Es casi imposible pillarlo en modo relax. Hombre de los mil trabajos que resume en uno: pensar. Y es que cuando le das a las mientes todo se activa, se "caotiza". Aquí está, frente a mí, en la sala noble del periódico, inventándonos una entrevista, cuando a los dos lo que nos gustaría es estar escuchando en modo líquido una seguiriya de Antonio Mairena. Lleva 33 años de ejercicio profesional, escuchando cuitas, descorriendo la condición humana, intentando hacer mejores a los demás, animalizándose un poco (en el buen sentido, en el natural). A él lo que le gustaría es hablar de su tercer hijo, del Colegio de Psicólogos, y a mi de la vida. Dejamos que la faena transcurra en los tendidos de sol.

Fuera, el otoño ha matado el celo y el espíritu de supervivencia de los pájaros. Nada. No se oye nada. Habla y habla. Ha sido creador del primer grupo de emergencias de Castilla y León (en su materia, claro). Participó en el I y II Plan de Salud. Mentor del programa PIR, miembro de la Comisión Nacional de Valoración de la Práctica Profesional en Psicología Clínica (uf, qué nombrecito), que ha seleccionado a 7.000 profesionales. Hasta participó en la invención de un patrón para los psicólogos, Juan Huarte de San Juan, laico y judío, que ya han adoptado todos los profesionales a nivel nacional. Ha organizado convenciones y homenajes. Cita varias veces a Eduardo Montes Velasco, exdecano de Castilla y León, un hombre clave para la profesión, según él. De currículo tan largo como una reata hecha de magarzas, hay que repreguntar para disertar sobre las cuestiones del alma. En eso estamos.

-¿Qué es un psicólogo?

-Un profesional cualificado y formado que ayuda a reconducir los problemas de conducta.

-Pues entonces tienen mucho trabajo, cada vez más.

-Cierto. Vivimos en un tiempo crítico por muchas cosas. En el mundo occidental desde 1968 se vive en un periodo de cierta convulsión social. No sabemos si esto va a acabar alguna vez.

-Hace años, ir a la consulta de un profesional del alma no estaba bien visto socialmente.

-Afortunadamente eso ha cambiado. Se ha normalizado. En el plano oficial, estamos al mismo nivel que el resto de especialistas médicos. Cuando conseguimos la especialidad de la Psicología Clínica logramos un gran avance y la primera plaza se creó aquí, en Castilla y León. En esto no estamos por detrás de los demás, como ocurre en otras cosas.

-¿Estamos todos de psicólogo?

-No, tienen que ir al profesional las personas que tengan problemas de conducta.

-Cada vez se separa, se divorcia más gente.

-El fracaso matrimonial es cada vez más grave. Más de un 50% de las parejas se separan. Sin embargo, han bajado las consultas por esta cuestión. Dejan que las situaciones se envenenen. Nosotros estamos para ayudar, en principio para reorientar situaciones y, si no es posible, para aconsejar en la separación.

-¿Pero por qué se rompen tantas parejas?

-En el fondo hay un problema de tolerancia. Vivimos la cultura, del aquí y el ahora, de lo fácil. Es como si todos tuviéramos una necesidad de cambio, parece que si no te separas no eres nadie. Se ha pasado de un extremo a otro. Vivimos de espaldas al otro. Ahí es donde se puede actuar, reprogramar ese proceso, para evitar la ruptura. Y si no es posible, pues entonces sí, hay que ir a la separación.

-Las depresiones, es evidente, también están aumentando, la crisis en esto ha sido inmisericorde.

-Así es, los problemas se han agudizado con la crisis económica. Las situaciones límites están a la orden del día. Han crecido mucho los trastornos por angustia, los ataques de pánico, la agorafobia, intentamos evitar el miedo y eso nos hace estallar.

-El estrés ha aumentado, ¿pero por qué?

-Porque todos los problemas en momentos de inestabilidad, se enquistan y van a más. Las dificultades laborales están a la orden del día. Se están convirtiendo en una plaga. El acoso laboral es una auténtica epidemia que está haciendo mucho daño a la sociedad. Hay muchas personas que van al trabajo es un estado de angustia que las acogota. No es de extrañar, por tanto, que notemos a nuestro alrededor que hay un porcentaje muy grande de trabajadores que quieren jubilarse lo antes posible. Es una situación que hay que analizar a fondo, a nivel nacional, por la importancia que tiene.

