El zamorano Javier Alcina acaba de defender su tesis sobre el cine en Zamora. Su amplia investigación titulada "Orígenes y desarrollo del cinematógrafo en Zamora. De la primera proyección al ocaso del franquismo (1897-1975) ha sido merecedora de la calificación máxima, Sobresaliente Cum Laude.

-¿De qué manera surge su interés por el cine en Zamora?

-Cuando acabé la carrera me gustaba mucho el mundo del periodismo, pero también me atraía el mundo del cine. Mi padre siempre me decía que mi abuelo había trabajado de acomodador en el Teatro Principal. Estas dos cuestiones hicieron que comenzara a interesarme por el cine en Zamora, un ámbito que carecía de estudios. Solo existía un libro del periodista José Arroyo que incluye capítulos con testimonios de Herminio Ramos, Agustín García Calvo e incluso él hizo una recopilación de zamoranos que habían trabajado en el cine. No profundizó en la exhibición que es el aspecto que yo he investigado y he recopilado más de un centenar de cines en la provincia a lo largo del siglo XX.

-¿Cómo ha sido el rastreo para localizarlos?

-Primero realicé un vaciado de prensa, consultado los diarios de La Opinión-El Correo de Zamora y del Heraldo de Zamora. Luego he recurrido al Archivo Histórico Provincial de Zamora. Allí localicé documentación de permisos en pueblos porque querían montar un cine. Eran muy peculiares dado que un agricultor decidía montar un cine en el pueblo y rehabilitaba una panera, ponía unos bancos corridos y alquilaba una máquina de cine.

-¿Esa humildad es lo habitual en la provincia?

-Sí, hubo muchos. Se concentraron en la zona este de la provincia. En Toro, Benavente y los Valles y Tierra Campos, donde hubo muchísimo, y en Tierra del Vino, en Moraleja llegó a haber 4 salas. El contrapunto está en Aliste, donde he ubicado dos, uno en Alcañices y otro en Carbajales de Alba; y Sanabria donde solo localicé uno en Puebla y otro, en el Puente. La ubicación de los cines está relacionada con el desarrollo económico de la comarca y concentración de trabajadores del campo que demandaban un cine para su ocio. En algunos pueblos como es el caso de Alcañices no localicé documentación, pero gracias a los vecinos entrevisté a una señora nonagenaria que trabajó como taquillera.

-¿Qué ha primado en Zamora el cine fijo o el ambulante?

-El fijo. En la mayoría de los pueblos la propia gente del municipio era emprendedora. A principios del XX hubo ambulantes, pero como casi no se pedían permisos, no he podido localizarlos. Los que he ubicado han sido gracias a referencias en la prensa de la época. Los cines fijos que existieron en la capital, hasta la llegada del Barrueco, eran los teatros, tanto el Principal como el Nuevo Teatro, conocido luego como Ramos Carrión. Ambos fueron regentados por Alejandro San Vicente y tenían entre 600 y 800 localidades. Tras la Guerra Civil llegó Barrueco con un espacio dedicado solo al cine. El Barrueco empezó con 1.300 localidades, pero luego lo readaptaron y rebajaron la entrada. En Benavente y Toro al principio se hacían exhibiciones esporádicas en las fiestas. En el caso de Benavente comenzó el cinematógrafo Modelo y luego el Gran Teatro. En Toro el primero en dar sesiones cinematográficas fue Alejandro San Vicente que se desplazaba al Teatro Latorre y posteriormente estuvo El Imperio.

-¿Qué singularidad ha tenido el desarrollo del cine en la provincia?

-Un historiador de la facultad donde he presentado la tesis dijo que Zamora ha sido una de las provincias donde se estrenó el cine sonoro en el año 1930 con "El misterio de la Puerta del Sol", la primera película sonora española. Llegó el sonoro a Zamora gracias al interés de Alejandro San Vicente. En 1928 todavía la gente estaba sorprendida con el cine mudo y cuando el público supo que existía el sonoro, le parecía chocante. La gente no supo reaccionar bien al sonido unido a que el equipo no era el adecuado hicieron que fuera un fracaso. La cinta se proyectó en Burgos y en Zamora solo por el fracaso total que cosechó. Posteriormente, para poder ofrecer cine sonoro en condiciones adecuadas San Vicente compró equipo adecuados primero para el Principal y luego para el Ramos Carrión.

