Nunca antes se había hecho una cosa igual. Como resume su creador, Manuel Garrote, el objetivo era claro: comprobar que se podía hacer una película a través de Instagram Stories. Y se pudo, vaya si se pudo.

Por primavera, desde la agencia de publicidad en la que trabaja este joven zamorano le propusieron probar con nuevos formatos. Entonces, Manuel (@don_sopalajo) decidió retomar una vieja idea que tenía aparcada: emitir el primer film a través de las "stories" publicadas en una decena de populares cuentas de Instagram. Y todo esto sin que los seguidores se percataran de que estaban asistiendo en vivo y en directo a la "première" de este novedoso formato de entretenimiento. Es decir, eran los propios "followers" quienes debían de ir visualizando las "stories" de cada uno de esos diez perfiles para ir atando los cabos de este "slasher", un subgénero del cine de terror.

La cinta se rodó a principios de mes y se estrenó el pasado 14 de octubre pero el engranaje de esta compleja maquinaria comenzó en junio. Garrote reunió a su equipo y comenzó a idear el proyecto. Lo que parecía una fiesta postrodaje más, pronto se convertiría en una pesadilla ficticia para los protagonistas de la trama: dos actores profesionales y ocho "influencers". Pero, ¿cómo reunir a todos ellos para que fuera creíble? A través del proyecto You Too, una plataforma audiovisual alternativa a Youtube inventada "ex professo" para vincular a todos los intérpretes de este original experimento. "De cara a la galería, la plataforma You Too servía para acoger a nuevos y talentosos creadores de contenido, pero en realidad me servía para unir al elenco de la película", explica su autor.

Con esta coartada, Manuel fue reclutando a los personajes del primer filme que rodaría la plataforma, entre los que se encontraba el actor de doblaje también zamorano Hermoti y su inseparable compañero Keunam, la cómica Abi Power, el dúo de humoristas Bigotes y Dientes o el instagramer Paul Ferrer.

Tras ese supuesto rodaje, todos ellos se verían obligados a hacer noche en una casa situada a las afueras de Madrid, localización donde se desarrollaría la verdadera película de esta historia. En apenas dos noches se grabaron un total de 220 "stories" que fueron publicadas en diferido por las cuentas de Instagram de los diez protagonistas durante la madrugada del domingo del puente del Pilar, haciendo creer a sus miles de seguidores que la masacre que se estaba produciendo en esa casa, con presencia policial incluida, era real.

"Para completar el guion, los seguidores tenían que ir saltando de perfil en perfil para ir rellenando los huecos que unos y otros iban dejando", explica Manuel Garrote.

Además de la perfecta sincronización de la publicación de 220 "stories" en diez cuentas en apenas cuatro horas, la complejidad del experimento también residía en su falta de financiación externa y en su difusión debido a la idiosincrasia de Instagram. "La dificultad estaba sobre todo en que se compartiera. En Twitter es muy fácil compartir contenido porque lo retuiteas y listo, pero en Instagram no hay esa posibilidad, solo puedes compartir contenido en el que hayas sido etiquetado. Entonces, digamos que la propagación no fue enorme pero en directo se llegó casi al millón de espectadores, los diez protagonistas tuvieron el triple de visitas que un buen día de tráfico y también aumentaron un 300% el volumen normal de nuevos seguidores. Gané seguidores hasta yo que tenía una subtrama muy pequeñita", apunta entre risas.

No obstante, más allá de una meta numérica, el proyecto perseguía dos propósitos principales. El primero, fomentar la creación de nuevas producciones. "El objetivo no era llegar a unos números sino comprobar si funcionaba. Al fin y al cabo, uno de mis intereses es experimentar con los nuevos formatos audiovisuales de cara al entretenimiento de calidad". Y el segundo, a modo de moraleja, advertir del peligroso hábito de contar toda nuestra vida a través de las redes sociales. "Queremos que la gente se cuestione si es tan bueno informar en cada momento de dónde estamos y qué estamos haciendo".

Y es que lejos de protegerse narrando en cada "storie" lo que estaba sucediendo en aquella casa, en realidad, los protagonistas estaban dando más pistas al asesino, un "hater" de "influencers" amante del cine clásico disfrazado de Charles Chaplin que se había colado en la fiesta gracias a toda la información facilitada por los personajes de la historia. Por fortuna, en este caso, la ficción no superó a la realidad.