Cada vez que lo destinaban a un nuevo pueblo, el médico José Miguel Sánchez Benito se interesaba por el patrimonio monumental de la localidad. A veces con cierta ironía, los vecinos le preguntaban: "¿Pero es que aún no conoces el monumento más importante del pueblo?". Y todos le remitían a las peñas resbaladeras. La historia se repetía en todos los pueblos de alrededor: casi todos tenían una roca con cierta pendiente que era utilizada como tobogán, por lo que su existencia suscitó el interés de este galeno. En 2006, el arqueólogo Martín Almagro Gorbea le propuso hacer un inventario de las "peñas sacras" de Zamora y Salamanca y desde entonces, ha logrado catalogar setenta piedras, de las cuales diecinueve se encuentran en Zamora.
José Miguel Sánchez Benito ahondó ayer en los usos de estas "peñas resbaladeras" en el Museo Etnográfico de Castilla y León con motivo del primer Congreso Internacional de los Paisajes Culturales Sagrados que durante estos días se celebra en Zamora.
Abelón, Alcubilla de Nogales, Argañín, Arrabalde, Bermillo de Sayago, Codesal, Fariza, Ferreras de Abajo, Gáname, Mahíde, Manzanal de Abajo, Monumenta, Moral de Sayago, Muga de Sayago, Piñuel de Sayago, Puebla de Sanabria, Rionegro del Puente, Santibáñez de Vidriales y Villar del Buey son, de momento, los municipios donde han sido localizadas algunas de estas rocas porque como el propio investigador indica, esto solo es "la punta del iceberg" de una interesante investigación hasta ahora poco conocida en la provincia.
En Zamora son denominadas como "resbalinas" o "resbaladeras", en Toledo las denominan "arrastraculos" y en Ávila el "pandero de las mozas". Unos nombres que dejan entrever su uso tradicional. Al parecer, tal y como indica José Miguel Sánchez Benito citando a Jesús Caballero, antiguamente estas peñas sagradas eran asociadas a rituales de fertilidad.
Ya sean de granito, cuarcíticas o calizas, en todas ellas se aprecia una "acanaladura" de entre 30 y 50 centímetros de ancho, "huella del desgaste por roce que se produce al haberse resbalado miles de veces por su superficie, lisa e inclinada", en ocasiones sobre un ramo de piorno para facilitar el deslizamiento. Las chicas eran quienes más las utilizaban deslizando sus glúteos por la piedra, una práctica que asociaban al matrimonio y a la fecundidad.
No obstante, la función de las "peñas sacras" se encuentra en una fase inicial. De ahí que José Miguel Sánchez Benito invite a la colaboración de los zamoranos para lograr más localizaciones de estas rocas y arrojar más luz sobre sus usos. A su juicio, estas peñas testimonian un "paisaje sacro" de origen prehistórico cuyo "enorme interés" no impide que corran "serio riesgo de desaparición", un triste final para un patrimonio que durante estos días es puesto en valor en el Museo Etnográfico.