"Tengo mucho miedo", "lo he vivido, lo prometo". La niña que pidió a la juez no ver a su padre volvió a relatar ayer episodios de maltrato psicológico o físico en los que su progenitor, de iniciales S.R.G., la pegó, la insultó o la dejó sola de madrugada con un desconocido en una verbena, en casa o con una prima también menor de edad en un hotel. Episodios por los que la Fiscalía mantuvo la solicitud de dos años de prisión para el acusado, cuatro de alejamiento de la menor y de tenencia y porte de armas durante el juicio celebrado ayer en el Juzgado de lo Penal por maltrato a le menor.

La pequeña declaró que si no contó con detalle a su madre hasta hace unos tres años lo que venía sufriendo fue porque "tenía miedo de que se lo dijera a él y me pegara", manifestó sin poder contener el llanto, mientras insistía en que "no miento, por nada del mundo" y que "en el CEAS me decían que era mi padre y tenía que ir con él".

Fue el informe del CEAS del Ayuntamiento de Zamora el que sirvió a la Audiencia Provincial para ratificar la orden de alejamiento dictada por la juez de Violencia de Género por el "relato constante, coherente y uniforme" de la niña sobre agresiones verbales y físicas, tales "como que el padre bebe y coge el coche, y no le muestra los cuidados adecuados", que a veces no hay comida en casa o que le deje sola o con desconocidos, extremos que el padre niega y que achacó ayer en el juicio a que la niña pretende con ello "agradar a su madre".

Las técnicos del CEAS confirmaron ante la magistrada de lo Penal que la niña sentía "angustia y tensión cuando se producían las visitas con el padre, la niña lo pasaba mal, no quería abandonar el hogar materno y no nos manifestó que le gritaba y que le había dado con un libro en la cabeza". Unos sentimientos que "no son excusas" de la niña, quien "no tiene vinculación afectiva con el padre" y no es capaz de describir "ninguna situación positiva con él", que tuvo restringidas las visitas a la menor en el punto de encuentro hasta que cumplió los dos años y medio.

A preguntas de la fiscal, que se refirió a la angustia de la niña como un "indicativa de la situación de violencia en el ámbito familiar" que le infringía el padre, las técnicos explicaron que dieron de baja a S.R.G. en el programa de intervención familiar, puesto en marcha para mejorar las relaciones entre padre e hija, porque "no colaboró", si bien los indicadores de maltrato no los detectaron. Ratificaron su informe en el juicio, en el que apuntaron "la poca o nula implicación del padre para normalizar la relación con su hija", recogía la Audiencia para rechazar las alegaciones del acusado contra la orden de alejamiento y protección hacia la menor.

El abogado de la defensa exigió la absolución de su cliente, desvirtuó en todo momento el testimonio de la niña, "no existe maltrato, sino percepciones de la menor", al no haberse aportado pruebas como partes médicos sobre posibles lesiones infringidas a la menor. El letrado llegó a decir que "no entiendo cómo se le da pábulo" a la expareja del acusado, que confirmó el relato de su hija y declaró que nadie la había hecho caso antes, que la trataban de loca cuando acudía a las instituciones y que tardó en denunciar en el juzgado por "miedo" hacia su exmarido y para proteger a su hija.

La defensa indicó que "todo pasa por el filtro de la madre", a quien responsabilizó de "no haber sabido gestionar el estrés emocional de hija y padre".