-¿Y entre los jóvenes?

-Está claro que también se ha incrementado el acoso escolar. Las redes sociales se han convertido en instrumentos de aparente impunidad. Y hay muchos jóvenes que las utilizan para insultar, se sienten seguros en esas plataformas y se crecen. Hay un problema muy serio de ludopatía, que tenemos que parar entre todos. La sociedad tiene que tomarse las cosas más en serio, analizar la situación a fondo y tomar medidas.

-¿Es cierto que se está produciendo un repunte del machismo entre los jóvenes?

-Con el machismo se está dando un fenómeno curioso. Sigue estando ahí, enquistado, pero se oculta, porque la sociedad lo condena, está reprobado, pero, de vez en cuando fluye en detalles, en determinados comportamientos.

-¿Cómo se nota?

-La situación está cambiando sobre todo en gente mayor. Los hombres de cierta edad reconocen el papel de la mujer. Incluso te dicen "si yo sin mi mujer no soy nada". Ha habido un cambio. Pero, por contra, hay problemas de machismo entre los jóvenes (también de xenofobia), tanto en hombres como en mujeres.

-¿En mujeres también?

-Sí, sí, claro. Se está produciendo una confusión de roles entre las chicas. Algunas están adoptando actitudes machistas. Y reaccionan como los hombres que no tienen en cuenta a las mujeres, pero, al revés, claro.

-¿También está repuntando la homofobia?

-También. Aceptamos la homosexualidad. Hemos avanzado mucho, pero hay espacios cerrados, donde, de vez en cuando, surgen chispazos. En este tema hemos pasado de un extremo a otro. En algunos círculos parece que presumen de haber salido del armario y que si no lo haces, te pierdes parte del reconocimiento que se supone por hacerlo. Es imprescindible controlar ese repunte de homofobia que se está dando.

-¿Lo peor que le puede ocurrir a un psicólogo es que uno de sus pacientes se suicide?

-Desde luego. Es un fracaso por no haber conseguido que esa persona reconozca la importancia de la vida, de la necesidad de seguir viviendo pese a los problemas que, a veces, comporta.

-¿Por qué la sociedad actual oculta este problema, por qué los medios de comunicación no dicen a las claras que mueren más personas por propia voluntad que en accidentes de tráfico, por ejemplo?

-Porque cuando alguien se suicida el problema es de todos. Es la sociedad la que fracasa. El suicidio nunca está justificado, no es un acto de valentía como dice alguna gente, todo lo contrario. Nosotros tenemos un programa de prevención para tratar esa cuestión, pero el problema es de todos, de la propia sociedad en su conjunto. No se habla de ello, pero debería hacerse, abrir un debate nacional.

-¿Se puede prever?

-No es fácil. Pero si la persona acude a una consulta de un especialista es más fácil evitarlo. Para eso están los tratamientos.

-¿Es partidario de una regulación legal de la eutanasia?

-Existe un vacío legal. Hay que abordar esta cuestión de forma seria y profesional. Y hacerlo mejor antes que después. Las sociedades van a avanzando y tienen que dar salida a cuestiones que se plantean con los nuevos tiempos. No se puede mirar para otro lado. En ese aspecto y en otros como la maternidad subrogada. Hay que buscar acuerdos y consensos, plantear salidas y soluciones a problemas que están ahí. El debate en esta y en otras cuestiones siempre es positivo, esclarecedor.

-¿Qué perfil de paciente acude a la consulta del psicólogo?

-El que necesita ayuda. El que se da cuenta (o su familia, o sus amigos) de que tiene algún tipo de problema de conducta, el que se encuentra mal, el que sufre.

-¿Va más gente de ciudad o del ámbito rural?

-Claramente van muchos más pacientes que viven en las ciudades, en los núcleos más grandes de población. Eso es quizás porque tienen más información o por los modos de vida, muy diferentes.

-¿Se podría decir, entonces que está mucho más sana mentalmente la persona que vive en un pueblo pequeño que en una gran ciudad?

-No se puede dar una afirmación categórica a esa cuestión. La gente mayor en Zamora es muy rural y vivir en el campo, se ha comprobado, es un antídoto de primerísimo nivel. Esto se ve muy claramente en la jubilación.

