Dentro de la amplia ruta de belenes que jalonan la ciudad con motivo del LVI Congreso Belenista, que comienza hoy, la Catedral alberga tres propuestas muy distintas.

El claustro alberga una exposición de piezas artísticas que no pueden trasladarse. De manera cronológica el visitante puede descubrir, a través de reproducciones fotografías de alta calidad, escenas navideñas existentes en el patrimonio diocesano. Desde "La anunciación", presente a través de esculturas de piedra labrada de siglo XIV de Santa María La Mayor de Benavente o un óleo sobre tabla atribuido a Alonso de Remesal del XVI; "La adoración de los ángeles y anuncio a los pastores" de Francisco Antolínez, que está en los Remedios, hasta "El bautismo de Cristo", a través de una escultura de Ruiz de Zumeta de la primera década del siglo XVI, aparecen acompañados de textos alusivos a los hechos representados.

En el trascoro, el visitante admira el belén napolitano de la Agrupación Belenista la Morana en un magnífico montaje realizado a cuatro caras en de 40 metros cuadrados, donde decenas de figuras traídas desde Italia, como varios arlequines situados en una fachada, dan vida a las escenas de la Natividad de Jesús, la taberna o el cortejo oriental con la alegre banda de músicos.

Arte por los cuatro costados alberga la capilla del San Ildefonso o del Cardenal. A la belleza de los frescos o del retablo de Fernando Gallego se unen ahora piezas navideñas procedentes, en su mayoría, de conventos de clausura. La elección de este marco para la exposición de estos ricos elementos obedece a que en ella, en una hornacina, se encuentra el belén de la Catedral, obra de Juan de Montejo y Alonso de Escobar en 1598. Además, la presencia del impresionante Altar del Monumento "permitía la exhibición de una manera especial", precisa el presidente de la Morana, Francisco Iglesias.

Delante del belén de la capilla están dispuestas en una larga mesa distintas piezas procedentes de conventos de Toro, como un Niño Jesús de la Escuela Andaluza del siglo XVII u otro de Ramón Álvarez o un singular nacimiento de templete realizada en madera policromada y las figuras vestidas de seda bordada, o incluso algunas obras de pequeño tamaño de la Catedral o del Museo Catedralicio.

La vista se va sin querer hacia el Altar enriquecido con un conjunto de piezas de los siglos XVII al XX de distintos autores y técnicas, procedentes del monasterio del Corpus Christi. "Las piezas son los restos del belén grande y el pequeño que tuvo el convento", aclara Iglesias Escudero. En esta propuesta llama la atención la presencia del Padre Eterno, en la parte alta, o de Menga, ataviada con trajes tradicional de Toro. "Blas y Menga eran personajes del belén grande del convento, eran del siglo XVII. Él desapareció y ella fue restaurada hace unos años", precisan desde La Morana. Pinturas del Obispado o San Juan y el Niño de la Lágrima completan la exposición. Toda una oportunidad de ver los tesoros del belén.