La psicóloga y educadora de calle de la Asociación Navarra Nuevo Futuro, Stella Hermoso, intervino ayer en la jornada inaugural del Congreso Nacional de Educación de Calle, con la charla sobre educación formal y no formal.

-¿Cuál es la situación actual de la educación de calles?

-Actualmente las calles han cambiado con respecto a los años 80. Antes había mucha militancia, existía una masa muy grande de voluntariado y estaba dirigida a personas con una gran vulnerabilidad y en exclusión social. Además, las calles estaban más habitadas. Eran un espacio educativo muy importante, mientras que ahora las calles están mucho más vacías. Como educadores de calle tenemos que adaptarnos al nuevo contexto.

-Esa transformación ¿a qué les obliga?

-Estamos en un momento en el que nuestra mirada tiene que cambiar. No tenemos que fijar nuestra atención solo a la carencia, en cubrir las necesidades que tiene la gente, sino que tenemos que aplicar una lógica de derechos. Tenemos que ser creativos para adaptarnos a unas calles más vacías de esa sociedad de consumo. Desde nuestras mitologías y nuestro rol de educadores de calle, que con pocas cosas hacemos muchos, tenemos que aportar donde puede haber más congestión o limitaciones y pensamos que actualmente la escuela es una institución muy presionada donde podemos ayudar.

-¿Cómo puede intervenir un educador de calle para oxigenar los centros educativos?

-Nosotros pensamos que el centro es como un castillo y los educadores de calle estamos fuera. En esta misión de conectar y reconectar chavales que no encajan en la escuela o que la escuela no puede sujetarlos, nosotros, de alguna forma, podemos ayudar ofreciendo otras metodologías y otras actividades.

-¿Dirigidas a frenar el fracaso escolar o al absentismo?

-No solo. Nuestro propósito es que dado muchos jóvenes no quieren realizar una formación académica, desde la educación social podemos incluir dinámicas que oxigenen las clases para los que van y para los que no asistan. Por ejemplo, un educador que está en un centro y organiza actividades medioambientales que conectan a los chicos con la naturaleza. Desde hace un año la asociación en la que trabajo ha puesto en marcha un proyecto experimental en el que íbamos a un centro donde algunas mañanas sacábamos a los chicos de 3 y 4º de ESO de sus aulas.

-¿Qué actividades realizan con los muchachos?

-Este año tenemos una presencia más intensiva en el instituto. Hay una educadora que está disponible para los chavales y los profesores, pero también tiene una maleta de posibles actividades fuera del aula como trabajos de limpieza medioambiental o labores artísticas.

-¿Por qué el arte y la naturaleza?

-Pensamos que a veces se aprende haciendo. Estas dos ramas son motivos de interés sociales muy importantes. Muchas veces cuando se está con una azada excavando la tierra o tocándola se despiertan nuevas inquietudes que quizá no surgen en aula. Son prácticas que motivan mucho a los chicos al ser temas importantes para ellos.

-¿Cómo reaccionan los jóvenes ante estas actividades?

-En principio lo ven un poco como una manera de perder clase, pero lo ven bien. Es un oxígeno a su rutina diaria.

-¿Y los docentes?

-Han respondido bien. En los institutos en los que hemos tenido presencia hemos realizado un trabajo previo de explicación del proyecto para que lo conocieran. Resulta fundamental que el propio centro vea que pueda ser útil. Nosotros nos dirigimos al conjunto no solo a los chicos con problemas porque hay muchas formas de aprender y la educación formal y no formal tenemos que unirnos. La palabra educación tiene que agrupar a todos los ámbitos que en la vida tiene un niño y un joven. La educación social o no formal se ha visto como un espacio de ocio o de animación, pero incluso por mi experiencia hizo que encaminara mi futuro profesional hacia ella. La educación no formal puede ser un puente para alcanzar la educación formal. Están muy unidas. Ha llegado el momento de unirnos para dar un sentido más completo a la educación.

-Además de esa educación global ¿qué otros retos afrontan?

-El seguir teniendo presencia en la calle desde una mirada hacia las carencias. Dirigirnos a las personas que tienen más necesidades y hacer otro tipo de defensa. Respecto al espacio público, tenemos que reconquistarlo para que la calle siga siendo un espacio de educación y de cohesión social y de convivencia.