-¿De qué manera influyó la Guerra Civil en las proyecciones?

-Con la contienda se lastimó la distribución de películas, por lo que San Vicente lo que ponía era reestrenos. Con otros empresarios del norte de España se pasaba las películas, aunque hubo algún estreno esporádico. A partir del año 40 volvió la normalidad, pero entonces irrumpió el Barrueco en 1943

-Que supuso?

-El boom del cine en Zamora. Realiza tres pases e instaura el tecnicolor. Barrueco realizó una inversión brutal. Gracias a su nieto he tenido acceso en los libros de cuentas y tuvo que hacer frente a una ingente inversión para crear el cine. De hecho, regentaba una empresa de autobuses que enlazaba Fermoselle con la capital y estuvo varios años intentando levantar el cine y tuvo problemas porque le coincidió con la Guerra. La mayoría de las proyecciones eran el fin de semana, pero también hacia alguna entre semana y fue quien puso la sesión fémina, que entraba un chico con una chica con solo una entrada. En los años 50 Luis Martín Junquera, que era el propietario del restaurante Valderrey, crea un cine. Lo hizo en la plaza de la Puentica y abrió con una película en cinemascope, aunque ya se había utilizado ese sistema en la ciudad. La novedad residió en que se oía "La túnica sagrada" con sonido estéreo. En los años 60 se abrió el Arias Gonzalo y Los Luises, que empezó como una sala no comercial. Era para la congregación, pero los padres Claretianos la utilizaban y al irse los Luises pasó a manos claretianas. En la capital convivieron seis salas en los 60, una cifra increíble en una ciudad con 40.000 habitantes. Además, hubo otro tipo de salas.

-Explíquese.

-En la Universidad Laboral tuvo una época, también en los 60, que en su teatro se proyecta cine e incluso los alumnos crearon una revista y dedicaron una página al cine donde indicaban las proyecciones que iban a tener ese mes, hacían críticas... A mayores, en el Cuartel Viriato los militares tenían una pequeña sala. Hubo una Asociación Zamorana de Bellas Artes, que con el patrocinio de El Correo de Zamora, hacían en el Arias y en el Barrueco una especie de ciclos de proyecciones. En la obra sindical de Educación y Descanso así como en el Círculo Católico Obrero también realizaban proyecciones de cine. En mi investigación he descubierto que iban a hacer un cine en Cabañales. No he encontrados datos que indicaran que finalmente se abriera.

-¿Realmente había tanta afición?

-Sí, aunque es inusual que en una ciudad de provincias hubiera tantos espacios de proyección. Había tantas salas porque el público lo demandaba y creo que había una cultura cinematográfica. En Zamora tuvimos mucha suerte porque tanto Ángel Barrueco como Alejando San Vicente se preocuparon mucho por conseguir que los estrenos llegaran pronto a Zamora, lo que no sucedía en las provincias limítrofe. De hecho, San Vicente fue durante muchos años el presidente de la asociación de empresarios de espectáculos de España y Barrueco viajó mucho a Madrid para contratar las mejores películas. En Salamanca, la familia Barrueco también llevó el Gran Vía y San Vicente llevaba cines en Vigo, Asturias, entre otras localidades del norte.

-¿El trabajo va a ver la luz?

-En la facultad en la que lo he defendido la investigación se decide más adelante entre quienes hemos presentado la tesis en 2018 a quien otorgan el premio extraordinario de doctorado, que conllevaría la publicación en formato libro. Si no lo consiguiera, contactaría con alguna institución porque es historia de Zamora.

-Su investigación ha concluido en 1975. ¿Sopesa analizar la situación del cine desde ese momento hasta la irrupción de las multisalas?

-Sí me gustaría hacerlo. Es un estudio que deseo hacer a corto plazo. La investigación doctoral iba a ser inicialmente hasta 1993, por lo que tengo recopiladas cosas. Tuve que reducir el período de análisis porque con el plan Bolonia las tesis tienen una limitación de paginación. Hasta el 1975 han sido 600 páginas por lo que me hubiera excedido.