banal porque hay un público dispuesto a gastar su tiempo viendo espectáculos que reportan un tiempo de distracción, pero el arte no está para eso y los servicios públicos tampoco.

-Y desde su punto de vista ¿para qué están?

-Los recursos públicos tienen que emplearse para que la sociedad tenga la posibilidad de prosperar espiritual y culturalmente. Estamos ahora en una encrucijada porque esto proviene de que los teatros y auditorios públicos puesto en marcha en los 80 funcionaron, generaron espectadores y las empresas vieron ahí la posibilidad de ganar dinero ayudados por el sector político. Como todo tiene un límite, o bien los teatros se vendrán abajo y no quedará público ni para lo bueno ni para lo malo o bien se aclarará el mercado. Si dentro de la política hay personas sensibles podemos empezar a hablar de excepcionalidad para el sector público de la cultura que pueden entroncar con fórmulas como fundaciones e incluso con inversión privada.

-Con su salida ¿el Teatro Principal se privatizará?

-Es una posibilidad, pero va a depender de cómo evolucione este tiempo convulso económicamente más que políticamente. No obstante, es difícil que ocurrió con este teatro que tiene más de 400 años a sus espaldas y que tiene suficiente peso.

-Aunque en tiempos estuvo en manos privadas y cerró.

-Pero su relación con la ciudad es muy importante. Es una relación de amor desde hace muchos años. En manos privadas, puede funcionar perfectamente, pero el problema está en los empresarios de la escena que apuestan por poner tonterías.

-El teatro municipal en estos momentos tiene dos obras, una de ellas la deseada ampliación de sus dependencias a la antigua escuela de música.

-Con la anexión está prevista la instalación de un ascensor con accesos para discapacitados que podrían entrar directamente a platea y también al servicio de cafetería mientras que ahora solo podría acudir a los palcos de platea. Además, dispondremos de nuevas oficinas y una sala donde podremos hacer las ruedas de prensa, organizar charlas ... También tenemos una obra en el edificio del teatro que consiste en retejar y cambiar canalones y bajantes que ya estaba previsto desde hace bastante tiempo. Además, aspiramos a recuperar un viejo proyecto.

-¿Cuál?

-Queremos retomar el proyecto que quedó aparcado con la crisis y que consistía en una escuela de teatro y danza así como una sala de ensayos para producciones propias, aprobada hace muchos años por el Ayuntamiento de Zamora , en el solar que está al lado, la antigua casa de San Vicente. Para las producciones propias necesitaríamos de la unión de administraciones. Los alumnos segresados ​​de la Escuela de Arte Dramático, de la Junta, necesitan un espacio para representar sus trabajos y sus ideas. Sería una gran oportunidad aprovechar esa sala de ensayos y hacer producciones. Se ensayaría en la sala y se estrenaría en el Teatro Principal con la participación económica de la Escuela, del Ayuntamiento y la Junta.