-¿En la jubilación?

-Tenemos ventajas en Zamora respecto a Madrid, por ejemplo. Una persona que se jubila en Madrid puede tener más problemas de vacío que un pensionista de Zamora. ¿Por qué? Parece claro, en una gran ciudad estás muy volcado en tu trabajo. Tu vida está enfocado casi en exclusiva en eso. Tus horarios, tus amistades, tu universo es ese. Cuando dejas de trabajar todo queda trastocado, ese mundo se derrumba y hay que crear otro desde la nada. Cuesta trabajo.

-¿Y en un municipio con pocos habitantes, no?

-Es totalmente diferente. En un pueblo todo el mundo tiene ciertas aficiones. Hay más ligazón con la tierra. Se hacen determinadas tareas que no se realizan en las grandes urbes porque no hay espacio ni posibilidades para hacerlo. La jubilación de un agricultor, por ejemplo, nunca es total. Sigue haciendo cosas. Y lo mismo ocurre con quien tiene una tienda en el ámbito rural. De siempre ha ejercido ciertos oficios, que una vez jubilado puede abrazar de forma más habitual. Sí, sí, parece claro: cuando llega el cese de la actividad laboral, la gente de los pueblos tiene ventajas. Eso se nota.

-¿No notan ustedes en las consultas que la sociedad en la que vivimos cada vez se va haciendo más superficial, menos responsable? Parece que vivimos en una nube.

-Es cierto. Se acumulan los comportamientos estúpidos e irresponsables. Se nota mucho en los debates de los medios de comunicación. Se emplea mucho tiempo en lo fútil, en lo que no tiene importancia, lo que está de moda. Pasa hasta con los políticos. Que si másteres bajo sospecha, que si plagios, conversaciones de hace años que se magnifican, parece que es algo transcendente y es mentira. Lo importante suele quedar oculto. No se trata. No interesa.

-A lo largo de su vida profesional se habrá encontrado con situaciones muy graves, de duelo, muy críticas.

-Sí, he atendido situaciones muy graves. Accidentes de tráfico. Recuerdo el accidente que hubo en Alcañices. Fue sobre el año 2000. Fallecieron ocho personas de la misma familia. Fue terrible. Además de dar apoyo a familiares, tuvimos incluso que colaborar en la identificación de los cadáveres. Son momentos difíciles de olvidar. Las tragedias colectivas impactan. Ahí siempre hay que dejar que las personas se desahoguen, que dejen fluir el dolor.

-¿Qué problemática ha cambiado más en los últimos 30 años, eso que en los años ochenta y noventa les quitaba el sueño y hoy es casi pura anécdota?

-Es curioso, cuando se aprobó la legislación sobre esterilización, las mujeres llegaron en masa a las consultas. Se realizaban muchas ligaduras de trompas. Nosotros, los profesionales, realizamos muchas valoraciones psicológicas. Pero lo curioso es que, entonces, los hombres no estaban por la labor. Entendían que la vasectomía era una especie de castración encubierta. No estaban dispuestos a perder lo que muchos llamaban la condición de machos. Pues después de veinte años la situación ha cambiado totalmente. La mayoría de valoraciones son de hombres, más del noventa por ciento. Y de mujeres son muy escasas, habitualmente solo de aquellas que van a pasar en el parto por la cesárea.

-¿Y también habrán notado un cambio en el concepto que tiene la sociedad sobre los animales?

-Mucho, efectivamente. Los animales son tratados de otra manera. A veces tratamos conflictos entre parejas por eso. Tanto el marido como la esposa quieren quedarse con la mascota. Cuando muere un animal se producen situaciones de auténtico duelo.

-¿Pero no llegan a producirse casos de, llamémoslo así, exceso de cariño? Cuando el animal se convierte en el rey de la casa, en detrimento de los sentimientos que debe compartir con otros humanos, ¿eso es normal?

-Hay de todo, pero en general lo que yo puedo decir por mi experiencia es que en situaciones de duelo y sobre todo para las personas mayores le viene muy bien adoptar un animal. Junto a él vuelven a sentirse importantes y recuperan su ritmo de vida. Pasear al perro tiene, muchas veces, connotaciones saludables no solo físicamente, también en el aspecto mental.