Unidas en manada

Se aconsejan, se asesoran, se empoderan, se promocionan y se viralizan al ritmo de "Despacito". Apenas un año más tarde de su creación, recogen el Premio Extraordinario de Excelencia a la Innovación de Mujeres Rurales que concede el Ministerio de Agricultura. Y el próximo sábado 6 de octubre recibirán el premio al Mejor Proyecto asociativo vinculado el medio rural otorgado por la Diputación de Zamora en la décima edición de los galardones Tierras de Zamora.

Como ellas mismas defienden, no son el "sexo débil" de su duro trabajo sino que "son igual de profesionales que cualquiera". La invisibilidad social, el machismo o la falta de conciliación laboral son algunas de las barreras a las que hacen frente desde un colectivo que actualmente forman 150 mujeres ganaderas de toda España, incluida Zamora.

Isabel Redondo, de Pereruela de Sayago, es una de ellas. Tiene 49 años y lleva 24 -o lo que es lo mismo, media vida- en el oficio que aprendió de su padre. Precisamente, Isabel conoció el colectivo gracias a la popular versión de "Despacito", el éxito del cantante puertorriqueño Luis Fonsi. "Despacito, me vas entendiendo poquito a poquito, deja que te cante como a un corderito, todas mis virtudes y mis sambenitos. Despacito, nos vamos uniendo en un mismo grito, transformando dudas en un plan descrito, conservando un mundo ya casi perdido", entonaban en defensa del medio rural.

A raíz de escuchar la letra de la canción, Isabel decidió unirse a la plataforma. "No somos menos que los hombres, hacemos la misma tarea que ellos. Pero además de atender el ganado, atendemos a la familia, nos ocupamos del papeleo, etcétera. Parece que se nos multiplica más el trabajo solo por el hecho de ser mujer", lamenta.

Como al resto de sus compañeras, el polémico cambio de hora ni le va ni le viene. Trabaja sin reloj de sol a sol. Desde que sale hasta que se pone. "No se puede desconectar porque es un trabajo muy esclavo, dan muchas alegrías como hoy, que me ha nacido el primer ternero de la temporada, pero también muchos disgustos", reconoce por teléfono en compañía de Bienvenida, Montañera o Recatada, algunas de sus 130 vacas. Cuenta con los dedos de una mano -y le sobran el anular y el meñique- las veces que se ha ido de vacaciones en familia con sus dos hijas, a quienes ya les ha inculcado su cariño por los animales. La mayor está estudiando Veterinaria y la pequeña no ha decidido todavía. "A mí me gustaría que estudiara Derecho porque siempre está luchando por todas las causas, como la igualdad de género", cuenta.

Que un vendedor de aperos se dirija al marido en vez de a la mujer o que un comprador de animales pregunte por el "hombre de la casa" cuando les recibe la titular de la explotación son algunas de las situaciones a la orden del día que siguen sufriendo algunas de las integrantes del colectivo, quienes también reclaman una clara apuesta por el relevo generacional y una mayor agilidad burocrática.

"Los premios nos gustan, están bien, son un reconocimiento al esfuerzo que hacemos. Pero también queremos que ayuden a los jóvenes, tanto chicas como chicos, que quieren incorporarse a este trabajo. Que no les pongan tantas trabas ni les hagan perder tanto tiempo. Si se quedan es porque quieren este oficio más que a nada. Si no, para ellos sería mucho más sencillo tener un trabajo de ocho horas diarias, irse a su casa los viernes y olvidarse hasta los lunes. Tienen que ayudar a los jóvenes para que los pueblos no mueran porque cada vez vemos que cierran más colegios, la gente mayor va desapareciendo y llegará un momento en el que los pueblos queden solamente para la fauna salvaje y vengan cuatro a pegar cuatro tiros a los bichos que además andan joribiando nuestra cabaña ganadera", concluyen.