Los seguros de vida y hogar que muchas veces debe firar el cliente con la entidad financiera para abaratar el diferencial de la hipoteca se convierten, en más de una ocasión, en un arma de doble filo.

Antes las entidades podían exigir que el hipotecado firmara con la aseguradora de la entidad financiera en cuestión todos estos seguros, pero ahora la ley ha cambiado y el cliente puede comparar precios y formalizar el seguro con otra empresa que ofrezca mejores condiciones. La cuestión "problemática" aquí es que los bancos ofrecen un precio por los seguros, por ejemplo, de vida, en el primer año de vigencia del préstamo, pero ese precio va subiendo conforme avanzan los plazos.

¿Problema? Que eso encarece significativamente las cuotas que el consumidor en cuestión debe pagar, lo que abre varios escenarios. El cliente puede optar por comparar precios con otras aseguradoras y, seguramente, encuentre la misma póliza más barata que la que tiene contratada por la entidad, por lo que puede optar por cambiar. Sin embargo, los bancos establecen que el diferencial aumenta en caso de que los seguros no se contraten con sus propias compañías, lo que complica la ecuación. La cuestión está en si ahorrar dinero en la póliza compensa en encarecimiento del diferencial o si, por el contrario, conviene pagar un seguro más caro a cambio de un diferencial más barato. La primera opción es más recomendable cuando la hipoteca está avanzada y la segunda en los primeros años.