María, la abuela de Pedro Schwartz, era una de las hermanas de Felipe Camino, protagonista de la muestra abierta en Casa de América hasta el próximo 18 de noviembre. En el entorno familiar, los poemas de León no solo se leían, sino que causaban gran impacto entre una nueva generación, orgullosa del legado del tabarés. En plena visita a la muestra "León Felipe: ¿Quién soy yo?", el economista hace un alto en el camino para hablar de su antepasado, desde el cariño y la admiración.

- ¿Qué recuerdo tienen de León Felipe en el entorno familiar?

-La lectura de los versos de León Felipe que nos hacía mi abuela María y mi abuelo Fernando nos acompañó tanto a mi hermano como a mí en la infancia. Nos llamaba la atención entonces "Versos y oraciones del caminante", unos poemas de pocas carnes y enjutas, pero de gran estructura mental y sentimental. Esa forma de escribir que él tenía, sin adornos, directa y como él dice: como un grito. Es algo que nos llamó la atención a los jóvenes de entonces. Mi hermano luego se ha hecho escritor y sé que tiene gran admiración por él. Su sobrino, Carlos Arruza -el gran torero- es el que arregló su posible viaje a España y, al final, León no quiso ir por no enfrentarse con el resto de exiliados allí en México. Su corazón estuvo en el país azteca, pero su alma estaba en España. Su forma de hablar era una manera muy antigua de castellano, a pesar de ser traductor de varias obras del inglés. Él era un español "quijotesco". Su amor por Don Quijote lo retrata bien.

- ¿Qué le parece que la Fundación León Felipe haya dado un paso al frente para difundir la vida y obra del poeta en el cincuentenario de su fallecimiento?

-Me parece un gran acierto. Los papeles de León Felipe, obras y otros recuerdos han tenido una vida agitada. Hubo diversas personas que tenían los derechos de autor y finalmente fue el Ayuntamiento quien lo compró, pero luego estuvo en cajones y sin exponer. Adquirirlo fue un gran logro y, ahora, el actual alcalde Francisco Guarido y su equipo han tenido el acierto de sacarlo fuera, a través de un gran comisario, como es Alberto Martín. La gran noticia ahora es que la muestra va a viajar a América, a su América, la que León Felipe tanto visitó. Así se va a revivir su poesía en sitios de los que no debería estar ausente.

- ¿Qué le parece el discurso que muestra al visitante "León Felipe: ¿Quién soy yo?"?

-La exposición trata a León Felipe muy fielmente, el recuerdo está aquí en Madrid muy vivo. Me ha llamado la atención la carta de un diplomático de la dictadura española en México. Refleja en el informe lo bien que hablaba León Felipe en público, esto sí que era muy llamativo. En la familia decíamos que su voz llegaba lejísimos, algo que lo define y que lo convierte en el poeta que fue.

- Instituciones mexicanas han colaborado a través de fotografías y otras aportaciones. ¿Será allí en México más valorada la muestra, como lo fue su figura?

-Su figura siempre fue más valorada allí, es normal. Él vivió allí y tenía un grupo de seguidores que le hacían eco. En España, esa trascendencia fue menor, entre otras cosas, porque el Régimen no lo veía con buenos ojos. Es curiosa la dimensión política de León Felipe, aunque a mi modo de ver él era poco político. León era un hombre fundamentalmente religioso, seguidor de Cristo. Tanto como Don Quijote, un hombre iluminado por la fe y la defensa de la justicia. Mi tío abuelo era utópico, porque no era nada práctico en lo que hacía, pero también nos hace falta la utopía en este mundo.

- Usted conoce muy bien la poesía de León Felipe, ¿qué mensaje fundamental nos deja en el mundo actual?

-León Felipe era un hombre sencillo, un canto rodado, que no se asentaba en ningún lado, pero que iba marcando un camino con su pesada presencia. Eso es lo que yo creo que necesitamos en el mundo actual: la creencia en la libertad, en la justicia, los grandes valores que se olvidan o se invocan injustamente. La poesía de León es de otro mundo, por muchas referencias que haga a la sociedad de la época. Un mundo mejor, más justo, al que él estaba dispuesto a entregar su vida.

- ¿Queda mucho por hacer para poner en valor la figura del poeta tabarés?

-Hay que decir que esta exposición es una gran cosa y no se acaba. Zamora fue el primer paso, Madrid es el segundo y ahora el Instituto Cervantes va a llevar la muestra a muchos países. Espero que esta iniciativa incremente el número de lectores y que su figura reviva con este esfuerzo. Este es el camino para que León Felipe recupere la presencia que nunca debió perder.