Se trata de lograr "que mujer y perro sean uno". El vínculo que debe crearse entre ambos es esencial para que la terapia que se aplica pueda funcionar, trabajo este último que desarrollará la Asociación Zamorana contra la Violencia (Azavi), tras firmar el convenio con la Asociación "Proyecto Escan" que proporciona los canes de forma gratuita, con mantenimiento incluido. Los canes que participan en esta terapia asistida con animales son de diferente raza en función de las características y el entorno en el que viva la víctima de violencia de género a la que protegerá. El adiestramiento tampoco es el mismo, "es individualizado, depende del grado de riesgo de la víctima a sufrir una nueva agresión machista" y del lugar en el que vive, si en el campo o en la ciudad, expone la adiestradora de los animales que forman parte del proyecto de terapia, Raquel Esteban Calvo.

La profesional describe un amaestramiento que transcurre en diferentes fases desarrolladas desde que el perro tiene 12 días hasta los 16 meses, cuando se le entrega ya a la mujer a la que acompañará toda su vida, salvo que decida devolverlo a la Asociación "Proyectos Escan". Junto a ella, Sima, una perra adiestrada, muestra su lado más pacífico, echada a sus pies u obedeciendo sus órdenes para que se coloque a su altura. "El adiestramiento es en positivo, aprenden a través del juego, nunca hay violencia o saña, se trata de que no sea un animal peligroso", explica Raquel Esteban. En la última fase del entrenamiento, "se trabaja con el perro y la mujer, para que aprenda a manejarle". En primer lugar, hay que desarrollar el vínculo entre ambos, "si la mujer está siguiendo una terapia lo ideal es que empiece a tener contacto con el cachorro que se quedará a partir de que este cumpla los tres meses, sacarle a pasear, jugar...", puntualiza. El proyecto persigue "recuperar psicológicamente a las mujeres víctimas de violencia de género, que puedan volver a controlar su vida", agrega el responsable de la Asociación "Proyecto Escan", Enrique Cruz Simón. El aislamiento y el miedo al que se ven sometidas estas mujeres va desapareciendo con esta terapia, protegidas por su perro, al que debe llevar siempre con un bozal de impacto y con correa. El animal "les ayuda a recomponer la autoestima" y sentirse capaces de rehacer su vida, "seguras, reduce el estrés que sufren", agrega Cruz Simón.

La única condición para acceder al programa es que exista una sentencia judicial que condene al maltratador, aunque no sea firme, y, por tanto, una orden de alejamiento, puntualiza Cruz Simón. Para entrar en el proyecto se efectúa una valoración psicológica de la beneficiaria, para ver si tiene un perfil idóneo para tener un perro, además de estudiar el hábitat y las condiciones del entorno de la mujer para determinar si es idóneo para mantener al animal sin complicar la vida de la víctima de maltrato, agrega Raquel Esteban, porque "los perros necesitan tiempo para su cuidado y dan trabajo, debe haber un compromiso de mantenerlo en buen estado".