La asamblea de socios de Gaza tendrá que tomar el próximo 16 de noviembre la decisión definitiva sobre el futuro de la fábrica. Las reuniones celebradas hasta ahora por la junta de gobierno del consejo de administración no han conseguido alcanzar un acuerdo por unanimidad y todo indica que se llegará a la asamblea con tres planteamientos para someterlos a votación que reflejan otras tantas propuestas valoradas por los accionistas.

Descartada la salida de la provincia por razones de vinculación histórica y de coste económico, ya que la mayoría de granjas que surten a la central lechera se encuentran en Zamora y el transporte a los sitios ofertados, entre ellos Tordesillas, encarecería costes, la empresa se plantea el traslado al polígono Los Pinares en Coreses. Los responsables de la fábrica han visitado las naves que albergaron en su día a la fábrica de Torres Altamira y existe un preacuerdo con su propietario con el compromiso de no llevarlo a efecto en caso de que la decisión de la asamblea sea la de permanecer en la capital.

Y en este último caso también se plantean dos alternativas, puesto que tampoco todos los socios están dispuestos a renunciar a plan parcial que incluye la construcción de viviendas en la parcela aneja, una condición básica expresada por las administraciones para que la Confederación Hidrográfica del Duero retire los reparos al hilo de los mapas de inundabilidad. Así pues, los accionistas tendrán que optar por realizar una ampliación que permitiría redimensionar la fábrica para los próximos 10 ó 15 años, o bien renunciar a los planes inmobiliarios y acometer la fábrica nueva.

Esta última es la alternativa que cobra cada vez más visos de llevarse adelante. Entre los cooperativistas parece cuajar la idea de la inviabilidad de las construcciones de viviendas, habida cuenta la situación del parque en Zamora, con muchos pisos pendientes de venta tras el estallido de la burbuja inmobiliaria con la crisis y sin perspectivas de una mejora extraordinaria y, sobre todo, el lastre para la venta que supone la postura de la Confederación Hidrográfica del Duero.

Si los socios renuncian a las viviendas y se procede al cambio de la calificación del suelo, ahora de uso residencial, al hilo del contenido de las conversacionesmantenidas con los representantes institucionales, permitirían a Gaza construir la fábrica nueva. En los metros sobrantes sería posible la construcción de otras dotaciones como centros comerciales o pistas deportivas.